México enfrenta desafíos significativos que podrían llevar a una degradación de sus calificaciones crediticias, motivados principalmente por debilidades fiscales y preocupaciones institucionales. Economistas y agencias de calificación han manifestado escepticismo sobre la capacidad del país para cumplir con sus objetivos fiscales y mantener un entorno económico estable.
La situación fiscal de México está bajo la lupa debido a un déficit presupuestario persistente. Analistas de Julius Baer han señalado que el plan del país para reducir el déficit fiscal del 5.9% del PIB en 2024 al 3.9% en 2025 es ambicioso y posiblemente inalcanzable. El aumento del gasto social por parte del gobierno, junto con las dificultades financieras de empresas estatales como Pemex, están añadiendo presión a las condiciones fiscales del país. Según Moody’s Analytics y Finamex, es probable que el déficit se mantenga entre el 4.1% y el 4.5% del PIB, lo que está por encima del objetivo proyectado por el gobierno.
Las debilidades institucionales, en particular las reformas constitucionales propuestas que afectan al poder judicial, también son motivo de preocupación. Standard & Poor’s (S&P) ha destacado que estas reformas podrían socavar el marco institucional, impactando negativamente en la calificación crediticia del país. El analista Joydeep Mukherji de S&P mencionó que el “debilitamiento del proceso institucional de checks and balances” podría reflejarse en una calificación negativa tanto para el soberano como para Pemex.
Moody’s ya ha cambiado la perspectiva sobre la calificación soberana de México a negativa, citando el “debilitamiento del marco institucional y la formulación de políticas que pueden socavar los resultados fiscales y económicos”. Por otro lado, S&P, aunque mantiene una perspectiva estable por el momento, ha advertido que la falta de corrección del déficit fiscal y el efecto de las reformas institucionales podrían ejercer presión a la baja sobre la calificación crediticia.
Una degradación en la calificación crediticia de México tendría implicaciones económicas significativas, incluyendo tasas de interés más altas, aumento de la deuda externa e inflación elevada. Esto podría afectar tanto a las empresas como a los hogares, conduciendo a una reducción de la inversión y al crecimiento económico.












