La zaragozana Cristina Llop (1978) es licenciada en Derecho por la Universidad de Zaragoza y Máster en Práctica jurídica por la misma universidad. Ha sido considerada una de las 20 mujeres más influyentes de la abogacía española. En la actualidad es socia de las áreas Dispute Resolution y Litigation de Écija, despacho de abogados multidisciplinar de carácter internacional.
Lleva más de 15 años en el ejercicio de la profesión y participando en las instituciones de la abogacía. Es la ex presidenta de la Confederación Española de la Abogacía Joven (CEAJ), consejera del Consejo General de la Abogacía Española (CGAE) y también la vicesecretaria de comunicación y marketing de éste.
¿Estudió derecho como algo vocacional? ¿Le viene de familia?
Mi padre era abogado, pero se jubiló antes de que terminara la carrera. Yo veía a mi padre, que tenía el despacho en casa y no quería ser como él. Las sesiones de teléfono, las llamadas a horas intempestivas, los sinsabores. Cuando pensaba en estudiar lo decía: de todo menos abogada. Al final la vida te va llevando y mira. No fue vocacional, la carrera la hice en la Universidad de Zaragoza. Me costó muchísimo y no me gustaba nada, porque no se planteaba desde un punto de vista práctico y lo bonito del derecho es precisamente eso, saber gestionar los conflictos de la gente. Ahí le vi el sentido a la profesión.
¿Por qué decidió enrolarse en instituciones relacionadas con la abogacía joven?
En ese momento yo no tenia una gran vida institucional. Una compañera quería presentarse a la presidencia de la Agrupación de Abogados Jóvenes de Zaragoza y me metí como vocal por apoyar a una amiga. No tenía ninguna aspiración por entonces. Cada vez que lo pensamos ahora nos reímos.
Yo asistía a las reuniones periódicas de las juntas de España. Y me empezó a gustar y cada vez comencé a interesarme más por la vida institucional, porque me di cuenta que hay cosas que solo se pueden cambiar desde el asociacionismo. Por aquel entonces me propuso David Díez, presidente de la Confederación Española de la Abogacía Joven, presentarme como vocal. A los dos años se fue y me presenté yo como presidenta nacional, con la suerte de salir elegida. Estuve 2 años que es a lo que me comprometí. En ese momento tenía ya 38 años y no me veía capaz de representar ya a la abogacía joven. Además, he estado vinculada con la Asociación de Jóvenes Empresarios de Zaragoza (AJE), ya que estuve en la junta y sigo colaborando con los jóvenes empresarios y abogados.
¿Cómo llegó a ser consejera del Consejo General de la Abogacía Española (CGAE)?
El órgano superior de la abogacía española es el pleno, compuesto por los decanos de cada colegio de abogados de España (83), los presidentes de los consejos autonómicos de la abogacía y 12 consejeros elegidos por los anteriores entre juristas de reconocido prestigio. Yo fui elegida como tal a los pocos meses de dejar CEAJ. Además, la presidenta elige entre todos ellos a aquellos que considera para ocupar cargos de especial responsabilidad, y en mi caso ocupo desde hace cuatro años el de Vicesecretaria de comunicación y marketing del Consejo.
¿Qué ha aprendido durante este tiempo en el mundo institucional?
Las grandes reformas no se consiguen desde casa y requieren de la institucionalización. No es un trabajo que sea grato, porque muchas veces los éxitos parece que se regalan, y los fracasos responden a una culpa personal. Tanto a nivel institucional como profesional, la primera lección que he aprendido es que o remamos todos en un mismo sentido o las cosas no se sacan. Además, también he aprendido que cuando uno se asocia de manera profesional o se involucra en la vida institucional, ha de hacerlo desde la humildad y la generosidad. Humildad para reconocer los éxitos ajenos, y generosidad para hacer cesiones en tu propio detrimento por el bien común.
Es socia en Écija Zaragoza desde hace cinco años. ¿Qué objetivos tiene Écija este 2021?
Hemos apostado fuerte por la expansión en Latinoamérica, y aspiramos a seguir creciendo, manteniendo la estabilidad de lo ya conseguido. Hemos crecido mucho en los últimos años, con premios internacionales que han reconocido nuestro buen trabajo. Ahora nos centramos en expandirnos y mantenernos en aquello que ya destacamos.
Está considerada como una de las mujeres más influyentes de la abogacía española 2020. ¿Qué se siente?
Con mucha suerte. Conozco muchísimas compañeras que se lo merecen más que yo, lo malo de los rankings es que siempre se quedan cortos. Yo no hubiera llegado a hacer nada de lo que he hecho si no hubiera estado rodeada de gente mucho mejor que yo, del trabajo en equipo. Mi máximo mérito ha sido elegir a las personas que he llevado conmigo en esta trayectoria.
La lista de mujeres influyentes de la que forma parte no es una lista mixta. Aunque ha habido un aumento de mujeres en la profesión se sigue apreciando la brecha de género y los techos de cristal. Solo el 19% ocupa el cargo de socia en grandes despachos.
Seguimos siendo muy pocas socias en puestos de dirección, ya sea por decisiones de terceros o propias. Hay mujeres que no promocionan porque lo deciden por ellas mismas, para atender más a su familia. Personalmente, me parece una decisión tan válida como cualquier otra, pero siempre que no se tome por convencionalismo social sino por propia convicción. Tenemos un problema educacional sobre el que tenemos que trabajar.
¿Cómo contribuye usted a visibilizar el papel de la mujer en la abogacía?
No sé si contribuyo o no a visibilizar pero, sin duda, el posicionamiento de mujeres en puestos directivos dentro de nuestras instituciones o despachos sirve para demostrar nuestra capacidad para ello. Yo no he tenido grandes dificultades para alcanzar los puestos que he ocupado, pero me consta que otras mujeres sí lo han tenido. Esto es un problema de todos los ámbitos, no solo en la abogacía. Sé que hay compañeras que dedican muchas horas a los despachos, pero luego no se les da la opción de promocionar porque se piensa que cuando deban elegir entre cliente o familia, priorizarán esto último. Mi impresión es que es por eso y no por otro tipo de criterios, como la valía profesional de la mujer que está ampliamente acreditada.
¿Cuál es su papel en Women in a Legal World?
Es una asociación para promocionar el talento femenino en el sector legal. Se organizan muchas sesiones para visibilizar el papel de mujeres directivas, potenciar relaciones entre nosotras para fomentar el apoyo que nos tenemos que prestar las unas a las otras. Nosotras a veces somos nuestras propias villanas, y esta asociación tiende al hermanamiento de mujeres en el sector. Es una asociación tremendamente activa con la que no puedo trabajar todo lo que querría.
¿Hay mucha competitividad entre las mujeres del sector?
La mujer es competitiva de por sí y muchas veces somos nosotras mismas las que nos ponemos las zancadillas. No solo nos frena el género masculino y tenemos que ser conscientes de esto. Tenemos un problema educacional que debemos superar unos y otros.