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14 octubre 2024

Daniel Aquillué: “En el siglo XIX se cae un mundo y se construye uno nuevo”

Este historiador zaragozano aborda en una entrevista con Go Aragón su último trabajo, el libro ‘España con Honra’, una obra de divulgación que pretende reivindicar la importancia del periodo decimonónico y desterrar los mitos vinculados a personajes y sucesos de aquellos tiempos.

Daniel Aquillué (Zaragoza, 1989) cuenta que el siglo XIX no fue ese desastre inexplicable que muchas veces parece grabado en el imaginario colectivo, sino un periodo convulso y de gran importancia para el devenir del país. Con el fin de desterrar falsos mitos asociados a este siglo y reivindicar su peso histórico, acaba de publicar con La Esfera de los Libros España con honra. Una historia del siglo XIX español. 1793-1923’.

Este doctor en Historia, actualmente, profesor en la Universidad Isabel I de Burgos, repasa con esta obra de divulgación los sucesos que acontecieron y sus principales protagonistas, aunque también tienen cabida otros personajes que llaman la atención como el Chorizo o La fiera aragonesa, líderes de bandas zaragozanas de entonces, pero con implicaciones en la política del país.

En el prólogo apuntas que ‘Guerra y cuchillo’ era el libro que siempre quisiste escribir, mientras que ‘España con honra’ es el que siempre debiste escribir, ¿por qué?

‘Guerra y cuchillo’, sobre los sitios de Zaragoza, es un libro que siempre quise escribir porque mi vínculo con el tema de 1808 viene de largo, desde que descubrí siendo un adolescente, con 15 años, lo que había sucedido en la ciudad. Me interesé por el tema, pero nunca había tenido el tiempo ni la oportunidad de escribir sobre ello hasta que, al final, gracias a La Esfera de Libros, lo pude materializar.

En cambio, ‘España con honra’, que es una visión actualizada, sintetizada y de alta divulgación sobre el siglo XIX, y aunque obviamente también me apasiona esa historia, es un libro que debí escribir hace mucho. Ya hace años, en el doctorado, hablaba con los compañeros de la necesidad de desterrar todos los tópicos y visiones desfasadas que había sobre este periodo histórico. Pero, por A o por B, se iba posponiendo; no cuajaba la idea hasta que, nuevamente, gracias a la editorial, he podido escribirlo. Es un libro reivindicativo de la historia del siglo XIX, de que hay que entenderla y de que no es ese desastre inexplicable que muchas veces se presupone.

¿Por qué existen esos tópicos y esa visión, más cuando no es un periodo ajeno, sino que, por ejemplo, se estudia en los planes de educación Secundaria?

Precisamente, por eso viene parte de la mala fama del siglo XIX español. En segundo de Bachiller existe un problema fundamental, compartido con otras materias, que es la espada de Damocles, la presión, de la prueba de acceso a la universidad. El alumnado engulle contenidos, el profesorado hace lo que buenamente puede con las ratio que hay y la burocracia educativa que tienen encima y se explica el XIX como buenamente puede. Y, muchas veces, lo fácil o lo práctico es concebir un siglo XIX lleno de datos, fechas, nombres, cambios constitucionales, de gobierno, pronunciamientos, revoluciones… y así nadie entiende nada y todo el mundo lo odia porque dice ‘¿pero qué es esto?’.

Es que el XIX no fue un siglo precisamente tranquilo en España…

El siglo XIX, en general, en toda Europa y América, es tremendamente convulso. Y España no es la excepción, por supuesto. En este siglo se cae un mundo y se construye uno nuevo; cae el Antiguo Régimen y se construyen los estados-nación como los conocemos hoy en día. Lo que no se inventa en ese siglo, se reinventa y raro es que alguna de las cuestiones que tenemos actualmente no se haya ensayado en el XIX, porque pasa de todo.

Las dos obras de divulgación de Daniel Aquillué, 'Guerra y cuchillo' y la reciente 'España con honra'. FOTO: Daniel Aquillué
Las dos obras de divulgación de Daniel Aquillué, ‘Guerra y cuchillo’ y la reciente ‘España con honra’. FOTO: Daniel Aquillué

Hablabas antes de mitos, como que Godoy era amante de la reina María Luisa o la trascendencia real de la batalla de Trafalgar, ¿por qué siguen vigentes?

Con Godoy pasa que, sin ser conscientes, nos hemos comido el relato de Fernando VII. Todo el mundo dirá que fue un mal rey, pero asumimos el relato del partido fernandino de 1808. Y las investigaciones, tanto de Emilio La Parra como de Antonio Calvo Maturana, que han estudiado el periodo, la figura de Godoy y de la reina María Luisa de Parma, certifican que, evidentemente, Godoy no fue amante de la reina. Es más, fue un ilustrado hombre del Estado, fiel servidor de ambos monarcas, de Carlos IV y de María Luisa.

¿Por qué ha pervivido? Primero, por la propia propaganda del partido leal a Fernando VII en 1808 que, con tal de desprestigiar a la monarquía que habían derribado, le hacían causante de todos los males y la corrupción política y moral. También, por un sesgo de género, por achacar a María Luisa el desastre de 1808; eso de qué mala reina era que, además, le ponía los cuernos a su marido. Y, luego, el propio relato liberal que se construye en el siglo XIX; como el liberalismo es opuesto a la monarquía tradicional, usan ese mismo relato para desprestigiar todo lo anterior. Es el relato que nos hemos comido muchas veces acríticamente.

Godoy, Pepe Botella, María Luisa de Parma… esto de difamar y generar bulos no es exclusivo de los tiempos actuales, ¿no?

Viene de largo. La propaganda y las ‘fake news’ han existido siempre. No son algo nuevo. Pensamos que es algo de ahora, con las redes sociales y los medios de comunicación en un mundo más globalizado. Pero eso ha existido siempre por un medio o por otro.

Otro aspecto que llama la atención del libro es lo que se refiere a los españoles que combatieron del lado francés en la Guerra de la Independencia…

Se menciona a los afrancesados, pero el ejército español del rey José I sigue siendo un desconocido, a pesar de que hay una investigación de otro aragonés, que es Luis Sorando, que lo ha sacado a la luz hace ya unos años. Hay que tenerlo presente también y ver la Guerra de la Independencia como un conflicto mucho más complejo de lo que habitualmente se suele presentar. También tuvo ese matiz de guerra civil entre españoles.

Pero siempre ha habido un cariz romántico o trascendental con esa guerra…

La Guerra de la Independencia es el momento icónico de entrar a la contemporaneidad para muchos relatos del estado-nación español. Entonces, se pretende mitificar y endulzar ese relato. El 2 de mayo, el motín, porque es un motín popular, en el siglo XIX se va a intentar, incluso, que sea fiesta nacional. Eso no cuaja luego por otras razones, pero hasta ahí llega.

También nombras personajes casi novelescos en el libro, como Melchor Luna, alias ‘Chorizo’, o ‘La fiera aragonesa’, Andrés Puyans, una suerte de ‘Gangs of New York’, como los llamas, pero de Zaragoza…

Aunque se han tratado en libros aragoneses sobre bandoleros, yo los abordé ya, a partir de la tesis doctoral, como elementos que demostraban la politización de la sociedad; porque no solo eran contrabandistas y tenían sus bandas con las que se retaban a duelo y a navajazos por Zaragoza y medio país sino que, además, tenían unas implicaciones políticas muy de la época. Y son el ejemplo perfecto de cómo la sociedad no era tonta ni apática, sino que tenía sus motivaciones, tomaba partido y se jugaba la vida. Pensé que debían estar en el libro porque estos aragoneses tan de película se tenían que conocer a nivel nacional.

Incluso en tu obra se ve cómo les debían favores desde las altas esferas, ¿no?

Sí, porque estaban vinculados. No estaban en su casa o se relacionaban solo con, en el caso de Chorizo, los de San Pablo y, en el caso de Puyans, con los del Arrabal (ambos, barrios de Zaragoza). Tenían conexiones fuera de Zaragoza que llegaban hasta el general Espartero, a través de políticos y militares de la época con los que habían combatido, les habían hecho de seguridad privada, habían ayudado a mantener el orden o a defender la ciudad de los carlistas.

Según cuentas, Puyans y sus dos compinches prepararon un buen lío en Madrid, en una taberna, porque se metieron con su acento…

Cuando leí la noticia de la prensa de la época dije ‘madre mía, cómo la liaron en la taberna’ (ríe). Son disputas que, en otros momentos, se podían haber resuelto de otra manera pero, en ese siglo XIX, en el que las armas estaban muy presentes y los ánimos a flor de piel, pues acabaron a navajazos y con unas cuantas bajas por parte de los madrileños (17 muertos o heridos, según recoge la crónica de la época, mientras que los tres zaragozanos sufrieron heridas leves. Al poco tiempo fueron indultados por Espartero).

El historiador zaragozano Daniel Aquillué y su última obra, 'España con honra'. FOTO: La Esfera de Libros
El historiador zaragozano Daniel Aquillué y su última obra, ‘España con honra’. FOTO: La Esfera de los Libros

¿Qué importancia tuvo Aragón como territorio durante el siglo XIX en la historia de España?

Es un papel muy importante; Aragón está presente de principio a fin. En la propia Guerra de la Independencia es una zona no ocupada que va a ser foco de la resistencia antinapoleónica. Luego, Zaragoza crea el mito que se va a trasladar al relato nacional español durante todo el siglo XIX y va a tener una impronta muy fuerte. Y, por ejemplo, en la primera guerra carlista, a Bilbao, que sufre un asedio carlista y resiste, van a llamarla la segunda Zaragoza, en referencia a la resistencia de la ciudad en 1808. Pero es que en Aragón, en las guerras carlistas también se va a dividir en dos y va a ser frente de combates entre carlistas y liberales; igual que pasa en la guerra civil del siglo XX.

Pero es que, además, Aragón va a ser muy importante en ambos bandos. En el lado carlista, porque va a tener en el Maestrazgo turolense uno de los principales focos bajo el liderazgo de Ramón Cabrera, que establece su capital en Cantavieja y va a ser uno de los últimos puntos en caer en las manos de los liberales, en 1840. Y, en el lado de los liberales, Aragón es punta de lanza de la revolución liberal y, luego, de la revolución democrática.

Zaragoza es, por ejemplo, una de las primeras ciudades que se suma a la revolución de 1836 y va a ser un bastión leal a Espartero, incluso sufriendo un asedio en 1843. El Alto Aragón va a ser también importante y Huesca va a ser tomada en 1848 por una partida republicana, la de Manuel Abad. Pero es que, en Teruel capital, Víctor Pruneda va a ser uno de los primeros políticos democráticos de España que defienda el sufragio universal y una ampliación de derechos. Y, más tarde, en el siglo XX, Zaragoza va a ser una de las ciudades, con la CNT, más revolucionarias y con más huelgas de todo el país y se conseguirá la jornada de ocho horas.

Esta obra y ‘España y cuchillo’ se encuadran dentro de una divulgación más habitual, a través de un libro, pero en las redes sociales eres muy activo, ¿qué importancia tiene llevar la divulgación a ese terreno?

Siempre digo que voy a divulgar la historia por todos los medios a mi alcance. Utilizo, obviamente, la escritura, la alta divulgación en libros. También, con charlas, entrevistas, recreaciones históricas y las redes sociales, en mi caso y, fundamentalmente, Twitter. Es una red que puede ser muy tóxica o puede usarse, que resulte una agradable y que sirva para divulgar historia. En Twitter he encontrado una red de personas, de divulgadores, historiadores y gente de todo tipo, con la que estoy muy contento.

Yo mismo me sorprendí cuando empecé a tener la acogida que tenían mis hilos y mis tuits. Por ese lado, estoy muy contento y voy a persistir en ello, porque Twitter se puede utilizar para divulgar la historia, sin duda.

Por cierto, siendo docente universitario, ¿ves interés en los alumnos en la historia del siglo XIX?

Aquí me voy a poner una medalla y me voy a sentir un poco orgulloso, porque tengo amigos que imparten Historia en distintas universidades que me dicen que tienen alumnos interesados en el siglo XIX porque me siguen en Twitter. Cuando me cuentan esas cosas, pienso ‘sirve para algo’ y me alegra. Y, viendo la recepción que están teniendo estos libros, creo que algo, aunque sea poco, vamos consiguiendo. Y lo digo en primera persona del plural porque yo he hecho este libro, pero debe mucho a muchos compañeros que han investigado la historia del XIX, hemos debatido y hemos hablado. Y así se construye el conocimiento también. Vamos entre todos, poquito a poco, consiguiendo mejorar la comprensión de la historia; en este caso, del siglo XIX.

¿Y qué mitos sobre ese periodo te gustaría ver desterrados dentro de unos años?

Con que dejáramos de vernos en España como un país siempre fracasado e idealizando cualquier otro del entorno. ya haríamos bastante. Llega un momento en que ese catastrofismo autoflagelante de la historia de España contemporánea, que también lo tenemos, en parte, por el trauma del siglo XX, a veces no nos deja ver el pasado ni el presente, ni tampoco imaginar un futuro. Ni era tan desastre entonces, ni lo es ahora, ni nos tenemos que resignar a que las cosas no funcionen; hay que mirar la forma de mejorar la sociedad, el país y nuestras vidas.

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