Si vives en la capital aragonesa, seguro que has pasado muchas veces junto al Mercado Central de Zaragoza, quizá incluso sin prestarle atención. Si eres de fuera, seguro que quieres conocer los motivos para visitar este precioso lugar. Vengas de donde vengas invierte unos minutos en admirarlo. Rodéalo, observa las cristaleras, las forjas que adornan las ventanas, las columnas y sus remates… Después, si está abierto, entra en él, recorre sus galerías, fíjate bien en los adornos del techo, los arcos de hierro… Tras haber dedicado tiempo a estudiarlo, seguro que entiendes que sea uno de los lugares más visitados por los turistas, y que incluso se organicen visitas guiadas escolares para conocerlo.
El Mercado Central, uno de los tesoros arquitectónicos de Zaragoza, abrió sus puertas en 1903, para sustituir al mercado que los comerciantes montaban en el mismo lugar desde el siglo XIII. Su diseñador, el arquitecto Félix Navarro, se inspiró en el bazar parisino de Les Halles y en la Galería de Máquinas de la Exposición Universal de París, y optó por la piedra, el hierro y el cristal como materiales. Por eso su aspecto recuerda al de muchas construcciones que se ven en las grandes capitales europeas.
Siguiendo las bases del Modernismo, el edificio se decoró con motivos vegetales, animales y mitológicos, que, además, estaban muy en consonancia con la actividad que en el se realizaba; por eso, si dedicas algo de tiempo a observar los interiores, descubrirás referencias a la agricultura, la caza, la pesca o, directamente, frutas (en las cresterías pueden verse carneros, alcachofas, conejos o racimos de vid, por ejemplo) e incluso el león rampante, símbolo de la ciudad de Zaragoza.
También es fácil encontrar simbolismo alegórico a la actividad y productos propios del mercado en los tarjetones esmaltados que decoran el friso de la parte alta. Estas piezas decorativas servían, además, como una especie de guía que permitía localizar los diferentes puestos (los fruteros bajo el dibujo de las frutas, o las piezas de caza señaladas por el conejo, por ejemplo. Como curiosidad, el encargado de pintar estas figuras fue Elías García Martínez, el artista original que pintó el Ecce Homo de Borja que Cecilia ‘restauró’ en 2012.
Un símbolo de la ciudad que estuvo a punto de desaparecer
Déjanos que ahora te contemos una curiosidad sobre él, ¿sabías que este edificio fue declarado en 1978 Monumento Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural en 1982? Es posible que sí, porque es un dato bastante conocido, pero es posible que desconozcas que estuvo a punto de ser demolido en la década de los 70. Sí, como lo oyes, la reordenación urbanística de la zona hizo que el Ayuntamiento se planteara demolerlo o, al menos, cambiarlo de ubicación para favorecer el tráfico. Sin embargo, y afortunadamente, tras muchas protestas ciudadanas, los minoristas que operaban en él llegaron a un acuerdo con el consistorio para que el Mercado Central continuase en el lugar donde había sido levantado hacía 70 años, garantizando su supervivencia. Además, se comprometieron a financiar parte del proyecto de reforma y remodelación.
Sucesivas reformas para ir adaptándolo a los tiempos
El Mercado Central de Zaragoza ha sido reformado en varias ocasiones, las más importantes tuvieron lugar en 1982, 2008 y, recientemente, en 2019. Todas ellas han servido para adaptar el espacio a la modernización de su actividad como mercado, respetando siempre el aspecto exterior.
En la última reforma, cuyo resultado se dio a conocer a los zaragozanos en febrero de 2020, se quiso abrir el mercado más todavía a la ciudad. Por eso se instalaron grandes cristaleras que permiten a los paseantes ver el interior y, además, ayudan a crear un espacio diáfano y sin agobios para visitar los diferentes puestos. Además, se instalaron cuatro puestos de restauración y un pequeño escenario para conciertos, que tienen por objetivo convertir al mercado en lo que era cuando se instalaba en este lugar hace siglos, un punto de encuentro y socialización en el que, además, de hacer la compra, los zaragozanos pudieran pasar tiempo en compañía de familia y amigos.
Se agrupan bajo la denominación ‘Rombo Zentral’, que engloba cuatro locales diferentes: Matiné, Mixtura, Mueso y Mambo, cada uno especializado en diferentes productos (desayunos, marisco, comida a la brasa y coctelería, respectivamente) que elaboran utilizando los productos que se venden en los puestos del mercado. Más fresco imposible.
Y desde una de las terrazas de esos puestos terminamos este pequeño repaso por la historia de este gran monumento arquitectónico zaragozano, pero el Mercado Central tiene mucho más que enseñarte, por eso recuperamos la recomendación con la que comenzábamos: la próxima vez que pases junto a él, tómate tu tiempo para descubrir este tesoro modernista. Pasea, compra productos de proximidad y con valores solidarios y humanos y disfruta de Zaragoza de otra manera.