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15 junio 2025

Entrevista a Fernando Benzo, autor de “El dragón negro”: Esta novela me ha dejado la obligación de hacerme esas mismas preguntas que quiero que se haga el lector y que se hacen los personajes.

Fernando Benzo vio cumplido su sueño de publicar a los 23 años. Desde entonces, para este escritor madrileño ha sido un no parar. Hace unas semanas vio la luz su undécima novela, El dragón negro, una historia que lleva al límite no solo a sus personajes, sino también a quien se encuentra frente a sus páginas. Y es que, como él mismo nos ha confesado en esta entrevista, quiere que el lector dude de sí mismo, de sus valores, de esos límites entre el bien y el mal que a todos nos parecen inalterables, pero que, entre las líneas de esta novela, podrían cambiar por completo.

Lo primero, enhorabuena por la publicación de la novela. Me gustaría empezar preguntándote por el principio de todo. ¿Cuándo descubriste tu amor por la escritura?

Pues me gustaría saberlo, porque no soy capaz de situarlo. Yo siempre me recuerdo escribiendo. Cuando tenía 10 o 12 años, escribía unos cuentos sobre aventuras de vaqueros. En aquella época se veían muchas películas de indios y vaqueros, y se me ocurrió escribir algo así. Creo que siempre llevé dentro el impulso de escribir y de contar historias. Pasé de esas historias de vaqueros a otro tipo de relatos breves y, después empecé a escribir novelas. Fue una evolución progresiva. Pero soy incapaz de situar el momento porque todo recuerdo que tenga de mí mismo incluye el escribir.

¿Y en qué momento empezaste a escribir thrillers?

Antes escribía novelas que no eran de un género específico, hasta que empecé a escribir novelas con un componente de suspense o policiaco, porque me di cuenta de que ese tipo de historias me permitían contar muchas otras cosas. Dentro de este género cabe todo. Puedes contar una historia de suspense, una historia de crímenes, y en esa misma novela hablar sobre relaciones amorosas, relaciones familiares, crítica social o corrupción política. Es un género muy rico en ese sentido, te permite tener muchos subgéneros dentro de las novelas.

“Creo que es importante crear personajes que no tengan un único matiz. En la vida real ninguno somos blanco o negro, todos somos una suma de grises, y en Estela se muestra eso (…) Se va a ver obligada a tomar algunas decisiones contrarias a su forma de pensar, a decidir dónde está para ella esa línea entre el bien y el mal, entre lo que es justo o no”

Precisamente en El dragón negro has tratado temas muy actuales, como el racismo o la corrupción. ¿Qué supone escribir sobre cosas que están a la orden del día?

La verdad que fue complejo, sobre todo en los momentos en que los personajes entran en ciertos conflictos racistas. Tienes que crear personajes que piensen algo que a ti te resulta muy incómodo y que tú no piensas. No se puede confundir la voz del narrador con la voz de los personajes. Hay que ser capaz de diferenciarlos. No pretendo escribir una novela racista, lo que pretendo es escribir una novela donde haya personajes que son racistas. Eso te obliga a marcar una diferencia, a marcar una distancia, a dejar claro que ese rasgo forma parte de la personalidad de un personaje, y eso exige un determinado esfuerzo literario. La cuestión es que no se puede generalizar; porque haya un personaje que es racista, la novela no tiene un mensaje racista; o porque haya un villano que es chino, como es el caso de El dragón negro, no significa que los chinos sean malos. Como lector hay que evitar siempre la tentación de la generalización.

Estos temas se ven explorados en distintos hilos argumentales ¿Has encontrado alguna dificultad al escribir una novela que implica tantos personajes con historias tan diferentes?

Requiere un trabajo de estructurar el argumento y las relaciones de los personajes para que las cosas cuadren. A mí hay una cosa que no me gusta nada, que me molesta muchísimo, que son las historias que te dejan cabos sueltos. Me parece engañar al lector. No puedo plantear una historia, abrir diez tramas que tengan enganchado al lector y luego, de pronto, llegar al final, resolver dos o tres de ellas y el resto, ahí quedan, apáñatelas tú con tu imaginación para ver cómo terminan. Tú puedes hacer un final literariamente o poéticamente abierto, pero lo que no puedes hacer es la trampa de plantear una serie de incertidumbres y no resolverlas. A mí eso me parece un fraude. Me esfuerzo mucho en que mis historias se redondeen y tengan coherencia.

En el caso de su protagonista, Estela, es un personaje muy complejo, con muchos claroscuros, no solo en su papel de policía, sino también en el de madre. 

A mí cada vez me gusta más crear personajes protagonistas femeninos, pero esto no deja de ser un reto. Conseguir crear un personaje femenino sólido, con lógica y bien construido, resulta un reto mucho más apasionante, que crear un personaje que se pudiera parecer a ti como persona. Además creo que Estela era un personaje que daba mucho juego. Ha pasado por ciertos problemas mentales como consecuencia de un caso previo, al que investiga en la novela, en el que tuvo que matar a una persona. Luego es una mujer que está atormentada por la exigencia social de ser una buena madre por encima de todo. En su caso aún es mayor esa presión porque es madre soltera y eso le lleva a preguntarse si es una mala madre por estar ocupándose de buscar unos asesinos en vez de cuidar a su hija. Y como policía tiene que afrontar un caso enormemente complejo, un caso que le viene grande. La suma de todo eso, a mí me parecía que creaba un personaje muy interesante, sobre todo porque creo que es importante crear personajes que no tengan un único matiz. En la vida real ninguno somos blanco o negro, todos somos una suma de grises, y en Estela se muestra eso. Incluso llega a resultar un problema el ser una mujer extremadamente cuadriculada y legalista. Al final, si quiere acabar atrapando al malo, se va a ver obligada a tomar algunas decisiones contrarias a su forma de pensar, a decidir dónde está para ella esa línea entre el bien y el mal, entre lo que es justo o no.

En el libro también se plantea la existencia del bien y del mal, pero ¿tú qué opinas al respecto? ¿Escribir esta novela ha cambiado tu forma de ver las cosas?

Yo creo que si a ti y a mí nos preguntan sobre diversos temas: ¿esto es bueno o malo? No coincidiríamos en todo y si traen a otra persona y le hacen las mismas preguntas, no sería igual a ti ni a mí, y si traen otra, también se diferenciaría de los tres. Yo creo que la línea exacta de dónde está lo justo, lo bueno, lo malo, lo que se puede hacer, lo que no se puede hacer, lo que es ético, lo que no es ético, varía mucho según cada persona. Estela es un personaje enormemente estricto, pero el problema llega cuando entra en un conflicto entre la defensa de la legalidad y el hacer justicia. En cierto momento, eso le lleva a preguntarse si está justificado sacrificar una parte de la legalidad, porque precisamente eso es lo que le va a llevar a hacer justicia. ¿El fin justifica los medios? Yo creo que cada uno tenemos un criterio. Yo tengo el mío, que probablemente sea también exclusivo, y donde me puedo equivocar en muchísimas cosas. No es que me lo haya cambiado la novela. Lo que quiero demostrar con la novela es que cada uno marcamos una línea, y quiero que cuando el lector termine de leer la novela, no solo que se lo haya pasado muy bien leyéndola, que es el objetivo fundamental, sino que, también le deje alguna pregunta sobre sí mismo.

Y a ti ¿Qué te ha hecho preguntarte? Imagino que es inevitable dejar una parte de ti en todo lo que escribes.

Es cierto que en todas ellas dejas muchísimo de ti, pero eso no quiere decir que lo que escribas sea autobiográfico. Siempre que escribes algo la gente te pregunta si es autobiográfico, no, no es autobiográfico. Si fuera autobiográfico todo lo que he escrito, habría vivido unas aventuras muy raras que no tienen nada que ver con mi vida. Pero sí, evidentemente cada trabajo te marca. Yo creo que, en el caso de “El dragón negro”, a mí me ha dejado también la obligación de hacerme esas mismas preguntas que yo quiero que se haga el lector y que se hacen los personajes. Por ejemplo, gracias a la denuncia que se hace en la novela hacia el racismo. Todos creemos que no somos racistas en absoluto, que somos súper abiertos, súper acogedores, pero luego, cuando miras más en profundidad dentro de ti, a veces aparecen micro-racismos, por llamarlo de algún modo. 

En la cultura china, el dragón es la figura masculina, mientras que el tigre, es la femenina ¿El título viene de esa similitud entre la leyenda china y tus personajes?

El título, más que por esa contraposición entre dragón y tigre  —aunque también podría serlo, porque el villano de la novela es hombre y la protagonista es mujer— viene respecto a lo que yo aprendo sobre los dragones. Primero, la diferencia que existe entre el dragón occidental y el dragón oriental. El dragón occidental es un ser maligno, es un ser que quiere arruinar a los hombres, destruir con sus bocanadas de fuego los poblados y que, para ser derrotado, nada menos que requiere a un santo, un San Jorge que mate al dragón. Es todo terrible, sangriento y negativo. En cambio, el dragón asiático es completamente diferente. Es un ser de bondad, protege a los guerreros, ayuda a los gobernantes, en tiempos de sequía trae agua y en tiempos de hambre trae semillas. Menos el dragón negro. El dragón asiático en general es positivo; el dragón negro es el único que significa sombras, que significa oscuridad, negatividad. Entonces, cuando yo descubrí eso, dado que mi villano es un personaje chino, es el dragón negro, porque es una excepción a la comunidad china, él es el villano, el malo, el diferente. Una vez que vi que ese era el mapa de los dragones, el título apareció de manera natural. El villano de mi novela es un dragón negro.

“Yo no olvido los tiempos en que me encontraba en esa situación: escribías y soñabas con publicar, sin saber si lo conseguirías, llamabas a puertas y te decían que no. Todos tenemos muchas cartas de editoriales diciendo “no nos interesa su novela””

Para esta historia has recuperado a Dardo, un personaje de tu novela anterior Los Perseguidos. ¿Cuándo escribiste Los Perseguidos tenías intención de continuar con Dardo en una novela futura?

No. Dardo aparece en El dragón negro sobre todo porque quien quería que apareciera era otro personaje de Los Perseguidos, Virginia. Virginia era la mujer de Dardo en la novela anterior. Es una mujer que acaba desencantada con la relación que tiene con este villano y un buen día coge, hace las maletas y se marcha a Buenos Aires. Pero yo sentía que le debía algo, que no había terminado de cerrar su historia. Se marchaba muy herida, con una enorme sensación de fracaso personal, y siempre me quedó la sensación de que Virginia se merecía algo más, que su historia debía continuar de alguna manera. En la trama argumental de El dragón negro, me encajaba perfectamente el personaje de Virginia, así que era una oportunidad de oro para hacerla volver, meterla en una historia y, al mismo tiempo que forme parte de toda esa trama de suspense y criminal, para que todo lo que le va ocurriendo le sirva para curar sus heridas, cerrar una etapa y volver a empezar. Me siento muy contento de haberla traído de vuelta para que su vida, de alguna manera, sane.

¿Y cómo es reencontrarte con Virginia en un contexto diferente, en una novela distinta?

Me ha permitido que el personaje crezca, creo que Virginia ha evolucionado mucho en esta novela. Al principio es una mujer que vuelve a España, a Madrid, aún confundida, como te decía, con las heridas abiertas por todo lo que vivió con Dardo. Su historia arranca desarrollándose de manera paralela a la trama policial de la novela, pero poco a poco se Virginia se va viendo involucrada, esta vez debido a que empieza una relación con el villano de la novela, David Wang. Acaba adquiriendo tal protagonismo que la resolución de toda la trama criminal se produce, en gran medida, gracias a ella. Es un personaje que realiza un viaje a lo largo de la novela. Creo que todos los personajes de El dragón negro hacen un viaje: no son iguales al principio que al final. En el caso de Virginia, claramente todo lo que vive le sirve como una especie de crecimiento o sanación.

Fernando Benzo, autor de "El dragón negro"
Fernando Benzo, autor de “El dragón negro”

Ahora ¿estás inmerso en un proyecto nuevo o prefieres disfrutar de haber publicado El dragón negro?

¿Sabes lo que pasa? Que cuando sale tu novela y empiezas a hablar de ella, ha pasado bastante tiempo desde que la terminaste. Yo empecé a darle vueltas a la historia de El dragón negro hace aproximadamente tres años. Pasé dos años escribiéndola, y luego empezamos a preparar la publicación con la editorial, que lleva bastantes meses. Así que, para cuando la novela sale, hace años que la conozco y meses desde que la terminé. Es decir, lo que para el lector es nuevo para mí ya no lo es tanto. Ahora mismo estoy en la fase inicial de otra historia, pero, de momento, quiero disfrutar de la experiencia de la publicación y confiar en que guste a los lectores. 

Por último, quería preguntarte, como escritor que ya ha publicado varias de sus novelas, ¿Cuál crees que es la mayor dificultad que enfrentan los escritores amateurs en España?

Publicar. El gran sueño de todo escritor es publicar. Escribir es una vocación, o incluso una necesidad de contar historias, de plasmarlas en un papel, de trabajar mucho en ellas y de hacerlo con ilusión. Y yo creo que si eres escritor de verdad, lo que escribes es para ser leído. Esa gente que dice: “He escrito un cuento maravilloso y lo he guardado en un cajón porque no quiero que nadie lo vea”… Entonces no eres un escritor. No sé cómo se llama eso exactamente, pero no es ser escritor. Un escritor es quien quiere contar historias y que los demás las conozcan, y para eso, necesitas que se publiquen. Actualmente, el gran reto de un escritor es encontrar un editor. Yo no olvido los tiempos en que me encontraba en esa situación: escribías y soñabas con publicar, sin saber si lo conseguirías, llamabas a puertas y te decían que no. Todos tenemos muchas cartas de editoriales diciendo “no nos interesa su novela”. No hay que olvidar que esto empieza así, y que cuando uno está publicando su novela y puede hablar de ella como estoy haciendo ahora, es un privilegiado y un afortunado. Hay mucha gente que no consigue publicar. Lo más complicado es no rendirse. Es el único consejo que me atrevería a dar: no rendirse, seguir peleando si tienes ese afán de contar historias, hasta que un día lleguen a publicarse y puedan llegar a los lectores.

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