Alaitz Leceaga nos cautiva de nuevo con su última novela, La última princesa. Una historia que se desarrolla entre los rincones del País Vasco, de sobra conocidos por su autora y por Nora Cortázar, jefa del departamento de Ciencias del Comportamiento de Interpol, en cuya nueva vida lejos de España, parece no tener cabida el pasado que tanto se esforzó en dejar atrás. Ahora Nora debe volver a Lemóiz, a Irving, su antiguo amor; y a todos esos monstruos que deberá enfrentar si quiere resolver un crimen lleno de misterios, que a su vez le hará reconciliarse con su propia historia.
En esta entrevista viajamos con su autora a su propio pasado, cuando publicar era solo un sueño, y conocemos de primera mano los secretos de unos personajes tan complejos como humanos, que con cada novela seducen a más y más lectores.
¿Cuándo comenzó tu amor por la literatura?
Para mí, escribir ha sido siempre una necesidad. Empecé escribiendo cuentos, luego, de más mayor, pasé a los relatos. De hecho, mi primera novela la había planeado como un relato, pero enseguida me di cuenta de que era demasiado extensa para ese formato. Ahí ya me lancé directamente a un texto más largo y a mi primera historia, a mi primera novela. Además, antes de eso, yo no tenía ningún tipo de relación con el mundo editorial. Publicaba en un portal relatos por capítulos y cada semana iba actualizando la historia. Luego, mis lectores empezaron a escribirme para recordarme que tenía que actualizar el relato. Entonces me di cuenta de que realmente me apasionaba escribir de forma más profesional.
¿Cómo viviste el proceso de ver convertido un hobbie en tu profesión?
Yo lo viví, y todavía lo vivo, aunque suene cursi decirlo, como un sueño. Poder dedicarme a algo que me apasiona, y además tener el apoyo absoluto de mis lectores y de la crítica, poder centrarme en escribir, en mis historias, es una suerte que no tiene mucha gente. A día de hoy, y eso que han pasado seis años y, con esta, cinco novelas, lo sigo viendo como un sueño cumplido.
¿Llegaste a sentir vértigo al ver como tus historias adquirían más y más éxito?
Cuando publiqué El bosque sabe tu nombre, fue un éxito no solo aquí en España, también en media Europa. Recuerdo, en ese momento, sentir esa sensación de vértigo, de montaña rusa, al ver que una historia que me ha pertenecido solo a mí, unos personajes que solo yo conocía, de repente son familiares para otras personas. Ahora, con el paso de los años, y después de cinco novelas, el vértigo sigue, pero es tranquilizador saber que a los lectores les van a entusiasmar mis historias y mis personajes.
Tu eres originaria del País Vasco, el mismo lugar en el que se ambienta La última princesa ¿Tomaste la decisión de desarrollar la historia entre esos paisajes como forma de homenaje a tu tierra?
Lemóiz es un escenario maravilloso para un thriller. Esos bosques antiguos, ese mar Cantábrico, encajan de maravilla con lo que son los elementos de la novela negra. Además, parte de la historia se desarrolla en una plataforma petrolífera en altamar, y a mí me atraía muchísimo hablar de dos componentes tan dispares entre sí como son un bosque y unas estructuras gigantes creadas por los hombres.
¿Por que decidiste desarrollar la historia en 1992?
El contexto de 1992 es muy diferente al de 2025. Es un año en el que España está celebrando la Exposición Universal de Sevilla, las Olimpiadas de Barcelona. Yo creo que, a nivel colectivo, todavía perdura el recuerdo de esa época, y me atraía muchísimo desarrollar una historia ambientada en ese momento.
“Quería que los lectores habituales sintieran que estaban leyendo una novela de Alaitz Leceaga, y a la vez que los nuevos lectores se acercaran y descubrieran una historia y unos personajes complejos y diferentes.”
En la historia juegan un papel muy importante la mitología y simbología vascas ¿Cómo fue el proceso de documentación?
La novela incluye todo ese panteón de dioses y criaturas de la mitología precristiana. No solo vasca, sino de toda la zona norte de España. También se mezclan con rituales antiguos, celtas, vascos… Hay una excavación arqueológica en marcha, y el yacimiento de una princesa celta acaba cobrando mucho protagonismo. Tuve la oportunidad, incluso, de visitar un yacimiento arqueológico real de la zona. Fueron tan amables de responder a mis preguntas, no en la perspectiva de cómo se excava ahora, en 2025, sino de cómo se hacía en 1992. Poder documentarme así fue muy especial.
¿Desde el principio supiste que querías incluir personajes mitológicos?
Lo tenía muy claro. Yo soy una escritora muy planificadora. Creo que cuando escribes un thriller, le haces una promesa a los lectores al principio de la historia: “Ven conmigo, ven con mis personajes, vamos a resolver este misterio”, y les debes al final una respuesta, una resolución. Entonces, a mí planificar me ayuda muchísimo a conseguir cerrar todos los hilitos de una historia, todas las tramas, especialmente cuando existe un personaje como Nora Cortázar, que tiene tantas capas que van descubriéndose a lo largo de la historia.
Los personajes de esta novela se destacan por su complejidad y caracteres dispares, lo que los diferencia del tópico habitual en las novelas de misterio ¿Cómo viviste su creación y desarrollo?
Cuando me senté a escribir esta historia, tenía muy claro que quería escribir una novela de misterio, pero que fuera diferente. Quería que, por un lado, los lectores habituales sintieran que estaban leyendo una novela de Alaitz Leceaga, y a la vez que los nuevos lectores se acercaran y descubrieran una historia y unos personajes complejos, diferentes, como mencionas. Siempre es complicado meterse debajo de la piel o en el cerebro de algunos personajes, pero es verdad que yo disfruto mucho escribiendo personajes complejos, y a mis lectores les encanta. Después, cuando llega el momento de las presentaciones o las ferias y se te acerca un lector y te dice: «Este personaje me ha encantado, o me ha dado pesadillas, o le he cogido mucha manía», es muy reconfortante como autora.
Precisamente una de las dinámicas más interesantes de la novela es la que ocurre entre Nora, una policía, y su padre, un asesino en serie.
Yo creo que esta novela trata, entre otras cosas, el pasado y la influencia que tiene en todos nosotros, queramos o no. El pasado de Nora y su dinámica familiar tan dolorosa está marcada por ese padre, por ese famoso asesino. De alguna manera, eso también la ayuda después en su trabajo. Ella es la mejor persiguiendo asesinos en serie, incluso es profesora en la Interpol y enseña a otros a perseguirlos. Desde el principio supe que quería contar una historia sobre el pasado y cómo nos afecta en el presente.
El personaje de Nora es asperger de alto funcionamiento ¿Cómo te documentaste para desarrollar su personalidad en base a ello?
Es verdad que esa es una de las cosas que hacen especiales a Nora, pero no me gusta reducirla únicamente a ser asperger de alto funcionamiento. Me gusta pensar que ella, a pesar de eso, o gracias a eso, resulta tan increíble en su trabajo, porque la hace ser obsesiva, creativa, descubrir una serie de patrones que solo ella ve. Aun así, aunque en su vida profesional es la mejor y es imparable, en su vida personal eso no deja de complicarle un poco algunas relaciones.
Por suerte, tuve la oportunidad de charlar con diferentes asociaciones de personas que pertenecen al espectro autista, y me ayudaron a representarlo en todo momento desde el respeto y siendo fiel a sus características.
“El personaje de Nora Cortázar, me ha dejado claro que merece la pena perseguir a los monstruos, a los demonios, a todas esas cosas que nos asustan.”
¿Sentiste algo de reparo o respeto al tratar este tema?
No, yo sentí, igual que con otros asuntos espinosos y complejos que se mencionan en la novela, que debía ese respeto, al ser alguien que no pertenece al espectro autista, pero que está intentando plasmar esa realidad. Luego, algunas de las personas que me asesoraron pudieron leer algunos episodios que me preocupaban un poco más, o de los que quería estar especialmente segura de que había reflejado su realidad correctamente. Ellos se mostraron muy entusiasmados y muy contentos, así que, en ese sentido, estoy satisfecha.
Hablando de temas espinosos, el padre de Nora formaba parte de ETA. Un grupo que aún estaba muy presente en la sociedad española de 1992.
Es verdad que en el año 1992, el contexto social y político en Euskadi, y en toda España en general, es muy diferente al de 2025. No sentí reparo en sí, como te mencionaba antes con el tema del Asperger, pero para mí era importante plasmar la realidad de ese momento, a través de los ojos de ese momento, no a través de la mirada de 2025, por muy tentadora que pueda resultar. De todas formas, la central nuclear de Lemóiz me ayudó a lograrlo; es casi como una cicatriz, como un símbolo de todo lo que sucedió durante esa época.
Otra de las relaciones más relevantes para la trama es la de Nora e Irving. Un amor de juventud que fracasó, pero que ahora parece tener una segunda oportunidad. ¿Cómo construiste esta relación cuyo comienzo tiene lugar mucho antes del comienzo de la historia?
Irving es el contrapunto de Nora, porque, mientras que Nora es muy obsesiva, Irving es justo lo contrario, aunque de alguna manera su trabajo sí que les hace ser muy parecidos en otras cosas. Él es arqueólogo, entonces se dedica a inspeccionar el pasado, a seguir esas huellas. Cuando los crímenes actuales tienen relación con los crímenes del pasado, y con esa misteriosa tumba de la princesa celta, Nora e Irving se dan cuenta de que deben trabajar juntos y de que puede que, a través de esta investigación, encuentren un camino para sanar su relación. Yo he disfrutado mucho escribiendo su relación, porque se desarrolla a lo largo de toda la historia.
¿Qué crees que has aprendido de esta novela y sus personajes?
A mí esta novela, y sobre todo el personaje de Nora Cortázar, al que le he cogido muchísimo cariño, me ha dejado claro que merece la pena perseguir a los monstruos, a los demonios, a todas esas cosas que nos asustan. El mensaje de la novela es ese: que debemos perseguir a los monstruos, reales o metafóricos, a pesar del miedo.
Tu primera novela va ser llevada a la gran pantalla ¿Cómo has recibido esta oportunidad?
Se vive con mucha emoción, es un sueño hecho realidad, pero a la vez lo veo como un complemento maravilloso y un resultado de todos los cumplidos de los lectores y de ese cariño que ellos me transmiten siempre. Cuando se me acercan y me dicen que, leyendo mi historia, han conseguido evadirse de la realidad o que lo han vivido como si fuese una serie o una película, como escritora, es algo muy bonito de escuchar.
¿Hay alguna posibilidad de que la historia de Nora se extienda más allá de La última princesa?
Con El bosque sabe tu nombre, recuerdo que siempre estaba la pregunta de la continuación. Me apodaron “la bestseller discreta” porque nunca jamás revelo si estoy pensando en otra historia. Y es verdad que nunca me ha atraído escribir continuaciones de mis historias, a pesar de que los lectores las demandan, pero en esta ocasión, después de haber conocido a Nora Cortázar y todo su universo, por primera vez puedo responder: sí, me encantaría volver a resolver otro misterio de la mano de Nora Cortázar.