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25 abril 2024

Laura Riñón: “El gran enemigo de los libros no es Amazon, son las pantallas”

Laura Riñón (1975) nació en Zaragoza pero muy pequeña dejó la capital aragonesa por Madrid. Allí, regenta la librería de moda, una “casa de libros” donde se encuentran personas de la cultura, escritores/as nóveles y libros: Amapolas en octubre. La librería lleva el nombre de una de sus novelas, cuya edición ilustrada presenta en Zaragoza (Ámbito Cultural) el próximo 14 de marzo.

¿Cuándo empieza tu pasión por la lectura?

Imagino que desde muy pequeña. Los primeros libros que recuerdo son del Barco del Vapor, Enid Blyton… y un poco el libro que fue el punto y a parte fue Mujercitas. Desde entones, para mis regalos de Navidad y cumpleaños siempre pedía libros. Además en mi casa siempre se ha leído mucho y yo creo que eso se contagia.

Pero pasar a la acción es otra cosa. ¿Cuándo comienzas a escribir y por qué?

Yo escribía desde siempre, no con ambición literaria, pero escribía cuadernos e historias. Escribir era algo que yo hacía casi en secreto y me acuerdo que en Segundo de BUP le dejé leer con toda mi ilusión un relato a una profesora que tenía de literatura, con tan mala suerte que me dijo que me olvidara de escribir y me dedicara a estudiar que era lo que tenía que hacer en ese momento. Entendí que lo que yo tenía que hacer era seguir escribiendo para mí. La vida fue pasando y de pronto iba compartiendo algunos escritos, parecía que a la gente le empezaban a gustar, y un día me lancé a escribir un libro de relatos. A partir del momento en el que lo hice público de alguna manera empezó mi aventura como escritora.

Pero tu vida no ha ido por el camino de las letras siempre. ¿Trabajabas como azafata y escribías como hobbie?

No era un hobbie, ni lo hacía en mis tiempos libres, era una necesidad. Escribir es algo que siempre he hecho, pero compartirlo es otra cosa. De pronto descubres que las historias que escribes no son para ti, que son para los demás que empiezan a leerte y hacen esas historias suyas. Sigo haciendo lo mismo que antes con la única diferencia de que ahora se publica lo que escribo.

amapolas en octubre laura riñón
(Foto: libreriaamapolasenoctubre.com)
¿Cuándo decidiste dejar tu trabajo para abrir la librería?

Amapolas en octubre, la librería, era una ilusión que yo tenia desde hacia mucho tiempo, algo que compartí con un pequeño grupo de amigos. Pasaron los años, seguí volando, descubriendo lugares y librerías… pero las cosas suceden cuando están preparado para que sucedan. Quería un lugar como Amapolas en octubre, que no es una librería al uso, es más un lugar de encuentro. Hay compra y venta de libros, pero es donde los lectores encuentran un hogar, que es lo que a mí me gusta. Hacemos muchas cosas además de vender libros. Como no sabía ni donde ni cuándo hacerlo, primero lo convertí en novela. Amapolas en octubre es una novela que publiqué en 2016 y dos años después decidí que había llegado el momento de sacarla de las páginas y hacerla realidad. Me despedí de mi trabajo porque estaba escrito, nunca mejor dicho.

amapolas en octubre laura riñón
Ilustración de Amapolas en octubre realizada por Fernando Vicente.
¿Cuándo tienes ese click o quién te impulsa?

Un local del que estaba enamorada se quedó libre. Era de una amiga mía que tenía una tienda de ropa, ella sabía que me encantaba, y cuando ella decidió dejar el local me llamó para decírmelo. A los tres días me despedí. Por alguna razón vi algo en ese lugar que me palpitaba. Creo mucho en la magia y en los destinos. Cuando tengo un pálpito me dejo llevar por él.

¿Por qué Amapolas en Octubre?

La librería se llama así por el libro. Primero fue el sueño y cuando el sueño se hizo realidad, ni me lo pensé, sabía que iba a ser Amapolas en octubre. Cuando estaba cambiando el suelo y haciendo la obra del local, enterré un ejemplar de la novela debajo, puse una nota, lo envolví y lo metí dentro. “Sobre este libro edificaré mi librería” (ríe).

Como has dicho en varias ocasiones tu librería no es como las demás, es una casa de libros.

Desde el principio tenía pensado que fuera así, incluso antes de que existieran los coworking aquí en España. Como yo viajaba por todo el mundo siendo azafata y veía a gente en librerías y no eran como las que teníamos aquí, atestadas de libros, ahí podían hablar con el librero y tenerlo de cabecera. Quería algo más, que fuera otro hogar. Estaba inspirada por historias de otros libreros, como la librera Sylvia Beach de Shakespeare and Company, que marcó una época en el París de los años 20 o 30 con su librería.

¿Qué importancia tiene la figura del librero o librera?

El librero es esencial, como lo es un farmacéutico o una persona de confianza en algo que te gusta… es fundamental. La librería que monta un librero es el reflejo de él mismo. Amapolas en octubre es un espejo de lo que yo soy y yo no sería la persona que soy sin una librería como esta. Creo que hay que ser coherente con lo que haces, me gusta conocer a los lectores, intuir o averiguar qué necesitan para leer… Hay libreros que estamos para los lectores puramente lectores, no para las personas que quieren leer porque esas van a por el libro y lo encuentran. Los lectores se dejan caer en un sitio y te preguntan, se dejan recomendar. Es muy bonito porque se genera una confianza mutua. Si un lector en el que confío me recomienda un libro, yo me lo pido para leérmelo.

En Amapolas en octubre se menciona la frase que “los libros nos eligen”. ¿Cómo ves con qué libro encaja cada persona en cada momento?

Hay novelas que leemos cuando estamos preparados para leerlas, otras que no entendemos y luego sí, o al revés. El lector cambia a lo largo de su vida y el libro sigue siendo el mismo. Al final tu sabes qué recomendar porque es algo que se ve lo que necesita. Cuando llega alguien y te dice: “quiero algo alegre”, sabes que está en un momento feliz; o si te dice “no quiero que hable de pérdida” sabes que ha tenido una pérdida reciente. Conforme vas conociendo a los lectores, si les preguntas por tres títulos que les gustan, ya sabes qué tipo de literatura les gusta más. Se trata de saber escuchar a la otra persona.

¿Es difícil hablar de libros en redes sociales? Haces unas reseñas muy diferentes a otras librerías en Instagram.

Sí, se trata de ser un poco coherente una vez más con la librería que yo tengo. Si me dedicara a poner solo fotos de la librería, que es muy bonita, me ha salido guapa la niña (ríe), no tendría mucho sentido, hay que ir más allá. Las redes sociales son un alargamiento de tu negocio y lo que eres. Yo creo que las redes sociales permiten acercar el libro al lector, despertar ilusión, interés y curiosidad. Una frase que me han dicho muchas veces en los últimos años y que me hace sentir tan satisfecha como para cerrar el negocio y pensar que lo he hecho bien es: “gracias a ti he vuelto a recuperar el hábito de la lectura”. Solo con eso yo me quedo súper satisfecha. Las redes sociales sirven para ofrecer el libro o la literatura como algo distinto. Cuando se habla de encuentros o tertulias se suele tener la imagen de personas en color sepia, con una pipa y señores con barba blanca hablado sobre libros académicos que levantan el polvo de la mesa. La literatura hay que ofrecerla como parte de nuestra vida a aquellos que no están vinculados a ella, porque los libros hablan de nosotros.

amapolas en octubre laura riñón
Ilustración de Amapolas en octubre realizada por Fernando Vicente.
¿Cuántos libros lees a la semana para hacer estas reseñas?

Depende de la semana o de si estoy escribiendo, pero unos tres o cuatro a la semana, depende.

¿Qué tipo de libros tienes en Amapolas en octubre?

Cuando abrí la librería lo hice solo con los títulos que yo tenía en la librería de mi casa, que había leído, no iba a vender cosas que no conociera. A partir de ahí iba escogiendo un poco… En Amapolas tenemos un 2% de las novedades que salen, no tengo más porque no me interesa tenerlo todo. Yo quiero tener los libros que creo que conectan con mis lectores, no quiere decir que mi criterio sea el bueno, pero son libros que yo puedo defender, que te sacuden, te emocionan, te llevan de viaje… no tengo libros comerciales, no me necesitan. De lo contrario, me parece que estoy engañando y siendo infiel a mis valores.

¿Qué aragoneses sí tienes en tu librería?

A Irene Vallejo la tengo porque hay que tenerla. El infinito es un junco es uno de los más vendidos, pero no es un libro comercial; un libro comercial es un libro que se escribe por encargo, que tiene unos parámetros para ser vendido. El infinito en un junco es una obra extraordinaria, el secreto es que Irene consiguió hacer algo muy difícil, explicar la historia de los libros para dummies, como yo digo. No es que su libro sea simple o nosotros tontos, sino que lo cuenta de una manera que todos lo entendemos y que todos nos creemos grandes conocedores de la historia gracias a ese libro. Eso es muy bonito.

Hablando de aragonesas, en tu librería hay un sillón llamado Soledad Puértolas, escritora aragonesa.

Sí, la butaca Puértolas. Soledad es amiga de la librería. También tengo libros de Sergio del Molino y también tengo un par de autoras aragonesas que no te puedo decir porque van a publicar ahora y me mandaron el manuscrito para que lo viera. Me gusta mucho defender a nombres nuevos, autores desconocidos y a editoriales pequeñas.

¿Cómo consigues enganchar a los lectores más jóvenes? ¿Cuántos van por la librería?

Esa es una asignatura muy difícil y dura, es la más complicada. Lo  primero es que el lector, tenga la edad que tenga, quiera leer. Cuando alguien quiere leer va a poner el esfuerzo, pero cuando viene un padre que me pide algo para su hijo que no quiere leer, yo no puedo hacer milagros, le digo que cuando quiera leer que venga él. Cuando viene un chico joven le digo que apague el móvil y lo meta a un cajón y siempre se ríen. El gran enemigo de los libros son las plataformas y las pantallas, no es Amazon. Hay que querer elegir dejar eso de lado y leer un libro. Pese a todo, en la librería tengo grandes pequeños lectores, de 12 a 18 años. Me quedo con ellos y aunque no tengo mucha literatura infantil y juvenil, me centro en iniciarles en los clásicos de la literatura juvenil e infantil.

Amapolas en octubre se ha vuelto la librería de moda en Madrid, allí se dan cita muchos famosos. ¿Cómo lo has conseguido?

Famosos y escritores van a todas las librerías. Quizá llega el momento en el que he empezado a hacer las cosas diferentes, no he hecho nada fuera de la común. Yo no conocía a nadie del mundo editorial, no me movía en los grupos de gente conocida. Me encantaría saber qué es lo que tiene la librería porque se lo daría a toda la gente para que esto se llene de librerías. Si algo me ha salvado ha sido mi pasión y entusiasmo… Cuando la gente que me ha dicho que pusiera más libros u otros libros, no lo he hecho porque quería ser fiel a la librería que quería tener.

 

¿Quién ha pasado por tu librería que te sorprendiera o que nunca hubieras imaginado?

Para mí son todos lectores. Me sorprendió mucho que viniera Manuel Vicent. Cuando abrí la librería puse foto suya con espacio un espacio en blanco abajo, porque siempre estuve convencida de que algún día vendría y me firmaría esa foto.

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Ilustración de Amapolas en octubre realizada por Fernando Vicente.
Vienes a Zaragoza a Ámbito Cultural de ECI el próximo lunes 14 a presentar la edición ilustrada de tu libro. ¿Habías presentado este libro en Zaragoza?

Estuve hace mucho, cuando salió la primera edición Lo presenté con Juan Bolea, fui a un pueblo pequeño en las Jornadas de Literatura y Mujer.

¿Cómo será la presentación?

Me apetece mucho ir a Zaragoza y me acompaña Marta Fernández, que es amiga y una escritora sensacional. No sé cómo va a ser. Me gusta mucho el tomar la temperatura de los sitios cuando llego, quiero ver qué es lo que pasa y luego estoy segura de que irá fluyendo. Espero sentir esa emoción, 47 años después vuelvo a la tierra que me vio nacer.

¿Por qué decides ilustrar este libro cinco años después de que saliera publicado?

Porque la vida es muy generosa conmigo. Fernando Vicente, que para mí es uno de los grandes, hizo el cartel de la Feria del Libro de Madrid la primera vez que firmé. Le invité a Amapolas, nos conocimos y tuvimos un flechazo él, su mujer y yo. Desde entones son amigos de la librería, ha expuesto aquí… En una expo estaba colgando los cuadros y dije: “debería ser una pasada que Fernando Vicente te ilustre un libro”. Y me dijo: “pídemelo”. Fernando generalmente solo ilustra autores muertos. Cuando me dijo que lo iba a intentar…

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Ilustración de Amapolas en octubre realizada por Fernando Vicente.
¿Tu libro favorito?

Depende del día. Qué preguntas tan difíciles… depende del día. Decirte uno sería dejar fuera a todos. Pero…. Matar a un ruiseñor, Mujercitas, Viajes con Charley... Son todos muy yankees, yo me formé como lectora en EEUU.

¿Tienes alguna librería aragonesa de cabecera?

No de cabecera, pero tengo muchas ganas de ir a Cálamo. Cuando saqué el libro, estuve allí y lo recuerdo con cariño. Cuando voy a una ciudad es imposible no entrar a una librería. Intento hacer mucha red con las librerías independientes de España, los libreros no deberíamos competir, sino compartir la literatura.

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