El escritor y guionista Salva Rubio (Madrid, 1978) se ha encargado de llevar al cómic, junto con el dibujante Cesc Dalmases, la novela de Javier Sierra ‘La Pirámide inmortal’ (2022), una obra que bucea en el secreto egipcio de Napoleón y en su paso por el país cuando todavía era un joven general, en 1799.
Sobre esta obra girará la ponencia que se desarrollará en el V Encuentro Internacional de Ocultura, que en esta edición se centra en los misterios del Antiguo Egipto, el 12 de noviembre a las 12.00 horas, en el Auditorio de Zaragoza.
¿Cómo resultó el trabajo de volcar al cómic ‘La Pirámide Inmortal?
La verdad es que fue un placer. Fue algo, primero, muy sorpresivo porque a mí me lo encargaron al principio como guionista, sin dibujante. Me contactaron de Norma Editorial para encargarme de ello. Y la verdad es que lo hice con mucho gusto y también con mucho cuidado porque, obviamente, ‘La Pirámide Inmortal’ es una obra muy grande, con muchísimo alcance, muchos personajes, saltos en el tiempo… era un trabajo técnicamente difícil, así que me costó. Mi intención siempre fue que Javier reconociese su novela y no faltara en ella nada de lo que le gustaba.
Esta novela tiene dos ingredientes muy potentes, uno es la figura de Napoleón y otro es la Gran Pirámide, ¿cómo es trabajar con estos mimbres?
Es un material maravilloso para un guionista porque la historia que vas a escribir siempre depende del alcance que tengan los personajes. Y en este caso, Napoleón es una de las personas más fascinantes que ha pisado la Tierra. Fue difícil porque es un momento en el que Napoleón todavía no es Napoleón; es decir, es un joven general que está haciéndose valer y que está tratando de demostrar una idea tan loca y absurda como es salir de Francia e invadir Egipto. No solo era a nivel estratégico algo importante, sino que en la novela de Javier se encuentra con toda una trama de espionaje sobrenatural que termina convirtiéndole en quien es. Es una trama maravillosa y unos mimbres que cualquier escritor o guionista querría para sí.
Ocultura este año se centra en el Antiguo Egipto, ¿qué suscita para un guionista este universo?
Yo soy licenciado en Historia del Arte y, siempre, lo primero que uno estudia cuando hace Historia del Arte es Egipto. Lo recuerdo con mucho cariño porque, realmente, era un momento para mí importante, que fue empezar mi carrera. Lo primero que hace uno es sumergirse en ese universo de faraones, pirámides, templos… y desde luego que no puede haber un principio mejor. Así que a mí me lleva a esa etapa.
No es la primera adaptación al cómic que haces, también guionizaste ‘Max. Los años 20’, un trabajo que surge a partir de ‘El Tango de la Vieja Guardia’ de Arturo Pérez-Reverte ¿resulta complicado llevar las novelas al lenguaje de la viñeta?
He trabajado con Arturo y últimamente también con Antonio Iturbe, que hizo ‘La Bibliotecaria de Auschwitz’. Son tres autores -con Javier Sierra– de muchas ventas y que hacen novelas bastante complejas. Es difícil, pero para mí hay una pregunta clave que siempre les hago cuando tengo la suerte de reunirme con ellos. De las primeras cosas que les pregunto es: ‘¿qué es lo más importante para ti de esta novela, dónde está tu personalidad, dónde está aquello que como autor, emocionalmente, has puesto más?’. Yo voy a trabajar en torno a eso. Y la verdad es que siempre se quedan aliviados, los veo respirar y decir: ‘vale, pregunta correcta’. Hay sacrificios que hacer, hay tramas que cortar, hay partes que son muy chulas pero que no se trasladan bien al cómic, que es un medio visual. Pero ya, con esa parte salvada, digamos que todos trabajamos más contentos.
¿Y cuál fue ese punto en el que configuraste la adaptación de ‘La Pirámide Inmortal’?
En este caso, eran más las relaciones entre personajes. Es decir, por un lado, la idea de que Napoleón era un joven más bien bisoño, novato, que tenía mucho que demostrar y, por otro lado, hay una química entre él y la protagonista, Nadia, que obviamente debía mantenerse. Luego, la novela tiene muchos saltos de un lugar a otro y de un tiempo a otro, y ahí lo que pedí es hacerlo de una forma más causa-efecto tradicional, más seguido. Esa es una de las debilidades del cómic que me preguntabas antes, es muy difícil hacer saltos en el tiempo porque implica cambiar el diseño de personajes o utilizar códigos como cambios de color, pero tienen que ser tan evidentes que el público los entienda a la primera y eso es complicado.
¿Qué fortalezas y debilidades tiene el cómic como medio en comparación con la novela?
La mayor fortaleza, si la queremos llamar así, es lo visual, claro. En una novela, uno debe imaginárselo todo y, aunque tenemos un vocabulario visual importante gracias al cine, el dibujante y el colorista te van a dar su propia visión y eso siempre es bueno. Y lo que podemos llamar debilidad, que tampoco lo es, es que la novela, precisamente, hace eso; no tiene límite de palabras y puede dedicar todo el tiempo que quiera a descripciones, a ambientes, a hablar de personajes… y, muchas veces, una viñeta ya te da toda la información.
También dependerá del estilo y la personalidad del dibujante, ¿no?
Claro. En este caso, Cesc -Dalmases- es una persona muy talentosa que tiene mucha flexibilidad, y eso es importante. Es decir, a lo mejor a otro autor le hubiera costado más, pero él maneja igual de bien las páginas fantásticas que las más realistas. Y, sobre todo, salta muy bien de un ambiente a otro. Igual que el colorista -Roger Surroca- realmente ha hecho un gran trabajo porque hay muchísimos ambientes y siempre hay una forma de invitarnos a entrar, ya sea el desierto más abrasador o ya sea una taberna por la noche en mitad de El Cairo.
Hablando de Egipto y arqueología, en tu bibliografía también se encuentra ‘Tras los Pasos de Indiana Jones’, ¿qué te llevó a lanzarte a esta aventura?
Lo mismo que le llevó a Javier -Sierra- aceptar ser el prologuista de ese libro, que es un amor desmedido por el universo de Indiana Jones, por el personaje y, sobre todo, porque lo vivimos en una época de infancia que, desde luego, nos marcó mucho. Yo tengo la teoría, que con la gente que voy hablando se va confirmando, de que Indiana Jones fue para muchas personas una entrada a la cultura. Es decir, tú veías ‘En Busca del Arca Perdida’ y, de repente, ves que hay pirámides, túneles y templos y quieres saber más, qué es esa civilización, quiénes eran los egipcios. Lo considero una puerta de entrada al gusto por la historia y la cultura.
Este año, en tu caso, ha venido muy cargado, creo que han sido cinco cómics los que has publicado…
Creo que sí. Incluso todavía queda uno por salir. Esto es mitad que es verdad que yo trabajo mucho y mitad que los calendarios editoriales son así. A lo mejor, en 2023, no sacaré nada, pero si el editor decide que lo va a sacar tal día de tal mes, se te juntan o no.
Falta por salir, de la biografía que estamos haciendo (con Sagar) de Jacques Brel, el número dos. Sale antes de fin de año. Es un privilegio porque el editor aceptó una idea bastante loca que le pusimos sobre la mesa, que fue hacer una biografía en tres volúmenes. Lo normal hoy en día en el mundo de las biografías de cómic es hacer un volumen muy gordo y ya está. La propuesta que le hicimos es que Brel había vivido tres vidas y había que hacer una biografía distinta para cada una de ellas; cómo llegó a ser cantante, los años del éxito y, luego, los años en los que estuvo en las Islas Marquesas. Le gustó la idea y saldrá uno al año. La verdad es que es un personaje muy peculiar, con muchas ganas de vivir, muy contradictorio pero muy agradable para escribir sobre él.
No es la primera vez que abordas el mundo de la música en tu trabajo. También has escrito libros como ‘Metal extremo: 30 años de oscuridad’, ¿por qué te sumergiste en este estilo?
La explicación de por qué hago tantas cosas diferentes, como decía, es que yo soy historiador del arte y, en el fondo, todo lo que hago en cómic también viene de ahí. En el caso de la música, también tuve asignaturas de historia de la música, descubrí músicas que en su momento no conocía y me fascinaron y creo que hay figuras en todas las artes cuyas vidas son desconocidas, peculiares o diferentes y merecen la pena leerlas. En el caso de Django Reinhardt, la historia de cómo se convirtió en el mejor guitarrista del mundo, pese a tener dos dedos inútiles, es muy potente para contarlo. Lo que voy buscando es eso, la persona tras el artista.