Zaragoza ha viajado al siglo XV con la impresionante recreación de la coronación de Fernando I como rey de Aragón. La ceremonia, celebrada en la Catedral de La Seo, ha contado con una minuciosa puesta en escena, una multitud de espectadores y una ambientación medieval que ha convertido la ciudad en un escenario histórico vivo.
Zaragoza ha vuelto a respirar la atmósfera del siglo XV. Con una espectacular recreación histórica, la ciudad ha revivido hoy la coronación de Fernando I como rey de Aragón en la Catedral de La Seo, un acto que ha congregado a cientos de espectadores y ha transformado el casco histórico en un auténtico escenario medieval.
La jornada comenzó con el solemne desfile del cortejo real, que partió desde el Palacio de la Aljafería en dirección a La Seo. El recorrido, acompañado por caballeros, nobles y heraldos ataviados con ropajes de época, estuvo marcado por el sonido de trompetas y tambores, mientras los ciudadanos se agolpaban en las calles para contemplar el paso del futuro monarca.
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Al llegar a la plaza de La Seo, el rey, interpretado por un recreador meticulosamente caracterizado, fue recibido por el clero y las principales figuras de la nobleza aragonesa. La ceremonia en el interior de la catedral se desarrolló con un rigor histórico impresionante. Entre cánticos en latín y discursos en aragonés y castellano medieval, Fernando I fue ungido con el óleo sagrado y, siguiendo la tradición, se autocoronó, convirtiéndose así en el monarca del Reino de Aragón.
La puesta en escena fue tan precisa que cada detalle fue cuidadosamente respetado: desde la vestimenta del rey—con calzas de seda, túnica bermellona y zapatos de plata—hasta los gestos solemnes de la nobleza y el clero, quienes reafirmaron su lealtad al nuevo monarca.
Tras la coronación, la ciudad siguió envuelta en la atmósfera medieval con torneos, exhibiciones de esgrima y un campamento instalado en los jardines de la Aljafería, donde los visitantes pudieron conocer de cerca cómo era la vida en la Baja Edad Media.
La recreación de la coronación de Fernando I ha sido un éxito rotundo, no solo por la afluencia de público, sino por la fidelidad histórica y la emoción que ha despertado entre los asistentes. Zaragoza ha demostrado, una vez más, su capacidad para recuperar y celebrar su historia, transportando a ciudadanos y visitantes a una época en la que Aragón escribía su destino.