Si vives en Zaragoza o has visitado la ciudad, seguro que has pasado por delante del Alma Mater Museum, porque sus puertas se encuentran en la plaza de la Seo, entre la catedral de San Salvador y la basílica del Pilar. Quizá precisamente por eso, por tenerlo tan cerca, este museo es uno de los grandes tesoros ocultos de la ciudad para muchos zaragozanos. Si eres uno de ellos, o alguna vez has viajado a la capital aragonesa y no lo has visitado, sigue leyendo porque estamos seguro de que será tu próxima parada.

Para empezar, tienes que saber que el valor artístico del Alma Mater Museum es doble: por un lado el de sus colecciones y por otro el del edificio en sí. El antiguo Palacio Arzobispal ha sido residencia de los reyes de Aragón, por eso buena parte de la historia de nuestra Comunidad se ha desarrollado entre sus muros. Por ejemplo, en su interior encontrarás la sala en la que Pedro IV el Ceremonioso coronó a su mujer, la alcoba en la que murió la infanta Isabel de Aragón dando a luz a su hijo Miguel o los pasillos que recorrió José de Palafox, que estableció allí su cuartel durante la guerra de la Independencia contra los franceses. Como ves, entrar en este lugar es meterte de lleno en capítulos importantísimos de la historia de Aragón.
Y además del edificio, el Alma Mater Museum cuenta con una no menos interesante colección de arte sacro, como nos explica su director científico, Sergio Blanco: “La exposición permanente ofrece el alma, el discurso del museo, que consiste en trazar la historia de la Diócesis de Zaragoza a través de las obras de arte de la propia diócesis”.

Obras de gran valor, entre las que Sergio destaca “los capiteles románicos de la antigua Iglesia de Santiago, una gran colección de pintura gótica aragonesa, obras de Francisco Bayeu y un retrato de un obispo firmado por Francisco de Goya”.
Y la oferta se completa con exposiciones temporales, como la que recomienda Sergio, Utopía y realidad, que puede visitarse hasta el 9 de enero y reúne obras de artistas aragoneses contemporáneos entorno a la devoción pilarista.
Esta triple vertiente convierte al Alma Mater en uno de los museos más importantes de la Comunidad, aunque a la vez sea uno de los más desconocidos.
“Quienes nos visitan salen sorprendidos y encantados”
Poco a poco, el Alma Mater Museum recupera su pulso habitual de antes de la pandemia (recibió a más de 1.100 visitantes el pasado mes de octubre), aunque espera que la situación mejore para que empiecen a llegar visitantes de fuera de España, una parte importante de su público. Mientras, sigue trabajando para darse a conocer entre sus vecinos zaragozanos, como explica Sergio. “El museo es el gran desconocido, a la gente de la ciudad le cuesta mucho entrar pero quienes nos visitan salen sorprendidos y encantados. Se sorprenden de que algo así esté aquí. Los capiteles, la pintura del XVIII, la orfebrería, custodios renacentistas, cálices góticos…”. Tesoros que admiraríamos en un museo extranjero pero a los que, quizá, no damos mucha importancia por tenerlos demasiado cerca. Por eso anima a todo el mundo a cruzar sus puertas: “Descubrirán algo que forma parte de su historia, de su cultura y de su patrimonio”.

Un museo que va más allá de sus paredes
La marca Alma Mater Museum no se refiere únicamente al espacio expositivo, sino a todas las actividades culturales organizadas por la diócesis de Zaragoza, como explica Sergio: “Nace como museo diocesano pero se ha convertido en una marca cultural que engloba actividades como visitas guiadas, conciertos…de esta forma crece la difusión, salimos del espacio físico y nos movemos por toda la diócesis de Zaragoza. No queremos quedarnos solo en el edificio”.
Entre ellas, tienen mucho éxito las propias de la Navidad, que esta temporada se extenderán hasta el 9 de enero. Visitas guiadas al belén, cuentacuentos, un taller de adornos navideños o el tradicional concierto de villancicos son propuestas que se han incorporado con mucho éxito a la agenda navideña de la ciudad.