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12 diciembre 2024

Chile y Aragón, una historia de intercambios que inició Pablo Neruda

Los más de 11.000 kilómetros que los separan, así como el hecho de que ni Aragón ni Chile hayan sido históricamente destinos prioritarios para sus respectivas migraciones no han sido óbice para que, durante los siglos XX y XXI, haya habido fructíferos encuentros entre los dos territorios

En agosto de 1939, partió de un puerto próximo Burdeos, Francia, destino Valparaíso, Chile, el Winnipeg, un barco, con 2.365 refugiados españoles. El viaje fue organizado por el poeta Pablo Neruda, que había sido enviado como cónsul especial a París para repatriar a los españoles. Ante la petición que cursó el poeta al entonces presidente de Chile, Pedro Aguirre Cerdá, de rescatar a los refugiados españoles de los campos de concentración del sur de Francia, este respondió: “Tráigame millares de ellos. Tenemos trabajo para todos; tráigame vascos, castellanos, extremeños…, gente con varios oficios, pescadores, labriegos y carpinteros”.

El periodista Ramón J. Campos rememoraba la historia en el artículo “La deuda aragonesa con Pablo Neruda”, publicado en Heraldo de Aragón, en el año 2010, en el que, además, entrevistaba a algunos de los supervivientes aragoneses del Winnipeg, como Libertad Lázaro, zaragozana y madre de Ximena Vidal Lázaro, que fue diputada del Congreso de Chile, por el Partido por la Democracia; Félix Beltrán Calvo, nacido en Bolea, Huesca, que cumplió cinco años durante la travesía, o Eduardo Carcavilla Laguarta, natural de Ayerbe (Huesca). Todos ellos, cuenta Ramón J. Campo, homenajearon al poeta, frente a su tumba en su casa de Isla Negra, cuando en 2009 se celebraba el septuagésimo aniversario del “viaje de la esperanza”.

“Cuando nos reunimos los del Winnipeg siempre dicen que estamos la mesa de los de Huesca”, le decía Beltrán a Campo en la entrevista y es que, entre los pocos aragoneses que embarcaron, la mayoría eran del Alto Aragón. Su encuentro fue, probablemente, el primero entre dos pueblos muy distantes geográficamente, pero con mucho en común, dos tierras montañosas, agrícolas y vinateras.

Medioambiente, agricultura y universidad

Esos aspectos geográficos y agronómicos compartidos, además del idioma y la cultura que los une, tal vez sean una de las razones por las que, en la actualidad, hayan surgido provechosas colaboraciones entre ambos territorios en los ámbitos medioambiental, científico y agroalimentario. 

En el año 2006, los gobiernos de Aragón y de la Décima Región de Chile y las universidades de Zaragoza y la Austral de Chile presentaron un protocolo de colaboración con el objeto de realizar intercambios de investigación científica y técnica en materia de medio ambiente. No fue ni mucho menos la única colaboración entre universidades chilenas y la zaragozana, que comparten un programa fluido de intercambio de estudiantes y académicos.  Los estudiantes y profesores chilenos en Aragón, de hecho, están organizados en ACHIEZA, la Asociación Cultural de Estudiantes y Académicos Chilenos en Zaragoza.

En el ámbito privado también existen varios ejemplos de colaboración: como el de la empresa Fuencampo, radicada en Cariñena, Zaragoza, que cultiva la típica Cebolla Dulce zaragozana también en Chile, con el objeto de ofrecerla al consumidor durante todo el año; o el de Riegos Salz, empresa dedicada a la automatización del riego, con sedes en el pequeño pueblo zaragozano de Ontinar de Salz, donde nació, y en Santiago de Chile.

Una relación muy literaria

Sin embargo, los contactos, coincidencias e intercambios más relevantes entre Chile y Aragón, han sido y son, sin duda, los literarios y editoriales, como no podía ser de otro modo, teniendo en cuenta que fue un poeta el responsable de uno de los primeros contactos entre ambos pueblos.

En 2018, el Departamento de Presidencia y Relaciones Institucionales del Gobierno de Aragón en colaboración con las Comunidades Aragonesas del Exterior, y en esa ocasión, concretamente, con el centro de Chile que entonces celebraba su vigésimo aniversario, organizó un viaje por Aragón, para que un grupo de veintisiete miembros de la Colectividad Aragonesa de Chile pudiera reencontrarse con sus orígenes o descubrir por primera vez la tierra de la que emigraron sus antepasados.

El grupo recorrió los lugares más emblemáticos de la comunidad autónoma y en la provincia de Teruel, recalaron en el Bajo Aragón histórico y en el Matarraña, donde se halla una nueva conexión cultural entre Chile y Aragón: Calaceite. Este pueblo, considerado uno de los más bonitos de España, durante finales del siglo XX atrajo a algunas de las figuras más relevantes de la literatura iberoamericana, entre las que se encontraban los escritores chilenos José Donoso y Mauricio Wacquez. 

El primero se refugió en la paz de las calles empedradas de Calaceite para escribir obras como Casa de campo o Poemas de un novelista, en una etapa que posteriormente retrató su hija, Pilar Donoso, en Correr el tupido velo, donde describía Calaceite como un “pueblo de piedra, teja y campanario. Una isla entre un mar de viñas y olivares”.

Wacquez, por su parte, escritor más minoritario, hoy considerado de culto, se retiró a Calaceite en 1986 para dedicarse exclusivamente a la escritura, emprendiendo su obra más ambiciosa, La oscuridad, de la que solo completaría la primera parte, Epifanía de una sombra. Tenía planeado regresar a Chile, país del que decía haberse “reenamorado y de una manera loca” y presentar su obra en la Feria del Libro Santiago, en octubre del año 2000. No lo consiguió por tan solo un mes. En septiembre de ese año falleció a causa del sida en el hospital de Alcañiz.

Ya en la Huesca actual, el ilustrador y diseñador altoaragonés Isidro Ferrer —premio nacional en ambas categorías—, haciendo justicia poética y de algún modo, resarciendo esa “deuda aragonesa pendiente de asumir” con Pablo Neruda, como escribió Ramón J. Campo, ilustró su Libro de las preguntas, en una preciosa edición de Media Vaca.  

El libro se publicó en 2006, cuando se cumplían 33 años de la muerte del poeta “y del sangriento golpe de estado que apenas diez días antes derrocó en Chile al gobierno de Salvador Allende”, político al que Zaragoza también homenajeó, dedicándole, en 1977, una exposición en el magnífico Mercado Central modernista de la capital, hito que rememora el libro Aragón y el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, de Manuel Pérez-Lizano, editado en 2010 con la colaboración del Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón. Hoy, la ciudad del Ebro sigue recordando la figura de Allende, cuyo busto preside la avenida que lleva su nombre, en los arrabales de Zaragoza.

Isidro Ferrer, que ha protagonizado numerosas exposiciones en diferentes países latinoamericanos, entre los que se encuentra Chile, y que en el año 2016 ilustró para la editorial A buen paso, Un jardín, de la escritora chilena María José Ferrada, continúa siendo hoy uno de los nexos culturales entre Aragón, y más concretamente Huesca, y el país andino, cerrando el circulo que comenzó a dibujar el Winnipeg, fletado por el poeta Pablo Neruda.

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