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13 septiembre 2024

De la estepa a las cimas: Aragón, un mundo de paisajes

La Comunidad cuenta con ecosistemas muy distintos, algunos, prácticamente únicos en la península y en Europa, que se encuentran a muy poca distancia entre ellos. Este tesoro natural propicia una biodiversidad elevada en especies animales y vegetales como el quebrantahuesos, las plantas extremófilas, el oso o el rico conjunto de aves esteparias.

“Menos los ecosistemas marinos, por razones obvias, aquí hay prácticamente de todo”. Esta frase condensa de manera bastante acertada la riqueza del patrimonio cultural aragonés, un territorio que cuenta con 18 espacios naturales protegidos en sus diferentes catalogaciones, incluido un parque nacional, el de Ordesa y Monte Perdido. La oración que abre este texto, por cierto, la pronuncia el educador ambiental y miembro de la Asociación de Educadores Ambientales de Aragón Paco Iturbe, que se explica un poco más: “Tenemos paisajes esteparios, que para ver algo parecido hay que ir al norte de África, pero en muy pocos kilómetros hay ecosistemas de alta montaña, que habría que ir al centro de Europa o casi a países nórdicos para encontrar un entorno similar”. Es decir, lugares muy distintos y distanciados entre ellos que, sin embargo, en Aragón casi se dan la mano.

Así, se puede pasar de la estepa a la montaña, pasando por diferentes paisajes de manera gradual, pero todo concentrado en un espacio reducido. De esta forma, si alguien quisiera hacer un viaje para conocerlos, lo tendría fácil partiendo desde la orilla del Ebro, atravesando los Monegros y sus saladas, para finalizar en los pirineos, con espacios de alta montaña como glaciares e ibones. En este trayecto “de apenas 100 kilómetros”, el viajero también podrá conocer sierras como las de Guara, de distinto ambiente. “Choca ese contraste que en escasos kilómetros se puede ver.”, insiste Iturbe.

Sobre esta riqueza natural, el educador ambiental destaca la importancia de las estepas de yesos aragonesas, que también se pueden encontrar en el sur de la península, “pero en toda Europa no hay nada absolutamente nada parecido”. De hecho, para ver un entorno similar hay que irse al norte de África o a zonas del Asia Menor, relata.

Entornos extremos

Unos entornos esteparios entre los que resalta las saladas de los Monegros, “lagunas sin salida al mar que son altamente salinas, sus aguas son entre 10 y un 15 veces más saladas que las del mar”, cuenta. Estos espacios, además, brindan un espectáculo “que parece de otro planeta”, con sus capas de sales al descubierto cuando se secan.

Una salada de Bujaraloz. FOTO: Turismo de Aragón.
Una salada de Bujaraloz. FOTO: Turismo de Aragón.

Saladas que, además, tienen un interés científico más que relevante: “Tienen una concentración de azufre muy elevada y se producen en las capas inferiores bacterias y microorganismos que viven todavía asociados al este elemento, que es lo que había en la Tierra hace millones de años”, afirma acerca de estos espacios. Por ello, cuenta que las visitas de expertos de todo el mundo para estudiar estas lagunas son habituales. “Es un ejemplo de lo extremo y lo peculiar del conjunto de organismos que viven”, apostilla.

Pero no solo hay microorganismos, sino también otro tipo de especies que ofrecen un bello escenario como la artemia salina, un insecto de tono rojizo propio de ambientes hipersalinos y que en saladas como las de la zona de Bujaraloz se pueden ver a simple vista en grandes concentraciones. “Cuando hay poca agua, se ve toda la salada literalmente roja”, describe Iturbe.

Aunque menos exclusivos en Europa, los entornos de alta montaña de Aragón también son muy ricos en biodiversidad. Animales como el quebrantahuesos, el oso o el urogallo destacan como grandes exponentes de la fauna del territorio. Pero no son las únicas especies de verdadero interés, pues, volviendo a la estepa, se pueden hallar invertebrados exclusivos de la zona y de alto valor científico, aunque, eso sí, bastante más difíciles de ver.

En cuanto a la flora de este entorno, el educador ambiental explica que prosperan ejemplares propios del continente africano y las plantas extremófilas que habitan los entornos hipersalinos. Especies que contrastan fuertemente con otras que se encuentran a muy poca distancia, de los entornos pirenaicos, como el pino de montaña. “La variedad es tremenda, brutal”, resume.

Fósiles vivientes

Esta gran variedad incluye fósiles vivientes como la ‘borderea chouardii’, una especie propia del clima tropical que había hace millones de años en la zona y que sobrevive en los barrancos pirenaicos, como también lo hace la ‘Ramonda myconi’, otro ejemplar vegetal que destaca por los bellos tonos morados de sus flores.

Más allá de estos dos tipos de paisaje, el experto recuerda que la Comunidad cuenta con otros también de alto interés como los entornos de rodeno de Teruel, en el sur, un espacio “peculiar” que también se diferencia considerablemente del resto de lo que se puede encontrar en el territorio.

Y, volviendo a la fauna, nombra la riqueza ornitológica de la Comunidad. Para Iturbe, el Ebro es “un gran corredor biológico”, que incluye especies como garzas o el martinete y zonas como las de galachos y sotos. Y, de nuevo en el entorno estepario, subraya la importancia lugares como El Planerón, el Belchite, “uno de los mejores puntos” de observación de aves de estepa.

Un espacio único para disfrutar de las aves

Coincide en este punto con el delegado territorial de la Sociedad Española de Ornitología (SEO-Birdlife) en Aragón, Luis Tirado. Sobre este asunto, relata que El Planerón, junto con el entorno monegrino, los pirineos y, en temporada, Gallocanta, conforman un tándem de turismo ornitológico “internacionalmente conocido”.

Un ejemplar de quebrantahuesos. FOTO: SEO-Birdlife.
Un ejemplar de quebrantahuesos. FOTO: SEO-Birdlife.

Su descripción de los ecosistemas de la Comunidad, de hecho, es prácticamente idéntica a la de Iturbe: “Es como si tuviésemos un descenso poco a poco de ecosistemas, una bajada gradual entre las zonas alpinas del Pirineo, donde por ejemplo destacan los ibones de alta montaña, antiguos glaciares que se han descongelado con el tiempo, y las lagunas de aguas saladas que tenemos en los Monegros”, relata. “Eso hace que tengamos un montón de especies distintas en muy poco espacio de tiempo”, concluye Tirado.

Capítulo aparte merece la diversidad ornitológica del territorio, pues su riqueza abarca, especialmente, dos grandes grupos: las rapaces y las aves esteparias. Dentro de las primeras, Aragón les ofrece enclaves como los cortados rocosos, pero también superficie de busque para las rapaces forestales, por lo que se pueden encontrar ejemplares de estos dos ámbitos.

El quebrantahuesos, cuya población es la más abundante de Europa, alimoches, cernícalos vulgares y primillas, águilas reales, culebreras o calzadas, milanos reales, y negros, azores, gavilanes, halcones peregrinos, búhos reales viven en tierras aragonesas… “La cantidad de rapaces es increíble”, resume Tirado.

También pasan por aquí otras especies que no crían, pero que encuentran en las tierras aragonesas alimento abundante. Se trata de las águilas imperiales, “las más famosas del sur de España”, que acostumbran a venir a este territorio “por la explosión demográfica de conejo en el valle del Ebro” y que pasan “meses enteros” en este entorno.

En cuanto a las aves esteparias, entornos como los Monegros, Belchite, Alcañiz o los páramos turolenses son espacios propicios para que proliferen especies como la ganga ortega o la alondra ricotí, llamado en Aragón rocín. También, avutardas, el sisón y la choba piquirroja. Esta última, además, resulta un buen indicador del estado de salud de los ecosistemas agrarios y que en el valle del Ebro es abundante.

Un treparriscos. FOTO: SEO-Birdlife
Un treparriscos. FOTO: SEO-Birdlife

También, otras especies menos conocidas, ligadas a los entornos de matorral, como las currucas. “Son muy difíciles de ver porque se esconden, pero se escuchan fácilmente”, precisa. Tirado. También, la collalba negra, que se encuentra en pequeños cortados rocosos, o el treparriscos, un pájaro que cría por encima de los 1.000 metros de altitud y que en invierno desciende al valle del Ebro.

Amenazado, pero bien conservado

Afortunadamente, Aragón mantiene en buen estado de conservación suficiente territorio para propiciar esta biodiversidad tan amplia. “Siguen quedando miles de hectáreas bastante bien conservadas, y esto, internacionalmente, es una bomba, no lo tiene nadie”, destaca el responsable de SEO-Birdlife en la Comunidad.

Sin embargo, avisa sobre el deterioro que pueden sufrir las zonas esteparias con la diversificación de la agricultura, especialmente, con el regadío, incompatible con que habiten estos entornos las aves de estepa. Sobre esta cuestión, relata que estos espacios se encuentran, desgraciadamente, “en caída libre”. No sucede lo mismo con los ecosistemas forestales, entornos que, a pesar de los incendios, “están en muy buen estado de conservación”.

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