En la capital aragonesa nace esta iniciativa que pretende apoyar al comercio local, ayudar al medio ambiente y, a diferencia de otras propuestas similares, ayudar a familias vulnerables
¿Quieres dar una segunda oportunidad a alimentos que están a punto de ser desechados y que todavía podrían ser consumidos? Con Encantado de Comerte puedes hacerlo. Esta es la primera app española que lucha contra el desperdicio de comida y que cuenta ya con el Premio al Emprendimiento Social Aragón 2020.
Con la idea que tuvieron los aragoneses Enrique de Miguel y Adrián Espinosa y el madrileño Gabriel Ramas, desde el 2018 es posible comprar productos perecederos de pequeño comercio como fruterías, pescaderías, carnicerías, panaderías o menús del sector de la restauración en formato de lotes a precios reducidos de hasta el 70% de su valor original y poder contribuir así a que no tengan mermas, ayudando a que el comercio local recupere algo de inversión y ayudando al medio ambiente.
“Ayudamos a que no se pierda más, a que le medioambiente no sufra más, apoyamos al comercio local en sus pérdidas, que pueda recuperar algo de inversión. Nos focalizamos mucho en lo local y en la relación con la economía familiar”, explica Irene del Amo, de Marketing y Desarrollo de Negocio en Encantado de Comerte.
A esto, se suma una parte social, ya que alineados con los ODS y colaborando con ONGs, ayudan a familias vulnerables a conseguir alimentos no perecederos.
Lotes sorpresa
¿Cómo funciona Encantado de Comerte? Los alimentos que se ponen a la venta son aquellos que los comercios no han conseguido vender a lo largo del día, muchas veces por un exceso de oferta. “Son productos en perfecto estado para el consumo, y en ningún caso han de confundirse con productos en mal estado o caducados”, añade Irene.
El precio medio del lote, que nunca detalla su contenido exacto, es de entre 2,50 y 3,50 euros y el descuento mínimo es del 50%. “Las empresas no ponen qué alimentos contiene su lote, pero si es una frutería sí que indican que son cuatro kilos de frutas y hortalizas ecológicas, por ejemplo”, comenta Irene.
Los lotes se ponen a la venta automáticamente de madrugada y se pueden adquirir durante el día hasta que se han “rescatado” todos los disponibles, término que utilizan en Encantado de Comerte para decir que se han agotado. El usuario de la app puede ir a recogerlos al establecimiento en el horario que cada comercio ha dispuesto. “Suele ser en el cierre, por ejemplo, en el caso de una frutería sobre las 7.30 y las 8”, comenta Irene.
Desde su puesta en marcha, Encantado de Comerte ha salvado 40 toneladas de alimentos en Zaragoza, Madrid, (incluyendo Fuenlabrada, Getafe y Móstoles), Logroño, Santiago de Compostela y Vitoria. Ya son más de 50.000 personas las que se han descargado la app y 250 los comercios colaboradores.
Impacto Social
Encantado de Comerte es aliado de ONGs y ayudan a familias vulnerables con su proyecto a conseguir alimentos no perecederos.
“Cuatro millones de personas en España están en situación de inseguridad alimentaria, lo que significa que no todos los días cumplen sus calorías necesarias para hacer vida normal. En cambio, ocho millones de personas tienen obesidad en España, podríamos decir que tienen comida de más”, explica Irene.
“Nosotros actuamos en colaboración con las ONGs para ayudar a esas familias en situación de inseguridad alimentaria y que puedan tener acceso a una alimentación variada y completa, que es lo más difícil de proveer a través de Bancos de Alimentos”, concreta Irene. De hecho, el sistema no es nada estigmatizante y la intimidad se mantiene en todo momento cuando las personas van a buscar sus lotes a los establecimientos.
En Zaragoza, colaboran con ONGs como Cáritas y asociaciones vecinales como Cívitas. En Madrid, otras ONGs como CEA(R) o Fundación Tengo Hogar ya se han sumado a la iniciativa.
El reto: llegar a otros puntos de la cadena
En España se desperdician 7,7 toneladas de comida al año: el 42% en los hogares. En Encantado de Comerte se centran en la actualidad en apoyar y reducir el desperdicio en otra parte de la cadena, en el punto de venta del comercio minorista. Pero tienen un reto: reducir el desperdicio en otras etapas del ciclo de vida del producto en donde el desperdicio es aún mayor, como en la fase de producción o en la de consumo en hogares.
“Ahora estamos centrados en esa parte del comercio minorista pero creemos que la parte del desperdicio en los hogares es muy importante y es un tema muy educacional. Por eso tenemos que trabajar en colaborar con las universidades, familias o comunidades de vecinos para dar cursos y formación, tips para no desperdiciar”, concreta Irene.
