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29 marzo 2024

Luis Casasús: “En EEUU las parroquias no son como en Europa, son un centro de vida”

El misionero idente, Luis Casasús (Zaragoza, 1953) se educó en el colegio de los Hermanos Maristas, lugar donde nació su vocación a los 16 años. Desarrolló su carrera como profesor de Matemática Aplicada en la Universidad de La Laguna al tiempo que la de misionero. Ahora en Nueva York evangeliza en parroquias del Bronx y Long Island. Nos citamos con él en el Alma Mater Museum.

¿Cómo nace tu vocación?

Me eduqué en el colegio de los Hermanos Maristas, cuando estaba acá en San Vicente de Paúl. Yo creo que allí en realidad nació mi vocación, porque se creó un pequeño grupo de niños, de muchachos de 12 o 13 años y nosotros que éramos un poco más mayores de 15 y 16, éramos los monitores de ellos. Entonces para mí eso fue una experiencia de madurez. ¿Quién soy yo con 16 años para ayudar, para aconsejar a estos muchachos que abrían su corazón y hablaban con confianza? Yo a eso le di mucha importancia. Estoy muy agradecido a esa experiencia porque a mí me abrió el nuevo mundo. Para mí fue una providencia que estando ya comenzando la Universidad con otros compañeros, apareció por aquí un misionero idente, que es el nombre de nuestra institución, un misionero casado. Esta institución es moderna, fue fundada en el 59. Este misionero casado que vino de Pamplona nos reunió a un grupo de jóvenes y así comenzó todo.

¿Cómo fue ese primer contacto?

A mí me tocó mucho el hecho de su generosidad porque era un hombre casado y yo no entendía muy bien lo que decía, pero él dijo: “Wow, estoy aquí un domingo por la tarde y mi esposa va a dar a luz a nuestro primer hijo me va a matar cuando regrese a casa”. Mi pensamiento fue “Yo intento ser generoso, pero este hombre es mucho más generoso que yo”. Luego, como era una institución joven tuve la gran suerte conocer al fundador, Fernando Rielo, que pasó por Zaragoza. En esa época él residía en Tenerife.

¿Por qué funda la institución en un lugar como Tenerife?

Él era de Madrid, pero comenzó en Tenerife la institución porque él trabajaba como funcionario en Correos y fue destinado allí. Es un sitio muy original para una fundación religiosa; no es ni Madrid, ni Santiago, ni Barcelona. Allí reunió a un grupo de jóvenes, tanto misioneros como misioneras, que nos estábamos formando. La mayoría éramos de mi estilo, de la universidad, personas que estamos acabando la carrera o ya habíamos terminado. Y ese momento fue muy importante para mí. Fueron en realidad quince años y yo comencé a trabajar allí en Tenerife.

¿Pueden los misioneros identes tener otra profesión?

Sí, claro. Casi siempre, si se puede. Pero no solamente por ganarse la vida, que evidentemente es necesario, sino por tener un lugar de apostolado donde normalmente la Iglesia no puede llegar. La Iglesia puede trabajar, y lo hace, con las personas que van a misa, con los enfermos en los hospitales, en los colegios con los niños y jóvenes, pero por ejemplo en la Universidad o en esos lugares no es como antes, la Iglesia ha perdido muchos instrumentos de apostolado para esa juventud que es creciente, que está en las universidades. Y no digamos también para los propios profesores. Tampoco es fácil para la Iglesia acceder a ellos. No quiero decir que todos los misioneros y misioneras estemos en la Universidad, pero bastantes de nosotros hemos salido de ese ambiente. Nuestro lugar de trabajo o de estudio es, antes que nada, el lugar de apostolado.

“La Iglesia ha perdido muchos instrumentos de apostolado para la juventud”

¿Tenías claro que querías estudiar matemáticas?

Sí, Matemática Aplicada a las estrellas. Tuve la suerte de trabajar en el Instituto de Astrofísica de Tenerife, aquello fue una bendición para mí.

¿Y que querías trabajar en la Universidad?

Sí, me gustaba mucho y me gusta la investigación, sobre todo.

¿Cómo era tu trabajo en el día a día compaginando Universidad y misión?

En Tenerife fue donde ya hice el último año de la carrera y comencé a trabajar en el Instituto de Astrofísica. Luego ya tuve que viajar mucho por motivos de la misión y pasé a la Universidad. Esa época la Universidad, y yo creo que toda la Universidad española, era un poco más “feliz” que ahora. Había más medios, no era una sobrecarga de clases tremenda, todo estaba creciendo, y me pude mover con bastante libertad.

Has estado mucho fuera de España. ¿Cuáles han sido esos viajes?

Y ahora también creo que me va a tocar seguir viajando, aunque oficialmente esté en Nueva York. Actualmente los misioneros identes estamos en 24 países. Como ya digo es una institución muy joven, pero como en estos tiempos todo va tan deprisa, había muchos contactos, y una vez que ya fuimos más conocidos oficialmente por la iglesia, sobre todo desde que pasamos a tener el derecho pontificio, es decir la sede central en Roma, muchos obispos empezaban a llamarnos, ya no era iniciativa nuestra, porque nuestro nuestro padre fundador, Fernando Rielo, tenía muchos planes de ir a países. Nos empezaron a llamar, por ejemplo, cuando estábamos en Ecuador trabajando apostólicamente nos dijeron que había una universidad, la Universidad Pontificia del Ecuador, de la que se encargaban los Jesuitas, que tenía una sede que era muy difícil para ellos en ese momento. Nos hicimos cargo y fuimos. Es un ejemplo, pero también había hogares de niños que llevaban algunos religiosos y llegado el momento no tenían vocaciones suficientes y nos llamaban. Así empezó la llamada. Al principio de Latinoamérica, pero luego también empezó en Estados Unidos y en los países europeos.

Ahora resides en Nueva York.

Sí. Allí hay unas necesidades inmensas. Es una ciudad muy dinámica. Ahora se ha incrementado la necesidad de tener religiosas y religiosos que sean bilingües, sobre todo inglés y español. De igual manera que en los años 20 había un gran flujo de italianos o polacos ahora es mayoritariamente latina, aunque también llegan asiáticos. Curiosamente, en algunas zonas del Bronx ahora están llegando muchos de Bangladesh. Algunos son musulmanes, otros no, pero es curioso ver que las familias musulmanas envían a los hijos a la escuela parroquial, que por supuesto, es católica.

¿Cuál es tu labor allí?

Tener un pequeño centro para formar jóvenes misioneros anglófonos, tanto de allí de Nueva York, como también vienen de la India, de Corea, de países que o son anglófonos o son jóvenes que ya conocen la lengua. Colaboro siempre que puedo en cinco parroquias que tenemos: tres en el Bronx de tamaño medio, y dos bastante grandes en Long Island.

¿Cómo es la comunidad de esa zona?

La zona donde estamos nosotros es variada y tiene afroamericanos, bastantes dominicanos, mexicanos, ecuatorianos. Sin embargo, de los emigrantes que hay en Long Island, en nuestra zona muchos son de América Central, Salvador, Nicaragua, Guatemala. Bastantes de ellos están bien integrados en el trabajo, con los muchachos en el colegio, escolarizados… pero algunos no tienen papeles y sus necesidades todavía son mayores. Allí las parroquias no son como en Europa, son un centro de vida. No son sólo un lugar de culto, de sacramento, es un centro de vida. La gente se reúne, va a pedir ayuda, va a pedir consejo, va a encontrar amistades allí.

 

Se conciben como un centro social.

Sí, tienen de todo. Y después hay una tradición. no solamente católica, yo creo que es muy americana, de no de ir a una parroquia a que te ayuden, sino realmente de voluntario, a prestar, echar una mano en el ámbito que sea, ya sea material, económico, a colaborar como catequistas. No hay que ir pescando a las personas para eso; es bonito. Es una cosa bonita de la sociedad americana, que las personas que llegan de otros países, diríamos, se contagian de ese sentido comunitario.

Eso aquí en España no sucede.

Yo creo que menos, es un contraste que no me explico muy bien. Por supuesto que existe ese individualismo de las sociedades modernas, eso lo tenemos en todo el mundo, pero a la vez ahí está esta tradición de solidaridad práctica, de echar una mano. Si cae nieve, se te acaban las palas. Todo el mundo quiere quitar la nieve de alrededor de la iglesia.

¿Crees que la iglesia en otros países en los que has estado está más integrada la sociedad y no se ve como una institución política?

De hecho, los gobiernos confían en la Iglesia. Teníamos que repartir ahora más alimentos que de costumbre, porque repartimos a los sintecho, pero también familias de clase media baja que tienen dificultades, pierden el trabajo o tienen que elegir entre pagar la casa o pagar la comida. Recibimos muchísima comida del Banco de Alimentos, de comercios, de donaciones particulares, oficiales, gubernamentales. Pero ellos se fían de la Iglesia, se fían completamente.

¿Cuál es tu próximo destino?

Buena pregunta. Estoy a disposición de lo que se me indique, pero creo que tendría que ir a Alemania.

¿Cuál sería allí la función?

Se ve que la Iglesia alemana no es tan fuerte como antes, le falta capacidad para un apostolado universitario. A pesar de que yo admiro a las universidades alemanas por muchos motivos. Por ejemplo, ya que estamos hablando de vida religiosa, tiene integrado el estudio de teología, los primeros para todo el mundo. Tú no tienes que ser seminarista, ni varón, ni nada. Estudias teología como estudias mecánica de automóvil.

¿Falta formación religiosa en España?

Claro, claro. Pero es que todo el mundo debería saber. Veo que falta una cultura religiosa elemental en las personas jóvenes. Cuando hablas un poco de vida espiritual o de la iglesia, tú ves ya no falta de fe, también puede ser una falta de cultura.

También podía ser una formación en otras religiones como budismo, hinduismo…

Efectivamente. Pero por el contrario, en Estados Unidos veo que los jóvenes, aunque quizá no tengan en muchas áreas la misma cultura que un joven europeo, de la vida de la Iglesia saben más en general. Las familias, las tradiciones, la escuela o los grupos lo han transmitiendo mejor. En España son un poquito extremistas de todo o nada (ríe).

Para vosotros es la clave: enseñar cultura religiosa a los jóvenes.

Esa es otra de las áreas de las labores apostólicas que nuestro fundador siempre se ha enfocado: Primero la juventud, desde los niños hasta los estudiantes universitarios; y la otra el diálogo con los intelectuales, que es otro punto flaco de la Iglesia. Aunque haya personas súper preparadas y destacadas, pero en general ya no es como antes, es un punto débil y falta ese diálogo con los intelectuales que los últimos papas están intentando promover con la Ciencia, con el mundo del arte… a nivel del día a día, de estar con ellos, ser profesor o estudiante como ellos.

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