Enclavado en las faldas del imponente Moncayo, en la provincia de Zaragoza, el Monasterio de Veruela es una joya de la arquitectura cisterciense que refleja la pureza, funcionalidad y belleza de este estilo monacal. Fundado en el siglo XIII, este monasterio se convierte en un paradigma de la austeridad y la proporción matemática, tan características de la Orden del Císter, impulsada por San Bernardo de Claraval.
La historia y fundación del monasterio
El origen del Monasterio de Veruela se remonta a 1146, cuando Pedro Atarés, señor de Borja, donó estas tierras recién reconquistadas a la Orden del Císter. La intención era clara: que los monjes blancos, como se les conocía por sus hábitos, ayudaran a consolidar la presencia cristiana en la región mediante la agricultura, la oración y la autosuficiencia. La construcción del monasterio se desarrolló principalmente entre 1160 y 1190, aunque se prolongó hasta mediados del siglo XIII, época en la que experimentó importantes renovaciones.
La arquitectura: simplicidad y proporción
El Monasterio de Veruela es un ejemplo sublime de la arquitectura cisterciense, una corriente que, a pesar de su simplicidad formal, logra crear espacios de singular belleza. Los muros lisos y las líneas puras, lejos de ser sinónimo de pobreza, conforman un espacio de una sobriedad impactante. San Bernardo de Claraval, ferviente defensor de la austeridad y de la pureza en las formas, promovió la creación de monasterios donde primaran la funcionalidad y la armonía. Este rigor se manifiesta en cada rincón de Veruela.
La iglesia del monasterio es un claro exponente de la transición del románico al gótico. La robustez del románico se aprecia en elementos como los frisos de ajedrezado jaqués y las ventanas abocinadas, mientras que el influjo del gótico se evidencia en los arcos apuntados y la bóveda de crucería que se despliegan en su interior. Esta combinación de estilos no solo es un testimonio de la evolución arquitectónica de la época, sino también de una espiritualidad en transformación, que buscaba elevarse hacia lo divino, dejando atrás las oscuras nieblas del pasado.
El claustro y sus dependencias
El claustro, corazón del monasterio, es el eje en torno al cual se organiza toda la vida monacal. Aquí, los monjes se movían en un entorno de proporciones exactas y armonía matemática. La simetría y la cuidadosa disposición de los elementos transmiten una sensación de paz y orden, fundamental en la vida cisterciense. El claustro de Veruela es especialmente notable por sus arquerías que se abren a un jardín central, decorado con capiteles tallados y gárgolas de formas fantásticas que, aunque van en contra del rigor de San Bernardo, añaden un toque de delicadeza y creatividad al conjunto.
En las dependencias que rodean el claustro, como la sala capitular, el refectorio y la cilla, se observa la misma atención al detalle. La sala capitular, un espacio recogido y de bajas columnas, se utilizaba para las reuniones de los monjes, mientras que el refectorio, más amplio y luminoso, invita a la reflexión sobre la vida en comunidad. Cada estancia refleja un equilibrio perfecto entre funcionalidad y belleza, respetando las medidas modulares que se calculaban con precisión matemática.
Un microcosmos autosuficiente
El Monasterio de Veruela no solo era un centro espiritual, sino también un microcosmos autosuficiente. Los monjes cultivaban sus propias tierras, elaboraban vino, y contaban con talleres y una biblioteca. Este enfoque autosuficiente era crucial para la vida monástica, donde el trabajo manual se consideraba una forma de acercarse a Dios.
Hoy, el Monasterio de Veruela es un refugio de paz que nos conecta con una época de profunda espiritualidad y de un saber arquitectónico que buscaba el equilibrio entre el cielo y la tierra. Visitar Veruela es adentrarse en un espacio donde la sencillez se convierte en el mayor de los lujos, y donde la matemática y la proporción nos revelan una belleza atemporal.
Este monasterio no es solo un vestigio del pasado, sino un testimonio vivo de la capacidad humana para crear espacios que, a través de la sobriedad y la precisión, invitan a la contemplación y a la búsqueda de lo trascendental. Veruela, en su espléndida desnudez, es un recordatorio de que la verdadera belleza reside en la simplicidad bien entendida.
- Apertura: todo el año (lunes cerrado salvo festivo).
- Horario: de 10:30 a 19:45 h.
- Visitas guiadas: de martes a viernes: 12:30h y 17:30h; fin de semana y festivos: 11:30h, 12:30h, 16h. y 18h.
- Precio: 1,80 € (gratuito niños -11 años).
- Aparcamiento: gratuito.
- Teléfono: 976 64 90 25 (IMPRESCINDIBLE RESERVAR VISITA GUIADA).
- Email: monasteriodeveruela@dpz.es