Sabemos que a primera vista, un cementerio puede no ser el primer lugar que se te ocurra al pensar en un destino cultural, pero muchos de ellos albergan una valiosa riqueza artística. Mausoleos, esculturas y lápidas, que en ocasiones son auténticas obras de arte, a menudo pasan desapercibidos debido a su conexión con la muerte. Además, los cementerios en Aragón ofrecen lecciones interesantes sobre la historia medieval y contemporánea de la región. Permítenos llevarte a través de algunos de los cementerios de Aragón que destacan en el ámbito del necroturismo.
Cementerio de Torrero (Zaragoza)
Comenzamos por la necrópolis más grande de Aragón, que en los últimos años ha buscado abrirse a la ciudad como un espacio urbano que alberga diversas actividades. Uno de los ejemplos son los paseos culturales que te permiten explorar algunas de las obras escultóricas del lugar, creadas por artistas como Ponzano o Palao, así como mausoleos diseñados por arquitectos como Yarza, Albiñana o Magdalena. De hecho, en 2019, este cementerio fue galardonado como el más hermoso de España.
Te invitamos a dar un paseo tranquilo por este camposanto, especialmente por su parte más antigua, para disfrutar de estas obras que combinan lo religioso con lo misterioso, como el relieve en mármol de la Virgen del Pilar en el panteón del Cabildo Metropolitano, una dama rodeada de esqueletos en el panteón de Ginés y Ginés, o incluso una esfinge egipcia en el mausoleo de la familia Herrero.
Si no te sientes cómodo explorando este lugar por tu cuenta, no te preocupes, porque asociaciones como Gozarte organizan visitas guiadas, algunas de las cuales son teatralizadas, para que puedas conocer la historia del lugar de la mano de aquellos que “residen” allí. Además, una de estas visitas podría inspirarte para participar en concursos anuales de epitafios, fotografía y relatos que se organizan en el cementerio de Torrero.
Cementerio de Fuentespalda (Teruel)
Este lugar es una lección de historia, ya que aquí se ha recreado un espacio funerario medieval mediante la reproducción de estelas (pequeños monumentos de piedra en forma de lápida o pedestal) que datan de los siglos XIII al XV. Si bien estas piezas no son originales, fueron construidas hace unos doscientos años siguiendo el modelo de las utilizadas en entierros medievales. Se han limpiado y restaurado para ser exhibidas no en un museo, sino en el lugar para el que fueron concebidas: un cementerio. De esta manera, este camposanto se posiciona como un espacio cultural y merece un lugar en nuestra lista de cementerios imprescindibles para visitar en Aragón.
Iglesia de San Antonio de Padua (Zaragoza)
Esta iglesia es comúnmente conocida como ‘la de los italianos’, y esta denominación está estrechamente relacionada con el tema de los cementerios y camposantos en Aragón. Esto se debe a que a principios de la década de los 40 del siglo pasado, el gobierno italiano encargó a Zaragoza la construcción de un cementerio en honor a los soldados italianos que perdieron la vida en la Guerra Civil Española.
Este cementerio se encuentra en la gran torre que forma parte de la estructura de la iglesia, cuyo interior es un extenso mausoleo lleno de lápidas y recuerdos de casi 3.000 soldados, y que se puede visitar en la actualidad.
Cementerio de La Cartuja Baja (Zaragoza)
Si anteriormente te hablamos del cementerio más grande de Zaragoza, ahora te presentamos el más antiguo. Este camposanto, que originalmente estaba vinculado al hospital Nuestra Señora de Gracia en la capital aragonesa, fue construido en 1791, cuarenta años antes que el de Torrero. Además, tiene una particularidad adicional: está integrado en un polígono industrial, con la entrada prácticamente pegada a la carretera.
Dado que fue el único cementerio de Zaragoza durante cierto período, en él descansan figuras ilustres de la época, como el Doctor Cerrada o Lasierra Purroy. Muchas de estas tumbas destacadas se encuentran agrupadas en el Panteón de la Beneficencia, que preside el espacio. Si deseas explorar la historia de este lugar, te recomendamos que te unas a alguna de las visitas guiadas que se organizan para conocer su patrimonio histórico y artístico.
Cementerio de Albarracín (Teruel)

Este cementerio, al igual que el hermoso pueblo de Teruel al que sirve, también alberga una gran belleza. Al entrar, sientes que estás ingresando a un jardín, debido a la abundante vegetación presente. Además, ofrece impresionantes vistas a la sierra que no te querrás perder. Mientras paseas por él, sin duda notarás su peculiar construcción, que ha tenido que adaptarse a la pendiente en la que se encuentra, razón por la cual se construyó en terrazas que se adaptan al terreno.
Pero el cementerio de Albarracín no solo ofrece belleza, sino también historia. La torre que lo preside habla de la presencia musulmana en la zona y es conocida como la Torre Blanca o la Torre de Doña Blanca. Formaba parte de un triángulo defensivo junto con el Alcázar y la Torre del Andador.
Cementerio de Alfocea (Zaragoza)
El cementerio de Alfocea es otro de los cementerios de Aragón con una rica arquitectura, tanto que ha sido designado como Bien de Interés Cultural. Esto se debe a que una de sus paredes se construyó junto al castillo de la localidad, del cual solo quedan ruinas. La visión de cómo algunas de las fortificaciones se han aprovechado para
convertirlas en nichos es realmente impresionante. Además, los diversos enterramientos del lugar reflejan las diferentes tradiciones de arte funerario que han evolucionado a lo largo de la historia de Alfocea.
Cementerio e Iglesia de San Martín en Oliván (Huesca)
En la pintoresca localidad de Oliván, situada en Biescas, Huesca, se encuentra uno de los cementerios más pequeños y singulares de Aragón. Rodeado por un muro de piedra y situado en una pequeña colina cubierta de hierba, este camposanto alberga apenas una decena de lápidas adornadas con flores. Justo al lado del cementerio se yergue la iglesia de San Martín, una construcción que data del siglo XI. La presencia del cementerio junto a la iglesia te transporta al pasado, ya que antiguamente los camposantos solían rodear a los templos antes de ubicarse en las afueras de las localidades.