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30 abril 2025

Ya he cumplido los 50 ¿Y ahora qué? los desafios de la última etapa laboral y también personal

Llevo más de diez años en contacto con las personas de las organizaciones, con el estrés laboral, con la poca motivación de los equipos y con los malabares de la conciliación. Pasamos de cuidar a los hijos para hacerlo con nuestros padres y sin descanso afrontamos las eternas crisis económicas, laborales y tecnológicas.

Es frecuente encontrar cómo la llegada de los cincuenta supone un punto de inflexión para los trabajadores que, cansados y desmotivados, les cuesta reencontrar una ilusión que se pierde en los apagafuegos del día a día laboral. Las personas de esta franja de edad, muestran su agotamiento ante el continuo aprendizaje o la gestión del cambio, verbalizando las ganas de terminar su vida laboral e idealizando las perspectivas de un futuro tranquilo y ocioso. 

Me pregunto si deberíamos  revisar estas consignas y preguntarnos si vamos a vivir tan tranquilos en la última parte de nuestra vida. No pretendo lanzar consignas catastrofistas, mi deseo es que vivamos mejor y sobre todo más conscientes. Conscientes del privilegio de formar parte de una generación que vive más y puede hacerlo mejor. Y este vivir mejor tiene que fundamentarse en la madurez, una madurez que a veces no se observa en personas adultas, que pretenden estar en un carpe diem continuo.

La motivación hacia el presente, y no solo hacia lo que haremos en un futuro, tiene que ir precedida de una reflexión sobre el envejecimiento. Vivimos de espaldas a él, cumplimos años, pero los escondemos sin asumir que cada década es una oportunidad para ilusionarse y no para ocultar. Maquillamos la cincuentena con operaciones estéticas que aumentan cada año en este rango de población y descuidamos un elemento fundamental como es el de la alimentación para nutrir un cuerpo que debe sostenernos durante cada vez, más años. El cansancio metafórico es también físico porque queremos hacer las mismas cosas cuando nuestro cuerpo no puede seguir los ritmos frenéticos de décadas pasadas. Ponemos el foco en cambiar el aspecto externo cuando podríamos revisar también las acciones que acometemos y que nos desgastan y dejan huella en nuestros rostros y cuerpos. 

La motivación que tanto se demanda, debe partir de la acción por comenzar un nuevo periodo, una etapa para revisar algunos aspectos de nuestra vida que nada tienen que ver con el balance de nuestros logros o desaciertos, tan manidos y propuestos para esta edad.

Nuestro envejecimiento también es el de los demás miembros de nuestra familia. Debemos cuidar de los progenitores y aprovechar, y pensar sobre la vejez que queremos vivir nosotros y del mismo modo, del legado que dejaremos a nuestros descendientes. Cómo y a tenor de cómo están viviendo nuestros padres, la enfermedad o la muerte, observar y elegir de qué manera queremos vivir la siguiente etapa que nos acontecerá para no ser una carga de quienes nos acompañen. Cuidarse para afrontar con todas garantías esa etapa debería servirnos para mantenernos ocupados y no preocupados.

La década de los cincuenta es un buen momento para seguir aprendiendo puesto que la sociedad cada vez requiere de más y más rápido conocimiento. Es importante recuperar las ganas de hacer cosas para que no pensemos en terminar, sino en empezar y no se trata de hacer más, sino de hacerlo mejor y con consciencia. 

Leer, relacionarnos, recuperar o incorporar nuevas amistades, viajar, cuidar el cuerpo a través del deporte… todo lo que pensamos hacer para el futuro, podemos, debemos hacerlo ahora y a la vez que culminamos y cerramos nuestra etapa laboral. Aprovechar nuestra experiencia y talento para traspasar a los milenials ese conocimiento, compartir y crear puentes para unir generaciones y aprender también de ellos, es una buena manera de seguir creciendo e ir dejando atrás un cansancio que podemos paliar con motivación. Pero esta nunca podrá ser externa, sino interna, buscando aquello que nos motiva a cada uno de nosotros.

Sigamos potenciando nuestro autoconocimiento para seguir SIENDO, HAGAMOS aquello que queramos hacer para TENER no la vejez que queremos, sino el PRESENTE que tenemos.

Bienvenidos a la década prodigiosa.

Marisa Felipe

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