Ya sea por carácter o por necesidad, Aragón ha sido tierra de pactos desde casi su origen como reino. Del Compromiso de Caspe, ejemplo en el siglo XV de cambio dinástico sin la mediación de la espada y la sangre, a un gobierno autonómico de coalición como el actual, formado por nada menos que cuatro siglas bien distintas.
La estructura política aragonesa, en la actualidad, es la que ya se plasmó en 1982 con el Estatuto de Autonomía, que daba poderes de autogobierno a la Comunidad que se han ido desarrollando a lo largo de estas cuatro décadas. Gobierno central, Ejecutivo autonómico, diputaciones, comarcas -nada menos que 33- y ayuntamientos son, de esta forma, las administraciones que configuran el complejo entramado que gestiona un territorio muy extenso, pero con poca población.
En el caso concreto del Gobierno de Aragón, se vuelve a poner de manifiesto esa necesidad del pacto: ninguno de los ejecutivos que ha habido desde 1987 -salvo las presidencias de José Marco y Ramón Tejedor, entre 1993 y 1995, fruto de la moción de censura presentada a Emilio Eiroa- ha podido gobernar en solitario; siempre ha hecho falta una coalición.
Coaliciones sucesivas
Hipólito Gómez de las Roces, del PAR, tuvo que pactar en 1987 con Alianza Popular; su sucesor, Emilio Eiroa, lo tuvo que hacer con el Partido Popular en 1991. En 1995, Santiago Lanzuela, del PP, se debió entender con el PAR para acceder al Gobierno.
En la siguiente legislatura y otras dos más, el socialista Marcelino Iglesias formó ejecutivo con el PAR, grupo que cambió de socio en 2011 para que gobernara la popular Luisa Fernanda Rudi. En 2015, Javier Lambán (PSOE) necesitó un apoyo de CHA que, en la actual legislatura, también se extiende a Podemos y PAR.
“Creo que lo que ha caracterizado toda la historia la política aragonesa es su capacidad de llegar a acuerdos, de alcanzar coaliciones”, destaca el periodista especializado en el Parlamento aragonés Conrad Blásquiz. De esta manera, lo que para el Gobierno central es algo “muy novedoso”, ese Ejecutivo de coalición entre PSOE y Podemos, “aquí es habitual”.
De hecho, son ahora el PSOE, Podemos, CHA y el PAR las fuerzas que conforman el Gobierno de Aragón, siglas de muy distinto signo que, a unos pocos meses de acabar la legislatura, han conseguido mantener una necesaria estabilidad para gobernar.
“Yo diría que no ha salido mal, ha salido mucho mejor de lo que esperaban algunos, porque son cuatro partidos difíciles de mezclar, son como el aceite y el agua, pero realmente Javier Lambán ha hecho un esfuerzo de diálogo y lo ha hecho bien”, reflexiona el periodista.
Ese Aragón como tierra de pactos –“en la necesidad está la virtud”, dice con sorna Blásquiz- se ha manifestado con un “sentido pragmático de la política que en otros sitios no ha funcionado, pero aquí, sí”, concluye.
“Y si no, no”
En este momento, conviene recordar el muy literario juramento que hacían los monarcas aragoneses: “Nos, que somos tanto como vos y todos juntos valemos más que vos, os hacemos rey de Aragón, si juráis los fueros y si no, no”. Se trata de una fórmula que manifiesta, ya en siglos pretéritos, la importancia de la ley y del entendimiento, incluso por encima del peso de la corona. Un territorio que, en la actualidad, sigue disfrutando de sus propios fueros.
Estos, que han sido referencia para textos constitucionales como el estadounidense, tuvieron su primera compilación en el célebre Vidal Mayor, volumen encargado por el rey Jaime I que reúne las leyes aragonesas en el siglo XIII. Para estar cerca de él, eso sí, hay que viajar hasta Malibú, En Estados Unidos, donde se conserva en el Museo Paul Getty.
Regresando a ese espíritu de pactos, el punto de vista de Blásquiz lo comparte el profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Zaragoza Enrique Cebrián, quien observa que en Aragón ha existido “prácticamente desde el principio” una evidente pluralidad parlamentaria. “En las Cortes de Aragón siempre ha habido representados muy diversos grupos”, destaca.
Por ello, y aunque tratando de evitar el cliché, sí que observa que la Comunidad es tierra de pactos: “Realmente, si vemos la realidad y la historia de estos 40 años de autonomía, podríamos decir que sí”, afirma.
Por la vía lenta
Aragón se convirtió en autonomía en el año 1982, cuando se aprobó el Estatuto por la llamada vía lenta, es decir, la que marcaba el artículo 143. Como explica Cebrián, la otra posibilidad, la vía que marcaba el artículo 151 “pedía unos requisitos más exigentes” pero, a cambio, las comunidades “podían tener el máximo nivel de competencias permitido por la Constitución”.
En cambio, que Aragón se rigiera por el artículo 143 conllevaba tener “un determinado nivel de competencias y había que esperar al menos cinco años para poder reformar los estatutos”, relata. En ese contexto, Cebrián considera que “el proceso autonómico en Aragón fue muy conflictivo”, con dos provincias, Zaragoza y Huesca, en las que “se cumplían e incluso se superaban los requisitos para ir por la vía del artículo 151”.
Sin embargo, “en Teruel no era así”, un territorio en el que, además, “la mayor parte de los ayuntamientos estaba controlada por la UCD”, entonces el partido en el Gobierno central y “que apostaba más por la otra vía”.
Por ello, para el experto, la llegada del Estatuto de Autonomía, aunque ya permitiera desarrollar un modelo de autogobierno, también “supuso una sensación un poco agridulce”. Lo fue porque surgió “la sensación en sectores de la sociedad de que tampoco se habían conseguido todas las aspiraciones que habían tenido en un primer momento”, explica Cebrián.
Para Blásquiz, la llegada del Estatuto de Autonomía y el incremento del autogobierno ha sido el principal hito en la política aragonesa en los últimos años. Un modelo que conlleva la descentralización y que permite que la Comunidad gestione “el Estado del bienestar”. “Ahora ha pasado Aragón a decidir su propio futuro y eso es lo más importante”, resume.
Desde 1982 hasta la actualidad, el nivel de autogobierno ha variado, logrando la Comunidad cada vez más cotas de autonomía. “A principios del siglo XXI se produce la igualación entre todas las Comunidades”, cuenta el experto en Derecho. Por ello, considera que los retos para el futuro en ese campo tendrán que ver con “perfeccionar el carácter federal” del actual modelo territorial.
En ese sentido considera que, aunque no se le denomine en la Constitución como un Estado federal, “es un modelo al que podemos llamar federal que se ha ido construyendo a lo largo del tiempo”, añade. De esta manera, “ese proceso de igualación -entre autonomías-, al final, ha dado como resultado un modelo que es sustancialmente federal”.
También lo ve así Blásquiz, quien sentencia: “En estos momentos, el Estado autonómico es un Estado federal, de hecho”. Y, en ese escenario, considera “necesario” analizar lo que ha sucedido en estos cuarenta años y “eliminar las disfunciones que ha provocado el Estado autonómico entre autonomías”.
Los hitos
Más allá de la consecución del Estatuto de Autonomía, el periodista observa en estos años otros hitos como la Expo de 2008 que, a sus ojos, sirvió, además de para remodelar la ciudad, incrementar “la autoestima de los aragoneses”. En ese sentido, Blásquiz también destaca otros aspectos como el nacimiento de la televisión autonómica o la oposición al trasvase del Ebro.
Precisamente es la Expo de 2008 el único momento en el que, afirma, Aragón tuvo “el peso específico” que le corresponde en el conjunto del país.” Las infraestructuras avanzaron a un ritmo espectacular, y no solo en Zaragoza”, recuerda Blásquiz, quien lamenta que la Comunidad “nunca ha tenido” el peso que le corresponde en España.
Y, acerca de las figuras que más han contribuido a construir el Aragón actual, destaca a dos: el expresidente y líder del PAR Hipólito Gómez de las Roces y el primer Justicia de Aragón de la época democrática, Emilio Gastón. Sin embargo, y aunque apunta estos dos nombres, reflexiona: “Creo que todos los aragoneses hemos sido clave, porque todos hemos aportado”.
En cuanto a la situación política actual, Cebrián considera que Aragón cuenta con una salud “buena” en líneas generales, con unos problemas que “no son específicos” de este territorio, sino que resultan los mismos que hay en el conjunto del país. De hecho, apostilla que, en algunos aspectos, Aragón se encuentra “mejor” que el país en general.
Para Blásquiz, la situación actual es inédita en la Comunidad, con un centro que “se está rompiendo” debido a las crisis del PAR y Ciudadanos. “Creo que, después de las elecciones, se va a reforzar el bipartidismo muchísimo”, vaticina el periodista, que advierte que, derivada de esta situación, hay “150.000 votos en juego”, los que suman ambas fuerzas.