En septiembre de 2023, Javier Macipe, director de cine aragonés, presentaba en el Festival de Cine de San Sebastián La Estrella Azul, descubriéndonos a argentinos y aragoneses una preciosa historia de amor fraterno entre nuestros pueblos y culturas
En los años noventa, Mauricio Aznar, líder del grupo de rock zaragozano Más Birras, decidió romper con todo y emprender un viaje iniciático y revelador hacia la tierra natal de Atahualpa Yupanqui, en Argentina. Sorprendentemente, ese disco de folk suramericano que casualmente cayó en sus manos sedujo al rockabilly maño, en la intimidad de su habitación, lejos de los escenarios en los que llegó a tocar la gloria con temas como “Apuesta por el rock and roll”, que después popularizarían mundialmente Héroes del Silencio.
El destino era lo de menos, lo importante, como en todo viaje del héroe, fue el camino que transitó y que le llevó a conocer a los Carabajal, su música y su hospitalidad y, en último término, a encontrarse consigo mismo. El director Javier Macipe, mezclando ficción y documental, en una película rodada a caballo entre Córdoba (Argentina) y Aragón (España), consigue plasmar —a través de intercambios musicales entre “guitarreros” y “guitarristas”, cacharitas y rock and roll— que no hay distancias ni diferencias culturales insalvables cuando lo que nos une es tan fuerte como la música y la humanidad.
Mauricio Aznar volvió a Zaragoza decidido a dar a conocer la música folk argentina, tarea que no le fue fácil en un momento en el que la sociedad prefería mirar hacia la escena musical anglosajona. Hubiera sido distinto tiempo atrás, cuando el tango, con Carlos Gardel como máximo exponente, conquistaba a los maños a través de la radio y la gramola o, ya en los años setenta, en una España en transición que recibía con entusiasmo a cantautores huidos de la dictadura argentina.
La progresía aragonesa del posfranquismo alternaba en sus tocadiscos a José Antonio Labordeta con Mercedes Sosa, cantautora que, décadas más tarde, protagonizaría uno de los momentos musicales más emotivos de la Exposición Internacional Zaragoza 2008, ofreciendo uno de sus últimos recitales, solo un año antes de su muerte.
Muchos de los que en los setenta y ochenta fueron niños en España cuentan con ese poso musical. Una semillita que, en algunos casos, como en el de Jorge Usón, se convertiría en el deseo de explorar esos sonidos. Jorge, actor, autor teatral y cantante zaragozano, fundó en 2011, de la mano del músico Adán Carreras, el grupo De Carne y Hueso que comenzó su trayectoria, precisamente, rindiendo tributo a Atahualpa Yupanqui y que no tardaría en ir sumando a su repertorio milongas, zambas y chacareras, como “Déjame que me vaya”, compuesta, precisamente, por los Carabajal.
Seguramente al líder de Más Birras, fallecido en el año 2000, le hubiera gustado escuchar a De Carne y Hueso reivindicando esa música y a esa familia que fue la suya; comprobar cómo Peteco Carabajal agotaba entradas en Zaragoza el pasado mes de abril, o cómo cientos de residentes argentinos compartían con los aragoneses su folclore en la última edición del festival Zaragoza Diversa.
Argentinos en Aragón y viceversa
La Asociación de residentes argentinos en Aragón también trata de mantener en pie los puentes que unen su tierra natal con la de acogida, a través de actividades como el Ciclo de música popular Argentina que organizó en 2019 en la Casa de las Culturas de Zaragoza, congregando a artistas argentinos residentes acá y allá como el grupo Puente, Cecilia Zabala, Gloria Geberovich, Manuel Kleiner o La Rocka.
Algunos de esos músicos forman parte del colectivo de argentinos residentes en Aragón, cuyo censo, en el año 2022, era de 1.406 personas. Un grupo reducido y disperso, a diferencia del de aragoneses en Argentina que en 2021 ascendía a 6.294 personas y donde se contabilizan seis Centros Aragoneses: Buenos Aires, Córdoba, La Plata, Mar del Plata, Mendoza y Rosario.
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En esos centros, además de aragoneses afincados en Argentina, se dan cita numerosos descendientes de aragoneses, procedentes de las migraciones acontecidas en los siglos XIX y XX, pues tanto por motivos económicos, primero, como políticos, posteriormente, la República Argentina fue el destino de dos tercios de los aragoneses que decidieron “hacer las américas”.
Hace poco más de un año, en Buenos Aires, se llevó a cabo el XIX Encuentro de Casas de Aragón en Argentina, con la participación del Círculo de Aragón de Buenos Aires, el Centro Aragonés de La Plata, y la Unión Aragonesa de Mar del Plata. En dicho encuentro, en FEDESPA – Asociación Patriótica y Cultural Española de la Argentina, se realizó el festival folklórico aragonés, y el presidente de la federación, Pablo Marnotes, mostró a los participantes, además de una piedra traída de la muralla de Zaragoza, una Virgen del Pilar recuperada, dijo, «de un panteón de la Chacarita de la Asociación Española de Socorros Mutuos de Buenos Aires, que lamentablemente desapareció».
No es la única Virgen del Pilar con la que cuentan los porteños pues, también en Buenos Aires, se encuentra la basílica de Nuestra Señora del Pilar, un templo de enorme valor arquitectónico y el segundo más antiguo de la ciudad, que formó parte del convento de los franciscanos recoletos y que terminó de construirse en 1732 gracias al mecenazgo del aragonés Juan de Narbona.
A 10.300 kilómetros, en Zaragoza, la primigenia catedral basílica de Nuestra Señora del Pilar, que copreside, junto a la catedral del Salvador —la Seo—, la plaza que lleva su nombre y que, según la tradición, es el primer templo mariano de la Cristiandad, se prepara para celebrar su día grande: el 12 de octubre, Día del Pilar y de la Hispanidad.
1.059 grupos, unas 145.000 personas llegadas de todo Aragón, España y el mundo, desfilarán a lo largo de todo el día para ofrecer sus flores y rendir culto a la Virgen del Pilar. Entre estas agrupaciones, hay representación de todos los colectivos de residentes latinoamericanos en Zaragoza, también de la Asociación de residentes Argentinos en Aragón que, puntual como cada año, saldrá a su encuentro con la Virgen del Pilar a las 10 de la mañana.
Fútbol y gastronomía, dos pasiones compartidas
Así como Argentina se presentaba para los emigrantes decimonónicos aragoneses como un país prometedor económicamente, la mayoría de los argentinos que emigraron a España, ya en el siglo XX, optaban por destinos turísticos con más oportunidades laborales. Sin embargo, a Zaragoza llegaron personas muy específicas, a menudo, profesionales cualificados. La General Motors cerró en Argentina para trasladarla a Zaragoza, por lo que, durante los primeros años, muchos de sus altos cargos procedían de ese país. También llegaron médicos, dentistas… personas de alto poder adquisitivo y nivel cultural.
También comenzaron a venir a Aragón, fichados por el Real Zaragoza, numerosos futbolistas argentinos. De hecho, todavía hoy, Argentina sigue siendo el país que más internacionales ha aportado al club de fútbol zaragozano: más de 40. Algunos de estos, en los años noventa, se daban cita en La Carreta, un asador argentino de verano que abrió en Zaragoza Armando Trezano, argentino emigrado a Aragón que de 1986 a 1992 dirigió El Mangrullo, primer restaurante 100 % argentino de la capital aragonesa.
El Mangrullo, inaugurado en 1983 por un grupo de argentinos radicados en Zaragoza, procedentes de diferentes ámbitos profesionales, fue todo un referente en la hostelería de la capital del Ebro que todavía, dos décadas después de su clausura, es recordado por numerosos zaragozanos. «En El Mangrullo se servía exclusivamente comida argentina casera. Entrantes, pastas, postres… Aunque lo diferencial eran las carnes, con cortes o partes de la res que nunca se habían visto en Zaragoza. De hecho, tenía que ir yo al matadero a explicar al personal cómo debían preparar los diferentes cortes», explica Trezano.
El Mangrullo se convirtió, además, en un centro de reunión de residentes argentinos en Zaragoza. De hecho, ahí está el origen de la fundación de la Asociación de Amigos de Argentina en Aragón que dirigió Rogelio Ayala, uno de los copropietarios del restaurante, no ha vuelto a haber un restaurante 100 % argentino en Zaragoza, sin embargo, hay un buen número de cocineros de origen argentino repartidos por grandes restaurantes aragoneses que mezclan en sus creaciones sus dos culturas culinarias. Como Fabiana Arévalo, cocinera de la provincia de Río Negro que dirige el Baudilio Restaurante en la preciosa localidad de Valderrobres o Abel Alberto Mora, chef bonaerense al frente del restaurante zaragozano Uasabi, que comenzó su despegue profesional en un pequeño bar del casco histórico zaragozano, cocinando empanadas argentinas y las aragonesas hojas de borraja en tempura, materializando la más pura fusión argentino-aragonesa.