El Pirineo aragonés, en el norte de la provincia de Huesca, es un verdadero paraíso montañoso que invita a explorar sus paisajes y pueblos con encanto. Esta región no solo es ideal para quienes buscan aventura al aire libre, sino también para aquellos que desean sumergirse en la rica historia y cultura de sus pueblos medievales.
Aínsa: un viaje al pasado medieval
Comenzamos nuestra travesía en Aínsa, un pueblo que parece sacado de un cuento medieval. Con su impresionante iglesia parroquial de Santa María, que data del siglo XII, y su castillo del siglo XI, Aínsa te transportará a otra época. Pasear por su Plaza Mayor es una experiencia que no te puedes perder, especialmente si disfrutas de una comida en uno de sus acogedores restaurantes. Aínsa es un lugar donde la historia cobra vida en cada rincón.
Alquézar: naturaleza y aventura en el Somontano
Alquézar, situado en el corazón de la comarca de Somontano de Barbastro, es la puerta de entrada al espectacular Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara. Este pintoresco pueblo es perfecto para los amantes del deporte al aire libre, con oportunidades para el barranquismo y el senderismo en un entorno natural incomparable. Además, su rica historia medieval le da un encanto especial que te atrapará.
Benasque: la puerta al Aneto
El valle de Benasque es un destino imprescindible para los montañeros. Aquí se alza el Aneto, la cumbre más alta del Pirineo aragonés con 3.404 metros. Además de su oferta para los amantes del alpinismo, Benasque conserva joyas arquitectónicas como la iglesia románica de Santa María la Mayor. Es un lugar donde la aventura y la historia se encuentran.
Canfranc: historia y esquí
El valle de Canfranc es conocido no solo por sus estaciones de esquí de Astún y Candanchú, sino también por su histórica Estación Internacional de Canfranc, inaugurada en 1928. Actualmente, esta estación ha sido transformada en un lujoso hotel de 5 estrellas, pero sigue siendo un punto de referencia para los amantes de la historia y la arquitectura.
Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido: patrimonio de la Humanidad
Si hay un lugar que no puedes dejar de visitar en el Pirineo aragonés, es el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Este espacio natural, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, ofrece paisajes de ensueño con su cañón de Añisclo y valles como el de Pineta. Es un verdadero santuario para la biodiversidad, perfecto para los que buscan una conexión profunda con la naturaleza.
Lanuza y Panticosa: relax con vistas espectaculares
Lanuza, con su encantadora iglesia del Salvador, y Panticosa, famoso por su balneario y la estación de esquí de Formigal-Panticosa, son destinos ideales para quienes buscan combinar relax y naturaleza. Estos pueblos ofrecen la tranquilidad que necesitas para desconectar, todo mientras estás rodeado de las majestuosas montañas del Pirineo.
Revilla y el Valle de Bujaruelo: tranquilidad y naturaleza virgen
Para quienes buscan alejarse de las multitudes, la aldea de Revilla y el valle de Bujaruelo son perfectos. Aquí podrás disfrutar de la paz y la tranquilidad, rodeado de paisajes espectaculares y una rica fauna, donde incluso es posible avistar quebrantahuesos. No te pierdas el puente románico de Bujaruelo, un verdadero tesoro escondido.
Un destino para el alma
El Pirineo aragonés no es solo un destino turístico; es un lugar que se siente y se vive. Ya sea que busques aventura, historia, o simplemente un momento de paz en medio de la naturaleza, aquí encontrarás lo que necesitas. Este verano, deja que el Pirineo aragonés te sorprenda y te conquiste con sus paisajes mágicos y su encantadora hospitalidad.
