Joaquín Olona (Zaragoza, 1959) dirige la consejería de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón desde 2019. En la legislatura anterior estuvo al frente de la de Desarrollo Rural y Sostenibilidad, otra denominación con la que también abarcaba las competencias relacionadas con el campo aragonés.
En definitiva, suma casi 8 años como consejero de la cartera vinculada a uno de los sectores más importantes para la economía de la Comunidad, como pone de manifiesto en una entrevista con Go Aragón en la que también destaca el papel de los profesionales del campo: “Lo más importante que tenemos son agricultores”, subraya.
Ya estamos casi en el final de la legislatura, ¿está satisfecho con el trabajo de estos cuatro años?
Es una pregunta que puede prestarse a equívocos. Por un lado, no estoy satisfecho porque hay muchas cosas que me hubiera gustado conseguir y no he conseguido, empezando por una reforma en profundidad de la PAC y, por otro lado, que el sector hubiera recibido muchas más ayudas e impulsos económicos. Desde ese punto de vista, no me siento satisfecho porque la ambición y las necesidades están ahí.
Por otro lado, desde el punto de vista de la gestión en el conjunto de este Gobierno, creo que en esta legislatura y la pasada hemos sido ambiciosos y hemos afrontado importantes retos. Desde el punto de vista como Gobierno, lo que supone de ambición y de afrontar retos, en ese sentido sí que estoy muy satisfecho.
Tras dos legislaturas seguidas ya suma prácticamente ocho años al frente del área. Con ese recorrido, ¿qué evaluación hace del campo aragonés?
Que es un sector muy profesional, muy tecnificado, con una gran capacidad y que, quizá, lo que no está en línea es la política agraria, la PAC, que no termina de apostar por esa profesionalidad, por esa capacidad tecnológica que existe y, todo ello, en el ámbito del modelo familiar, que es lo que estamos defendiendo desde el Gobierno de Aragón.
Sobre ese modelo familiar, ¿qué iniciativas hay para protegerlo y promoverlo, en qué línea van a ir cuando estarán listas?
Tenemos la ley de protección de la agricultura familiar, que está en las Cortes desde hace un año. Todo indica que va a salir, tiene que ser inminente porque queda muy poco de legislatura. Estoy seguro de que va a salir adelante. Yo destacaría que es el principal reto que hemos tenido como Gobierno, esa apuesta por el modelo familiar y el logro en tanto en cuanto esta ley se apruebe definitivamente por parte de las Cortes. En definitiva, no se trata de apoyar solo a la agricultura, la agricultura en abstracto quizá no necesite apoyo, lo que sí necesita apoyo es el modelo familiar, esa modalidad de agricultura en particular que es fundamental, entre otras muchas cosas, para el mantenimiento del territorio.
Por ejemplo, ¿para fijar población?
Efectivamente, para fijar población, para que los pueblos puedan seguir siendo pueblos tal y como los conocemos, porque el peso económico y social de la agricultura es tan importante como que, desde mi punto de vista, si ese modelo es finalmente sustituido por otros que están ya, de carácter corporativo, quizá no se resienta tanto el sistema alimentario, pero sí que se resentiría gravemente el modelo territorial.
Y, en ganadería, en la gestión de purines, ¿Aragón está en la senda correcta?
El primer objetivo es, aunque parezca obvio, que el propio sector sea consciente de que ese es su principal reto y su talón de Aquiles. Hay que empezar por convencerse de que ese es el problema más acuciante y, desde el punto de vista estratégico, el más determinante. Digo esto porque estoy convencido de que, dado el potencial que tiene el sector porcino, a partir de que se lo proponga de verdad es cuando se empezará a encontrar las soluciones. Es un sector que ya ha dado soluciones a otros muchos aspectos en el ámbito productivo, en el sanitario… se erradicó de España la peste porcina africana, que eso fue durante muchos años el talón de Aquiles.
Lo primero que hay que hacer para resolver un problema es ser absolutamente consciente de que existe y de que se quiere resolver. A partir de ahí, ¿qué tratamos de hacer desde el Gobierno? pues remover las barreras normativas y de carácter institucional que hay para el aprovechamiento de los purines y la sustitución, en definitiva, de los fertilizantes minerales por los de origen orgánico, entre ellos, de los purines.
¿de qué estoy hablando? A mí me parece un contrasentido que la directiva comunitaria de nitratos limite el nitrógeno procedente de purín, del estiércol, y no limite el nitrógeno procedente de fertilizantes minerales. Eso no tiene ningún sentido desde el punto de vista agronómico, obedece a otras razones que se pueden imaginar y esto no es una cosa que pueda hacer una comunidad autónoma, pero lo pongo como expresión máxima de remover barreras normativas, institucionales, para que esto se pueda desarrollar con la rapidez y, sobre todo, con la intensidad que necesitamos.
Insisto, es la expresión máxima de limitación normativa; hay otras en las que nosotros ya incidimos y, de hecho, ya se aprobó en 2018 un decreto del Gobierno de Aragón sobre purines que aborda lo que desde la Comunidad podemos abordar. Y, como con las últimas iniciativas que ha habido de impulso, con el reciente congreso que se celebró, Renowagro, en definitiva, animar tanto al sector como al sistema de investigación y desarrollo a que apueste de verdad por el uso fertilizante de los purines.
Hay dos ideas fundamentales. Una, el sector del porcino tiene que convencerse y apostar por la solución del problema y no equivocarse de camino. La solución al problema tiene que venir de la mano del uso fertilizante y dejar de caer en el continuo error en el que se viene cayendo en los últimos 30 años de contemplar el purín como un recurso energético, que no lo es.
Hablando del porcino, ¿puede afectar en Aragón y en el sector las soluciones que China está aplicando a sus problemas con la peste?
Creo que no. Desde hace años, y hay quien lo dice, se habla de una burbuja del porcino. Yo nunca he visto que haya ninguna burbuja, lo que hay es un sector que está muy avanzado, yo diría que es, junto con el vino, el sector que tiene un mayor avance comercial, con una mayor y mejor estructura comercial, y eso ha permitido que se esté en todo el mundo. Nuestro porcino está, y no es un detalle menor, en los mercados de los países más avanzados. No solo es China, el sector está exportando a Estados Unidos y a todo el mundo, a los cinco continentes y a los países más desarrollados. Por lo tanto, en absoluto es un sector cautivo de un mercado concreto, particular, como el chino, ni de ningún otro.
De hecho, en los últimos años China está recuperando su producción, que se le vino abajo por razones sanitarias, y el sector ahí sigue estando. Está suficientemente diversificado comercialmente para que no haya una dependencia determinante de China. Dicho todo esto, si China se resfría, se resfría el mundo. Para bien o para mal, el mundo globalizado, los mercados globales, tienen una dependencia clara y evidente de China, pero no el porcino, toda nuestra economía.
Hablando del exterior, ¿cómo está contribuyendo el campo aragonés en la internacionalización de Aragón?
Muchísimo. Creo que hay que atribuir al sector agroalimentario en su conjunto, agricultura, ganadería y agroindustria, un gran peso en el buen desarrollo de la economía. El sistema agroalimentario está contribuyendo de una manera muy notable al crecimiento económico y a la buena evolución de las variables del conjunto de la economía de Aragón. Y, en particular, a la exportación. No solo exportamos porcino; exportamos vino, exportamos alfalfa, un producto que hace 50 años hubiera sido impensable por sus características físicas. Por lo tanto, tenemos un sector muy internacionalizado y con una gran contribución al conjunto de las exportaciones.
También con productos ‘gourmet’ como la trufa negra, ¿no?
Sí. La trufa es un producto más simbólico. Hay una serie de productos y quizá el principal o el primero que habría que poner es la trufa negra como tarjeta de presentación. No es por volumen, no es porque tenga una incidencia determinante en las cifras de exportación como tiene el porcino, por ejemplo, o el vino, pero sí es una magnífica tarjeta de presentación que nos ha de ayudar muchísimo más a abrir nuevos mercados y puertas en el mundo agroalimentario. Y, en este caso, sobre todo en el mundo gastronómico internacional, donde España es un referente y una potencia mundial. Nosotros debemos tener un producto estrella, como es la trufa negra, en el que Aragón es el principal productor del mundo, particularmente Teruel, la zona de Sarrión. Todo eso es un gran reto, tiene que internacionalizarse y que sirva de buque insignia para que detrás puedan ir todos los demás productos, abrir camino.
La trufa está en los trámites para tener su propia Indicación Geográfica Protegida (IGP), productos como los vinos y el jamón tienen ya sus denominaciones de origen… ¿qué importancia tienen estos sellos a la hora de internacionalizarse?
En este mundo de los mercados globalizados, donde todo tiende a unificarse y es tan difícil competir, creo que en el juego de la internacionalización y de la globalización, tener productos diferenciados quizá es una de las claves o una de las estrategias más eficaces para poder competir. Hay que competir en precio, pero no solo en precio; tener un elemento de calidad diferenciada reconocida es la manera de diferenciar, en definitiva, nuestros productos frente a la multitud de otros con los que hay que competir en el mundo.
La crisis energética también afecta al sector agroalimentario, desde el Ejecutivo autonómico, ¿cómo pueden ayudar a los productores?
Como otras muchas cosas, desde una comunidad autónoma poco se puede hacer ante un problema como es el encarecimiento energético; no disponemos de herramientas propias. Lo primero, colaborar con la administración general para trasladar las ayudas y los apoyos que, de hecho, se han establecido y, de manera específica, en el caso del sector agrario. Más allá de eso, desde mi punto de vista, de lo que sirve esta crisis energética es para poner de manifiesto la importancia y la necesidad de profundizar y apostar por el desarrollo tecnológico del sector. Hay que optimizar, hay que mejorar la eficiencia en todos los ámbitos agrarios en los que se consume energía, que son muchísimos, y eso, con independencia de las medidas de carácter coyuntural, lo que implica es apostar realmente por el desarrollo tecnológico; en particular, la apuesta por las renovables, por ejemplo.
Uno de los ámbitos donde un efecto más pernicioso y duro está teniendo es, aparte del combustible, que es de carácter general, en los regadíos. En muchos de los regadíos, el ahorro de agua de estas últimas décadas ha conducido a disponer de sistemas de presión que requieren de energía. Por lo que estamos apostando es por que las comunidades de regantes sustituyan los sistemas de energía convencional por renovables.
En Medio Ambiente, el presupuesto ha crecido un 82% respecto al de 2015. Este aumento, ¿responde a enfrentar los retos que plantea el cambio climático?
En parte, sí, porque, al final, la respuesta al cambio climático desde el punto de vista de las políticas europeas es la estrategia que han adoptado las instituciones europeas. En términos prácticos e inmediatos es consecuencia, sobre todo, de la aplicación de los fondos europeos, de los MRR. Estos fondos tienen una clara orientación estratégica a abordar cuestiones relacionadas con el cambio climático y esa es la razón más inmediata y concreta.
En definitiva, y más allá de las crisis y retos que enfrenta, ¿tiene futuro el campo aragonés?
Tiene muchísimo futuro porque tenemos factores competitivos, aunque se insista a veces, por ejemplo, con que con el cambio climático no va a haber agua. Bueno, el cambio climático va a tener un régimen hídrico mucho más irregular. Si completamos, que lo estamos haciendo, nuestras capacidades de regulación hidráulica, tenemos agua, territorio, suelo, pero, sobre todo, lo más importante que tenemos son agricultores. Insisto, tenemos una estructura agraria muy potente en torno a un modelo familiar que, si le damos el apoyo que requiere y merece, tiene un futuro espléndido, siempre y cuando continúe de la mano del proceso de industrialización que se está produciendo.
Creo que el factor más determinante es, porque a la vista está que tenemos una agroindustria que va como un meteoro, una agroindustria en la que hay proyectos muy importantes en desarrollo y esto es fundamental para el futuro. Para mí, hay dos claves, una es el modelo familiar; pero este modelo necesita dos cosas, el apoyo público y estar vinculado a una agroindustria potente, internacionalizada, con dimensión económica, con una apuesta empresarial y, sobre todo, con apuestas claras por el marketing y el desarrollo comercial. Eso requiere, tanto lo uno como lo otro, la internacionalización. Es clave que la agroindustria siga tirando por configurar proyectos de relevancia y, detrás, las materias primas están garantizadas por nuestro sistema productivo.
Ha nombrado la importancia de la innovación en el sector, centros como el CITA o el CIHEAM, ¿qué papel juegan?
Juegan un papel fundamental. Por poner un caso concreto que tiene un carácter estratégico, en el 2016 pusimos en marcha lo que llamamos proyectos de cooperación. Lo que se trataba era de que los propios agricultores y ganaderos, de forma individual o, preferentemente, a través de agrupaciones y asociaciones, accedieran a proyectos de innovación y desarrollo. Esto era nuevo, se puso en marcha y, desde luego, lo califico de éxito, ha tenido una respuesta extraordinaria y el papel que ha jugado el CITA ha sido absolutamente determinante. Difícilmente se podría haber impulsado, ni mucho menos haber tenido éxito, una línea como esta, que pone el acento en que los proyectos de I+D sean promovidos y desarrollados por el propio sector, sin el apoyo, el concurso y la intervención del CITA.
Después, creo que hay algunos ejemplos que creo que son muy destacables y que también nos han de servir para ver hacia dónde es interesante ir y por dónde se debe apostar. Por poner otro ejemplo, las mejores variedades de almendro modernas que hoy se utilizan en España y en el resto del mundo, aunque nos parezca increíble, han salido del CITA. Y eso se pudo hacer porque hubo unos investigadores que apostaron por resolver problemas reales. Ellos observaron que el almendro sucumbía con las heladas y apostaron por afrontar el problema retrasando las fechas de floración. Eso demuestra que, cuando alguien se focaliza en un problema, tarde o temprano lo resuelve. Hay que apostar por grandes problemas, por problemas reales del sector que son estratégicos, que su solución supone grandes avances y creo que este es un modelo para tener en cuenta, por no decir a seguir.
[…] despensa’, el consejero de Agricultura, Ganadería y Medio Ambiente del Gobierno de Aragón, Joaquín Olona, se ha reunido con los representantes de las organizaciones agrarias (UAGA, UPA, ASAJA y ARAGA), […]