“Siempre que trabajamos para música es un regalo y si, encima, es el Vive Latino, que está teniendo este poso en la ciudad tan potente y que parece que viene para quedarse mucho tiempo, es una suerte, pero también es un reto”, destaca el diseñador zaragozano Miguel Frago, cofundador del estudio 12caracteres junto con Samuel Aznar. Aunque ya colaboraron con el festival en la pasada edición, este año se encargan de toda la parte gráfica con Anto Moreno.
Se trata de un reto más de los que ha enfrentado este estudio que, entre sus dos socios, acapara varios carteles para las fiestas del Pilar y trabajos para instituciones y empresas como el Auditorio de Zaragoza, Heraldo de Aragón, la Feria del Libro o el Ejecutivo autonómico.
Ya acumulas 20 años de trayectoria, ¿cómo llegaste a 12caracteres?
Como 12caracteres no son 20 años exactamente, pero con el socio, que es Samuel Aznar, llevo 20 años. Yo empecé a hacer prácticas con él cuando acabé un módulo que estaba estudiando. Después estudié más cosas, pero ya mantuvimos una relación laboral. Aproveché toda su experiencia y red de contactos para, desde un principio, acceder a trabajos interesantes y nos fuimos complementando bien. Yo venía de una generación nueva, con todo el mundo digital, y él tenía toda su experiencia en artes gráficas. Hicimos un buen combo, tanto que llevamos 20 años.
Tiene que enriquecer mucho unir esas dos facetas, ¿No?
Sí, la verdad es que hay pocos ejemplos en Zaragoza que conozca de socios que se lleven casi 30 años. Y sí, nos hemos ido complementando bien el uno al otro y ha sido un combo fructífero hasta la fecha.
¿Y cuándo decidís lanzar 12caracteres?
Antes teníamos otros nombres. Al principio, como Samuel estaba bien posicionado en el mercado, teníamos un nombre que era Samuel Aznar y Asociados. Pero llegó un momento en el que yo también fui cogiendo presencia en el estudio y quisimos poner un nombre comercial que fuera más ambiguo. Buscamos este nombre de 12caracteres, cuya gracia es que tiene doce caracteres y que Samuel y Miguel suman doce también. Es simplemente un juego conceptual, que es una de las bases de nuestro trabajo; siempre trabajar mucho el concepto y ese proceso te lleva a la forma definitiva.
Vuestro estudio es ecléctico en cuanto a disciplinas que abarcáis…
Sí, al final, tampoco ha sido un proceso muy estudiado. El día a día, los encargos y los clientes son los que nos han llevado a trabajar diferentes disciplinas. Y las inquietudes que tenemos. Es verdad que cada uno lleva sus clientes y su trabajo por separado, pero luego nos juntamos en muchos proyectos. Samuel ha trabajado mucho en imprenta, entonces controla el tema de artes gráficas. Hace cosas que ya no hace ningún diseñador, que es irse a la imprenta a controlar todo el proceso de impresión, la densidad del color, ver si está saliendo todo el condiciones… yo creo que Samuel debe de ser, si no el mejor, de lo mejores que hay en Zaragoza. Ya no hay formación en todo eso, hoy en día consiste en sacar las cosas rápido.
Los catálogos de arte, por ejemplo, que hemos hecho muchos, sí que tienen un proceso complicado para poder reproducir los colores y el arte. Al final, tienes que hacer una foto, pasarla al ordenador, imprimir… hay muchas fases en las que se va perdiendo el origen y, en intentar controlar todo eso, Samuel es un fiera.
También, de lo que he aprendido mucho de él es en el servicio; todos queremos ser diseñadores y hacer cosas muy guais, pero aquí lo importante es dar servicio, cumplir los ‘deadline’ -fechas límite- y que el cliente se sienta a gusto. Y encima, si lo puedes hacer bien, pues mejor. Pero el concepto de servicio es algo que he aprendido mucho de él. Y yo, pues hago algo (ríe). De todo lo que sé, gran parte se la debo a este señor.
Como frutos de este trabajo está que os hayáis encargado del cartel de las fiestas del Pilar, por ejemplo…
Samuel, por su cuenta, antes de estuviéramos colaborando, lo ha ganado como tres veces o algo así y un accésit. Y creo que fue en el 2016 nos presentamos los dos y ganamos con el ‘tragadoquines’. Y, luego, en el 2020, que hubo esas semi-fiestas extrañas y que me presenté con Inés Marco, que colabora mucho con nosotros, ganamos con ‘Un camino de flores’.
Encargarse del cartel de las fiestas, ¿qué supone para un diseñador de Zaragoza?
La verdad es que, cuando te llaman y te lo dicen, asusta un poco porque sabes toda la repercusión que tiene; todo el mundo está esperando ese día para ver qué sale, para lo bueno y para lo malo. Al final, estás expuesto a que toda la ciudad opine sobre el cartel y, además, lo hace abiertamente, sin tapujos y sin filtros. Por un lado, está ese vértigo porque, aunque nosotros tenemos todos los días gráficas en la calle e internet, es verdad que el cartel es el día nacional de opinar sobre el diseño. Es un gusto que todo el mundo que te conoce esté encantado de que hayas ganado y cuando vas a comprar el pan o en cualquier sitio te reconocen el trabajo. Eso es muy bonito.
Habéis estado muy ligados a la tierra, con trabajos para instituciones y empresas muy reconocidas, ¿de dónde viene ese vínculo tan marcado?
Te vas posicionando en el mercado por contactos, trabajos, el boca-oreja… y es verdad que a nivel institucional hemos trabajado mucho. La suerte que tiene trabajar para una institución es que tiene mucha visibilidad por todos sus canales de comunicación y su repercusión. Siempre ayuda a que la gente te conozca más o, por lo menos, que conozca tu trabajo. Por ese lado, es una suerte. Hace un años nos preguntábamos ‘¿qué nos queda por hacer de las cosas de Zaragoza?’ y el año pasado tuvimos la suerte de hacer la Feria del Libro, que es uno de esos eventos que hacen tierra y que son muy bonitos. Es una suerte poder trabajar para esos eventos culturales de la tierra.
Y ahora, el Vive Latino…
Con el Vive Latino el año pasado ya estuvimos trabajando dando servicio de diseño, haciendo aplicaciones con la gráfica que venía de México y haciendo mucha gráfica para el espacio. Hubo mucho trabajo, pero más de fondo. Este año, como ya les demostramos que podemos gestionar el trabajo y por el porfolio que tenemos, apostaron por que hiciéramos desde el estudio el trabajo del Vive Latino. Es un reto enorme pero, al final, nos dedicamos al diseño, yo, por lo menos, por la música. Me entró esa fiebre por el diseño a través de las portadas de los discos y de las publicaciones musicales. Siempre que trabajamos para música es un regalo y si, encima, es el Vive Latino, que está teniendo este poso en la ciudad tan potente y que parece que viene para quedarse mucho tiempo, es una suerte, pero también es un reto.
Sabemos el volumen de piezas que se hacen, que es descomunal, la ciudad está repleta de la imagen durante un montón de meses y, a pesar de que llevamos mucho tiempo trabajando, no dejas de sentir un poco esa carga cuando te llega un encargo como este. Es un reto que también te motiva para hacer algo potente y que perdure, de alguna manera, en la retina.
¿Cómo ha sido el proceso creativo para el Vive Latino? ¿Qué queríais transmitir con él?
Siempre se hace una imagen en México. Nosotros no sabíamos si este año iba a ser el mismo proceso o no. Pero de la imagen que venía de México, culturalmente veía que, a lo mejor, aquí no funcionaba de la misma manera. Nos preguntaron si esa era la mejor y nos propusieron generar nosotros una, donde sí que tenía que predominar el concepto de las manos, que es un símbolo ya instaurado. Consistía en generar algo con las manos, pero que tuviese una gráfica nueva. Estuvimos pensando en generar una idea en base a un altar a la música, que son esas puertas que se abren al principio del vídeo, donde puedes meter diferentes elementos. También pensamos en que fuese modular, que fuese potente, que también tuviese riqueza visual y que pudieras ir fijándote en pequeños detalles. Y que, después, despiezando todo eso, generásemos una batería de imágenes que nos ayudase a vestir toda la comunicación del festival durante un año prácticamente.
Todo esto está cortado con madera, pintado con espray… es un proceso artesano. Nos gusta mucho mancharnos las manos. Muchas veces nos dicen ‘¿por qué no lo haces en 3D?’; el tiempo que le tienes que dedicar para conseguir un acabado como este es parecido pero, para nosotros, si te implicas a nivel físico en el trabajo, aparte de alejarte un poco de las máquinas, que a nosotros nos viene fenomenal, tienes un tiempo de reflexión y un contacto físico con el acabado final, y ahí hay algo. Todo eso no queremos perderlo, es parte de nuestra identidad.
Has comentado que empezaste con el diseño por la música. También habéis trabajado con Elefantes, ¿qué supone hacer este tipo de encargos?
Con Elefantes y Shuarma -su vocalista- llevamos desde 2015 haciendo todo lo que publican. Creo que hemos hecho ya tres discos, uno en solitario de Shuarma, la cubierta de un libro que sacó con Pengüin Random House y espero que vengan muchas más cosas. La verdad es que encuentras una relación bonita con alguien que también crea, música en este caso, que llevan un montón de años y que viven el trabajo de una manera pasional. Es otro regalo más de los que te da la vida laboral. Además, si conseguimos, como en este caso, tener una amistad potente, pues fenomenal.
Hablando de orígenes, ya desde tus tiempos en el instituto comenzaste a hacer cosas, como el fanzine ‘La vecina del quinto’…
Sí, es un fanzine que hicimos. Al principio empiezas a hacer lo que puedes, fanzines, hacerte tus propias portadas de discos, colaborar con una exposición colectiva cuando todavía no sabes muy bien lo que significa eso… al principio, lo que tiene que hacer todo el mundo que se quiera dedicar a esto es estar en ebullición y siempre intentando hacer cosas. Y, luego, ver el tiempo a dónde te lleva. Pero hay que probar diferentes disciplinas, estar despierto y haciendo cosas; no solamente centrarte en la formación, sino ser activo.
Con 12caracteres abarcáis trabajos muy distintos, desde el packaging de una marca de proteínas a carteles de fiestas. ¿Cómo funciona una cabeza para transitar en proyectos tan distintos?
Hay dos conceptos básicos. Uno son las ideas; cuando tienes una buena, ya tienes gran parte del trabajo. Es verdad que todas las disciplinas necesitan su formación, su técnica y todas tienen su complejidad. Pero para eso se generan equipos y se buscan expertos en según que aspectos. Pero, si tienes una buena idea y un control de la estética, la cuestión es enfrentarte al problema, buscar esas colaboraciones puntuales e ir a por el trabajo y dedicarle tiempo y esfuerzo. Creo que, con esos dos pilares, cualquier diseñador puede enfrentarse a cualquier reto creativo.