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15 junio 2025

“Los organistas no tenemos perfil de estrellas, no se nos ve, no somos Freddie Mercury”

Ha recorrido medio mundo como organista y este jueves hará sonar el órgano en la Catedral de Teruel, ofreciendo un concierto como preludio del III Congreso Nacional de la Escuela Rural que se celebra este viernes 16 de mayo en Teruel. Ester Ciudad es una de la escasas cuatro o cinco organistas que hay en España, la única en Aragón, una vocación que ha combinado con la gestión cultural y la docencia. “El órgano forma parte de mí, me ha hecho ser resiliente –asegura en esta entrevista- y me ha enfrentado a mí misma. Creo que el instrumento fue el que me eligió a mí”.

 

¿Qué tiene el órgano de especial?

Siempre que me preguntan tengo que volver a mi infancia, que es cuando se absorbe y se viven las cosas que nos dejan huella. Procedo de una familia muy cristiana y muy implicada en la vida religiosa y cultural de Ejea de los Caballeros. Pasaba mucho tiempo en la ermita de la Virgen de la Oliva que cuidaba mi madre y por alguna razón me sentía atraída y conectada. La vida ha sido muy generosa conmigo porque cuando fui a Francia de intercambio con una amiga, su abuelo era organista y me encontré con el mismo entorno.

¿Te sientes parte de una minoría, musicalmente hablando? ¿Cómo ha sido este proceso?

Foto 1 Esther Ciudad en la Iglesia de Santa Engracia de Zaragoza

La educación está en un momento muy interesante. Hay músicos de muchísimo nivel, casi todos han tenido que irse fuera a estudiar, no porque aquí no hayamos tenido buena formación sino porque es lo que requiere en ese momento la educación superior europea. En el mundo del órgano es mucho más importante salir fuera, por la cualidad del instrumento, por los requisitos y necesidades del instrumento. Un organista no se hace organista en una parroquia, se hace organista en el mundo porque cada órgano, en cada sitio, tiene sus peculiaridades y sus diferencias. El órgano con el que estudie en Toulouse no tiene nada que ver con el que luego estudié en Friburgo o en Gante o en territorio aragonés… con sus peculiaridades constructivas, estéticas y sonoras. Cada órgano requiere un repertorio particular y para formarse como organista es imprescindible conocer el máximo número de órganos posibles. En mi caso, estudié en Zaragoza, luego me marché a Barcelona, a Friburgo (Alemania),  Toulouse  y Gante.

¿Has tocado muchos órganos por todo el mundo?

Más de 200, seguro. He tocado casi todos los órganos de Aragón, en España también he tocado muchísimo y en Francia, Italia, Portugal, Rumanía, México, Austria, Noruega, etc. En muchos pueblos, en cada parroquia hay un órgano y, sin duda, esto es un elemento de cohesión territorial y cultural muy importante a tener en cuenta.

Es fácil tener una guitarra, un violín, un clarinete e incluso un piano en casa. Pero con el órgano la cosa se complica. ¿Es un instrumento desconocido? ¿El público entiende la musicalidad del órgano?

Realmente se trata de un instrumento misterioso. Con los años he identificado a dos tipos de público que viene a los conciertos. O bien le gusta el instrumento y lo conoce y aquel que nunca lo ha escuchado, se sorprende y queda impactado. Este segundo tipo de público queda fascinado por un instrumento que no sabe que existe, con un repertorio que no ha escuchado antes y que le llega directamente al corazón. Lo  curioso es que el órgano surgió antes que el piano moderno, en el siglo III antes de Cristo. Es el instrumento con más historia organológica del mundo porque desde que se inventó en el siglo III hasta el siglo XXI no ha dejado de evolucionar y siempre ha tenido música compuesta para ese instrumento.

¿Cómo fue tu experiencia docente en los Conservatorios de Zaragoza y Teruel?

Realmente he recorrido todos los ámbitos educativos, dando clase durante 25 años en conservatorios superiores y previamente en secundaria y  en primaria. Estoy muy orgullosa de mi aportación docente en el Conservatorio de Zaragoza, en el que impartí clases  durante 14 años y donde llegué a tener 16 alumnos cada año. Un hito porque apenas tenía 3 alumnos cuando empecé. Incluso Monserrat Torrent, decana del órgano español, llego a decir que había creado escuela. Humildemente, creo que hice un buen trabajo con los alumnos, un trabajo intenso y potente.

Además de concertista de órgano y docente, estás muy involucrada en la gestión cultural y educativa 

Si. Hay más de una Ester. Una es la intérprete profesional pero hay otra Ester, amante de de la gestión pública, de la acción cultural. A través de la Fundación Kultus, de la que soy presidenta, organizamos el Foro Nacional de la Cultura, así como actividades de difusión de nuestro patrimonio por todo el territorio aragonés. Hemos impulsado ciclos, conferencias, festivales, sesiones en vivo, producciones como la que desarrollamos en el Camino de Santiago en colaboración con Neopercusión, el Festival de Adviento, etc. . El instrumento necesita ser trascendido para ser difundido, para darlo a conocer.

¿Qué papel puede jugar la música, y en particular el órgano, en el ámbito de la educación rural?

La música es una disciplina fundamental que genera no solo industria cultural e inserción laboral. Hay cantidad de escuelas que están haciendo un función de cohesión social en el mundo rural por todo Aragón, además de hacer una función educativa imprescindible, de ocupar un tiempo libre, fuera de lo que son las herramientas digitales de educación, la sensibilidad, la disciplina, el buen gusto… Es importantísima esta labor y creo que es una aspecto muy destacable la función de la música en la zona rural. El órgano, en particular, ha sido históricamente un elemento común a todo el territorio, mucho más que otras expresiones culturales. En todos los pueblos había parroquias y en muchas de ellas, un órgano. Ha sido fundamental, no solamente en la producción musical sino también en la transmisión del conocimiento durante mucho tiempo.

¿Qué esperas de este III Congreso Nacional de Escuela Rural en términos de reflexión o inspiración cultural? 

Me parece fundamental este congreso de escuela rural, especialmente en Aragón, un territorio súper disperso y con un trabajo enorme por parte de toda la comunidad educativa, los profesores y las familias que deciden vivir en zonas rurales. Me parece una apuesta no solo  necesaria sino también útil e inteligente. Poder conocer y  comparar  proyectos de otros espacios, de otros territorios, me parece fundamental enriquecernos, aunque luego pues haya que adaptar esos proyectos a nuestra realidad e identidad cultural concreta. Necesitamos dar vida a nuestras territorios, a nuestras zonas rurales, a nuestros niños, y esto solamente ocurrirá si hay una buena oferta educativa y cultural. Me gustaría resaltar la importancia de las escuelas de música y de los conservatorios en el desarrollo del territorio y en la fijación de población en las zonas rurales. Son un anclaje fundamental para nuestra estructura comunitaria.

Como artista vinculada a lo local y a lo rural, ¿qué te motiva a seguir apostando por proyectos en territorios como Teruel?

Trabajé 15 años en el Conservatorio de Teruel, y llevo a la ciudad en el corazón. Creo que Teruel está haciendo una labor pionera en en la cultura. Siempre he trabajado en la difusión de nuestro patrimonio,  desarrollando proyectos a través de la Diputación Provincial o con la Fundación Culturas y hemos llegado a todo el territorio, desde Salvatierra de Esca hasta poblaciones como Fuentespalda. Hemos recorrido todo el territorio porque es fundamental que llegue la información a todos los rincones, una información que a veces está ausente de las plataformas digitales, o que no es fácil de ver o que no se le ha dado la atención que se merece. Al final, la música es un patrimonio intangible pero es fundamental para el desarrollo intelectual sensitivo y cognitivo de nuestros jóvenes. Debemos de darles aquellas herramientas o medios que les ayuden a asentar población a aquellos que quieran y a proteger nuestro patrimonio. He conocido a gentes estupenda, a niños brillantísimos que han agradecido la cercanía de estos proyectos musicales en el territorio.

En territorios con baja densidad de población, ¿cómo ves la relación entre cultura, educación y desarrollo comunitario?

En estos momentos la relación entre cultura, educación y desarrollo comunitario quizá está un poco necesitada de expresiones culturales más analógicas y menos digitales. Cuando he recorrido el territorio aragonés con proyectos educativos y culturales he visto  que niños y adultos se emocionan cuando se sienten partícipes como comunidad. Sería necesario potenciar este tipo de actividades, de lo que llamamos cultura, que exige cierto esfuerzo y no solamente el entretenimiento. La música es un elemento fundamental.

¿Qué lugar crees que ocupa el órgano en la escena musical actual?

El órgano ha gozado durante un tiempo de momentos muy boyantes, pero quizá en este momento puede necesitar un impulso que venga de la mano de los profesionales y del desarrollo de esta especialidad. Hay un elemento muy importante y es que no solo hay que generar profesionales sino también espacios de desarrollo laboral en los que estos profesionales puedan tener un espacio de trabajo remunerado. Y pasar del ámbito de lo amateur al ámbito de lo profesional.

¿Qué se podría hacer para acercarlo más al público general?

Es verdad que es un instrumento que no es fácil de entender, por sus circunstancias y por el lugar que ocupa. Hay órganos en las iglesias, espacios litúrgicos y hay órganos en el auditorios. Yo creo que se han hecho muchas cosas y en mi caso hice proyectos que durante muchos años recorrieron todo el territorio, gracias a la Diputación Provincial en aquel momento o a proyectos con fondo europeos. Recorrimos todo el territorio aragonés con actividades didácticas ajustadas a las diferentes capas educativas y con gran éxito. Puedo decirte que cada año pasaban por estas actividades  3.000, 4.000 y hasta 7.000 niños, a través de los colegios. Este tipo de actividades requieren perseverancia y financiación. Se trata de acercar el instrumento desde la profesionalidad y con el objetivo de que sea tocado en el futuro por profesionales que, a su vez, fueran elaborando y desarrollando este proyecto, y generar una red de espacios en los que se escuche la música. Al final, el público es sabio y sabe distinguir entre la buena música, aunque sea popular, y otro tipo de música y eso es muy importante. Proyectos de acercamiento que sean didácticos, bien elaborados, con buena música y bien interpretados.

¿Qué consejo le darías a jóvenes músicos que estén interesados en este instrumento?

El primer consejo es que tendrían que acercarse al mundo de la liturgia. Organistas que vivan de dar conciertos hay muy pocos, plazas de docente de órgano también hay muy pocas y y también hay muy poquitas  plazas en puestos parroquiales o similares remuneradas. En cualquier caso, una de la de las partes fundamentales del organista es el servicio litúrgico y para eso también hay que formarse y ser serio en el repertorio que se esté interpretando. Otro consejo es que nunca dejen de estudiar, ningún día del año. A los organistas no se nos ve, no tenemos perfil de estrellas, no somos Freddie Mercury

¿Qué ha significado el órgano en tu vida, más allá de lo profesional?

Ha sido una constante desde que a los 13 años decidí empezar a estudiarlo. Me ha hecho ser resiliente, me ha enfrentado a mí misma y me ha proporcionado los amigos más grandes y la gente más extraordinaria que conozco en este mundo. El órgano siempre está ahí, bien porque he tocado, he conocido a alguien, porque he tenido que buscar un proyecto o porque alguien me ha escuchado. Creo que es el órgano el que me eligió a mí y no yo al instrumento.

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