Pedro Luis Hernando es profesor del departamento de Historia del Arte de la Universidad de Zaragoza, en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas del Campus de Teruel. Desde 2021, dirige el Centro de Estudios Mudéjares, una institución que promueve el conocimiento de este estilo artístico tan rico en la Comunidad. En una entrevista con Go Aragón, Hernando repasa la importancia del patrimonio mudéjar en el territorio y destaca su autenticidad en el ámbito de la historia del arte.
¿Cómo definiría el arte mudéjar y qué lugar le otorga dentro de la historia del arte?
Lo podemos definir como el estilo artístico que se produce de la fusión de las tradiciones artísticas cristiana y musulmana. Dicho así, parece que está claro, pero nace en un contexto histórico muy concreto, como es el de la Reconquista y la repoblación del territorio durante la Edad Media, algo que es muy importante tener en cuenta para entender qué es el mudéjar, también fruto de un momento muy determinado de la propia Iglesia.
Su mano de obra, que es una curiosidad histórica, está muy especializada y los cristianos, cuando llegan al territorio, no los expulsan, sino que los absorben para que sigan viviendo en el territorio cristiano por la calidad del trabajo que hacen. Y, por otro lado, tenemos a la Iglesia, que necesita construir edificios religiosos de una manera rápida, barata y bella. Así, son capaces de admitir una estética, que es la islámica, a cambio de tener edificios religiosos dignos para ese momento.
Es una fusión; sin la componente cristiana, no tendríamos arte mudéjar, tendríamos estrictamente arte islámico. Esas son las variables que sirven para explicar qué es el mudéjar: fusión, dos tradiciones, una situación histórica muy concreta y una serie de necesidades por parte de los que encargan las obras, también muy concretas.
Dentro de estas circunstancias, ¿qué rasgos hacen destacar a este estilo artístico?
Nuestra sociedad tiende a darle más valor a las cosas que son especiales, únicas, con carácter auténtico. Y el valor del mudéjar reside en ese carácter auténtico, diferente al resto. Si vamos buscando en otros periodos de la historia universal, podemos encontrar algo parecido en Sicilia. Ahí había una tradición islámica, llegaron los cristianos, que les permitieron también convivir, y el arte siciliano, sículo-normando, tiene características cristianas e islámicas. Y, salvo esta excepción, el arte mudéjar es un arte característico en toda la historia del arte.
¿Y qué lugar ocuparía Aragón en este universo mudéjar?
Manifestaciones mudéjares tenemos en muchos lugares de España. Cuando todavía no tenemos el concepto de España y existían los reinos cristianos, existen muchas manifestaciones mudéjares. En el último simposio de mudejarismo, que se hizo en Teruel, se abordó la caracterización de estos focos. El mudéjar castellano tiene unas características, el extremeño tiene otras, en Andalucía hay otras y en Aragón, también. De todos esos focos, el aragonés se caracteriza porque es como si hubiera subido un escalón más en la idea de dar importancia a la belleza, a lo artístico, sin quitarle mérito a otros mudéjares.
Esta cerámica aplicada en las superficies, el juego de los ladrillos puestos en esquina, los dibujos que hacen, las geometrías… ese es el punto que casi diferencia el mudéjar aragonés frente a los demás. Y, quizás por eso, se declaró patrimonio mundial de la Unesco el mudéjar de Aragón; primero, el de Teruel y, luego, las otras piezas de Zaragoza.
¿Cómo se encuentra de salud ese patrimonio mudéjar en la provincia de Teruel?
En Teruel, sobre todo, en la ciudad, que atesora lo que fue declarado en primera instancia por la Unesco, actualmente podemos decir que está todo en perfecto estado. Y la preocupación que existe ahora es el mantenimiento. Hace poco avisaban de que había vuelto a salir una higuera muy pertinaz que surge entre los ladrillos de la torre de San Martín. Las raíces deben de estar metidas entre los ladrillos y, por mucho que le echan productos, vuelve a salir. Pero gracias a toda la acción pública de los distintos gobiernos que han intervenido en la conservación del arte mudéjar, está en buen estado.
¿Qué diferencias existen entre ese foco de Teruel y el de la provincia de Zaragoza?
Están en ese foco del mudéjar aragonés, que es bastante similar. Quizá, la declaración del mudéjar en Teruel se debe a que está mucho más concentrado. Lo que no tenemos en ningún sitio son las torres mudéjares de Teruel y el conjunto de la catedral, con su techumbre. Esa concentración no existe en ningún otro sitio y afecta incluso hasta a la imagen de la propia ciudad. En algunas calles del centro histórico de Teruel te da la sensación de que caminas por una ciudad medieval, en la que conviven musulmanes y cristianos, y eso no se produce en ningún otro sitio.
El foco mudéjar aragonés tiene características comunes y es muy potente. Y la belleza que tienen todas las iglesias de la zona de Calatayud está por descontado. Si vas a Tobed, por ejemplo, o a Maluenda, ves lo mismo, incluso potenciado todavía más en el uso de la cerámica, los ladrillos y los colores. La torre de Calatayud es impresionante.
Si este estilo mudéjar hispano se hubiera ubicado en algún otro entorno geográfico con otra tradición a la hora de conservar la cultura y de darle importancia al patrimonio como cultura e identidad, habría ingentes estudios y tesis doctorales sobre el mudéjar, analizándolo hasta la mínima expresión y averiguando nombres de artistas. Está estudiado, pero parece que el arte medieval en general, y el mudéjar en particular, está cayendo en beneficio de otras manifestaciones históricas. El mudéjar es un arte que tiene las mismas estructuras que cualquier otro y estaríamos hablando de maestros, de estilos, de mecenas… y aunque se hace, sería una cosa muchísimo más clara.
Tenemos a un maestro, por ejemplo, Mahoma Rami, que trabajaba bajo los encargos del Papa Luna, Benedicto XIII, que está contando con musulmanes para hacer las obras. Este Mahoma Rami es un arquitecto con una personalidad artística comparable en el Renacimiento con Brunelleschi.
Son dos años ya al frente del Centro de Estudios Mudéjares, ¿cómo está resultando esta experiencia?
Es una aventura interesante. La capacidad que tenemos de movilizar y de hacer cosas es un poco reducida; me refiero a que todos desearíamos tener más apoyo, más inversión, para hacer más cosas. Pero la actividad se mantiene con la edición de investigaciones, se trata de un centro de estudios internacional. El consejo del centro está formado por profesores de muchas universidades distintas. Este año van a salir tres publicaciones y se organiza el simposio internacional de mudejarismo, que es un poco la estrella de la actividad académica del centro.
Hemos hablado de que el mudéjar aragonés se encuentra en buen estado de conservación. Resuelto esto, ¿a qué retos se enfrenta este estilo en Aragón?
El reto que podemos tener es, precisamente, el de la gestión. Una vez que lo tenemos en bastante buen estado, que el nivel de conocimiento de estas manifestaciones artísticas es también considerable y para potenciarlo y seguir manteniéndolo está el Centro de Estudios Mudéjares, lo que faltaría sería una cuestión de gestión para convertir el mudéjar en un elemento de desarrollo local. En este momento en el que estamos podría ser el mudéjar un elemento de desarrollo más de lo que es ahora.
¿De todo el mudéjar aragonés, con qué espacio se quedaría; cuál es su favorito?
El elemento más importante es la techumbre de la catedral de Teruel. Es la obra mudéjar más significativa a nivel nacional, por muchos motivos. Por la conservación, por la cuestión iconográfica, por la mezcla de los distintos estilos, por el tamaño… subir al balcón y ver todos esos metros de techumbre, con todas las piezas, los engarces, las policromías… es un elemento único.