El 80% de la maquinaria agrícola nacional se fabrica en Aragón y Lérida: “Somos un referente”

Cisternas, remolques, abonadoras, excavadoras… son solo algunas de las máquinas agrícolas que cada temporada facilitan el trabajo en los campos de España. Ocho de cada diez o lo que es lo mismo el 80% de ellas se fabrican en la comunidad aragonesa y en la provincia catalana de Lérida. “Somos un referente y estamos camino de serlo a nivel internacional. Algunas empresas ya exportan hasta el 70% de su producción a países de Europa, América o Asia. También a Australia”, afirma Carlos Sánchez, responsable de internacionalización del Clúster de Maquinaria Agrícola y Ganadera de Aragón (CAMPAG). Asegura que en la Comunidad siempre ha habido “tradición de este tipo de producción”.

La fabricación de estas máquinas contribuye en la economía de Aragón. Según datos de CAMPAG, representa el 1,21% del Producto Interior Bruto (PIB) y sus socios -48 pymes y 9 centros de investigación y difusión- facturan más de 250 millones de euros anuales. “Colaboramos con centros como la Universidad de Zaragoza y entidades como Aragón Exterior o la Cámara del Comercio para analizar el mercado, buscar clientes potenciales y avanzar en innovación”, explica Sánchez sobre su funcionamiento.

En definitiva, el objetivo del clúster es sumar fuerzas y crear de Aragón una marca reconocida en el mundo. Y precisamente en esa línea trabajan en Arados Fontán, empresa afincada en la localidad zaragozana de Alfajarín que se dedica a la fabricación de arados de vertedera reversible. Desde hace casi una década, exportan el 20% de su producción principalmente a Rumanía y, aunque en menor medida, a Francia y a Polonia.

A juicio del gerente de Arados Fontán, Antonio Alot, el producto español agrícola está bien considerado “especialmente en países del este”. Y concretamente en Aragón encuentran arados más ligeros cuyo uso se traduce en un ahorro de combustible. Una característica a tener en cuenta porque la inversión de compra de un arado de tamaño medio (cuatro cuerpos) ronda los 13.000 euros.

“En Rumanía vendemos sobre todo por las características de nuestras máquinas, que incorporan un cilindro hidráulico que se dispara cuando hay piedras y eso evita muchas paradas al agricultor”, indica Alot. Además, el responsable enumera el diseño y el tamaño de sus piezas -más grande del habitual- como parte de las fortalezas de los productos que fabrican. “Hacemos arados de hasta once cuerpos que peinan 4,5 metros de tierra en una pasada”, especifica. En España la media es de cinco, pero en Rumanía y Polonia piden maquinaria más grande porque tienen dimensiones de campo muy extensa. La forma de transportar estas máquinas, que pueden pesar hasta 5.000 kilos, es por carretera, desmontadas en tráileres.

Arados digitalizados para ahorrar agua y combustible

Las características de estos arados alfajarinenses no son fruto del azar. De las seis personas que conforman la plantilla de Arados Fontán, una -la única mujer, sin tener en cuenta a los empleados de Alot Metal, empresa subcontratada- se dedica al diseño e innovación de las piezas. “El agricultor está modernizado”, dice el gerente. Por eso, su meta es lograr la digitalización de un arado que incorpore un analizador del suelo.  Este informará al agricultor de las características del terreno: profundidad, humedad, grava, arena, etc., con el fin de ahorrar agua, combustible y que la labor sea más eficiente. “Ahora estamos en fase de diseño. Esperamos que para el año que viene salga al mercado”, avanza.

En total, Arados Fontán cada año vende unas ciento cincuenta máquinas, de las cuales treinta van fuera de España. Preguntados por su sueño a largo plazo, Antonio Alot responde: “Nos gustaría ampliar la exportación, pero es muy complicado. Necesitas mucho tiempo y gente”. Uno de los principales obstáculos a los que se enfrentan es la falta de mano de obra especializada. “Cada año se pierden profesionales porque se jubilan más de los que salen graduados en este sector”, asevera. Sin embargo, en exportar reconoce que hay una compensación que va “más allá de lo económico”: el orgullo y la ilusión de saber que tu trabajo está siendo reconocido también en otros países.

Próximo destino: Serbia y Sudáfrica

CAMPAG se creó en 2018 y en este momento se centra en tres líneas de actuación: la innovación, la internacionalización y la cooperación empresarial. “Estamos atentos a las convocatorias de financiación pública, mantenemos relaciones con empresas de otros países y facilitamos las sinergias entre los socios”, resume de forma general Sánchez.

Recientemente, desde CAMPAG han conseguido ayudas para proyectos del ámbito rural y de cultivo vertical. Asimismo, están elaborando una herramienta de seguimiento de mercado que desglosa y enumera cuáles son los países que más están comprando e invirtiendo en material agrícola, así como una lista de contactos de distribuidores y exportadores potenciales. Funcionan algo así como una aplicación de citas. “Conocemos a nuestros socios y sabemos cuales son sus necesidades. Cuando encontramos una empresa que podría encajar con ellos, establecemos conversaciones y los presentamos”, apunta.

Hasta el momento, han llamado a la puerta de los mercados de Rumanía, Sudáfrica, Serbia, Alemania y Francia. “El que pone los huevos en una misma cesta corre más riesgo. El diversificar y tener ingresos por parte de diferentes países favorece que si hay un problema, la pérdida sea menor”, valora el responsable de internacionalización, quien concluye que un elemento esencial en las relaciones empresariales agrícolas y ganaderas son las ferias. La última Feria Internacional de Maquinaria Agrícola (FIMA) se celebró en Zaragoza a finales del mes de abril.