Marcos Chicot, psicólogo clínico y finalista del Premio Planeta, clausura su trilogía de asesinatos filosóficos con El asesinato de Aristóteles, ambientada en la convulsa Grecia del siglo IV a.C. En esta entrevista para Go Aragón, el autor revela cómo su formación en psicología aporta dimensión a pensadores como Platón o Sócrates, ahora enfrentados a conspiraciones bajo el dominio de Alejandro Magno.
¿Cuándo comenzó tu amor por la literatura?
Mi amor por la literatura comenzó antes de lo que pueda recordar. En cuanto aprendí a leer, quedé atrapado por los cuentos, por Asterix, por Tintín… Después vinieron las novelas. No sabría decir una fecha. Es como preguntarte por tu primer recuerdo: está ahí desde siempre.
¿Qué te llevó a decantarte por el thriller y la novela histórica?
Empecé escribiendo novelas de distintos géneros. Eran pruebas, retos personales, muchas sin publicar. Pero me fui centrando en el thriller histórico porque es lo que más disfruto como lector. Para mí, la combinación perfecta es entretener y aprender al mismo tiempo. Eso es lo que busco escribir.
¿Por qué elegiste la Grecia Antigua y a sus filósofos como eje central?
La pregunta, en realidad, sería: ¿cómo no elegirla? La Grecia clásica es la etapa más fascinante de la historia: un estallido artístico, intelectual y vital. Y los filósofos son quienes sientan las bases de todo lo que somos hoy. Ética, moral, política… todo arranca allí.
“La Grecia clásica es tan fascinante que no escribir sobre ella sería lo extraño.”
Estudiaste Psicología y trabajaste en ese campo. ¿Cómo ha influido en tu escritura?
Muchísimo. Cuando diseño un personaje, lo trato como a un paciente en terapia. Les paso test de personalidad, los siento en el diván. Solo muestro la punta del iceberg, pero conozco sus traumas, su infancia, su mapa emocional. Es una deformación profesional muy útil.
Tus novelas requieren una gran labor de documentación. ¿Cómo te documentas?
Soy un perfeccionista obsesivo. Leo todo lo posible: obras originales, historiadores cercanos a la época, fuentes primarias. Luego, con esa base sólida, construyo la trama de ficción. Pero siempre con una premisa: jamás modificar la realidad histórica.
¿Qué te ha sorprendido durante este proceso de investigación?
Alejandro Magno. Creemos conocerlo, pero tras el mito descubrí a una persona muy sola. Tenía una visión imperial casi utópica: unir Europa y Asia mediante relaciones, no conquistas. Nadie lo entendía, ni su ejército ni sus amigos. Era un adelantado, y muy humano.
“Jamás altero la realidad histórica. Es la ficción la que se adapta a ella, no al revés.”
¿Cómo logras equilibrar la realidad histórica con la tensión narrativa?
La clave está en que la ficción abrace a la historia, sin modificarla. El hilo narrativo sirve para mantener el ritmo, los giros, las confrontaciones. Pero siempre dejando claro al lector qué es verdad y qué parte es invención. Por eso incluyo una carta explicativa al final de cada novela.
¿“El asesinato de Aristóteles” cierra una etapa? ¿Qué viene después?
Sí, cierra mi etapa de reconstrucción de la Grecia clásica. No quiero volver a encerrarme cinco años en una novela. Buscaré proyectos más compatibles con la vida. Pero siempre con un compromiso divulgativo. Como decía Voltaire: la literatura debe tener una función social.
Has dicho que el libro aborda más el asesinato de sus ideas que el del personaje. ¿Qué quieres decir?
Platón, Sócrates, Aristóteles… sus ideas incomodaban al poder. Eran peligrosas. Igual que hoy. Denunciaban la corrupción, la demagogia. Cuando lees lo que vivieron, no puedes evitar ver paralelismos con nuestra sociedad actual.
“Alejandro Magno no quería vencer, quería unir. Su visión era demasiado grande para su época.”
Existe una contradicción entre las habilidades para alcanzar el poder y las necesarias para ejercerlo. ¿Cómo lo ves?
Lo decía Platón: quien tiene las virtudes para gobernar, no desea hacerlo. Quien sí lo desea, no suele tener esas virtudes. Gobernar debería implicar buscar el bien común, la felicidad del mayor número posible de personas. Pero las habilidades para llegar al poder son otras: ambición, falta de escrúpulos, manipulación. Ahí está la tensión de nuestras democracias.
¿Qué has aprendido tú con estas novelas?
Han sido 20 años leyendo y pensando con los mayores maestros del pensamiento humano. Es imposible que eso no te transforme. Me han enseñado pensamiento crítico, moral, profundidad. Son parte de lo que soy.