Fundación Ibercaja ha presentado esta mañana la muestra “Itinerarium. Del comercio gremial a la devoción mariana” que acoge la sala de exposiciones de Ibercaja Patio de la Infanta hasta el próximo día 23 de octubre. El acto ha contado con la presencia de Mayte Ciriza, jefa del Área del Cultura de Fundación Ibercaja; Miguel Estrada, presidente de la Comisión del V Centenario de la Hermandad de San Joaquín y la Virgen de los Dolores, y Domingo Buesa, comisario de la exposición.
La muestra dibuja la historia de la veterana Hermandad de San Joaquín y de la Virgen de los Dolores, a través de un recorrido por 5 salas que tiene como hilo argumental su misma historia, desde su fundación en 1522 hasta la actualidad, en la conmemoración de su quinto centenario.
Los protagonistas en su nacimiento fueron los mercaderes y comerciantes quienes hicieron posible el mantenimiento del progreso de la capital del Ebro. Tomaron como principales objetivos frenar la peste y crear una estructura socio-religiosa para ayudar a sus familias y a todas aquellas personas en situación de pobreza, enfermedad o muerte.
Una Hermandad de mercaderes y comerciantes
La fundación de la Hermandad de San Joaquín centra la primera parte de la exposición en la Sala 1, donde se ofrece una explicación de las personas que sembraron su origen en 1522. Se trataba de comerciantes y mercaderes que tenían sus comercios en la actual Avenida César Augusto que lleva al Mercado Central y la calle Predicadores, donde establecieron una capilla dedicada al santo en el cercano convento de Santo Domingo. En este lugar, tuvieron su primera sede, desde donde prestaban ayuda económica y apoyo moral a quienes más lo necesitaban. En este primer espacio, los visitantes podrán contemplar testimonios documentales de la época y objetos devocionales como el portapaz, el relicario o las tallas de San Joaquín y Santa Ana.
La siguiente etapa de la Hermandad, a partir de 1897, centra la segunda sala en la figura de Manuel Dronda y Ascárraga quien recuperó la Hermandad de Comerciantes con el objetivo de potenciar su religiosidad, favorecer la relación con sus dependientes y conseguir dos días festivos para el gremio. Además de las referencias visuales y documentales de las personas más importantes en esta etapa, también se exhiben obras como la talla de San Joaquín del escultor Francisco de Borja.
Incorporación a la procesión del Viernes Santo
El inicio del siglo XX marca la tercera sala de la muestra, con el 29 de marzo de 1938 como la fecha en que se crea la Sección de la Virgen de los Dolores. A partir de entonces, se incorporan 56 hermanos sin hábito que acompañan a la Virgen Dolorosa, esculpida por Antonio Palao en 1856 y que puede verse también en la muestra. A partir de este momento, se produjo el renacer artístico de la Hermandad, momento a partir del cual se encarga el nuevo estandarte procesional con la leyenda “Hermandad de San Joaquín y de la Virgen de los Dolores”.
El recorrido histórico de la Hermandad prosigue con la creación de la Sección de Tambores en 1958. Esta pasión y apuesta por la música los llevó a conseguir 3 galardones en el concurso de tambores de Zaragoza. Durante la segunda mitad del siglo XX, tuvo lugar también la incorporación de la mujer vistiendo el hábito de la Cofradía y la creación de la Medalla de Oro. Igualmente, la Hermandad continuó potenciando su labor asistencial y creando un voluntariado propio en el que se integran los jóvenes en campañas a favor de los refugiados de Bosnia y Kosovo o campañas de recogida de alimentos, juguetes y donaciones de sangre que convoca su revista “Dolorosa”.
Quinientos años al servicio de Zaragoza
La última sala de la exposición está dedicada al auge de la Hermandad en el siglo XXI. En sus primeros años, tuvo lugar el encargo de joyas para vestir a las imágenes y elementos procesionales como los que pueden verse en la muestra. De igual forma, en esta sección, se acerca a los visitantes a las actividades relacionadas con su Sección de tambores, exposiciones, sus publicaciones o campañas solidarias como la última con Ucrania.
Ese compromiso con la sociedad es el valor fundamental que se plantea a través de esta exposición, donde en las diferentes salas, los visitantes pueden conocer el modo en el que una ciudad levanta un edificio inmaterial de atención social y espiritual que se ha convertido en un ejemplo para Zaragoza en el transcurso del tiempo.