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20 abril 2024

Historia de la jirafa y el mono

Hace poco llegó a mis manos un dibujo muy interesante.

En él, había una jirafa bañándose en un lago. Solo se le veía la cabeza, el resto del cuerpo estaba debajo del agua.

Desde la orilla un mono le preguntaba a la jirafa si era muy profundo, a lo que esta contestaba con un escueto y tajante:

  • Me llega el agua por el cuello

Durante un rato traté de encontrar un siguiente dibujo para ver cómo acababa la historia, pero por desgracia, no fui capaz.

En ese momento tenía tiempo y me puse a pensar posibles finales a la historia que acababa de abordar.

En uno de ellos, el mono, entraba en el agua y como sabia nadar, se daba un baño y salía. 

Historia aburrida donde las haya: Tiene su inicio, nudo y desenlace, pero como no hay un conflicto en ella, carece de interés y no hay conclusión ni moraleja posible.

Decidí darle algo de «morbillo» a la historia. Debo decir, en mi defensa, que no tengo nada en contra de los monos.

En mi segunda historia el mono se mete en el agua y como no sabía nadar, pese a los intentos de la jirafa por salvarlo, el pobre mono se ahoga y muere.

Esta historia, también tiene su inicio, nudo y desenlace como mandan los cánones, pero ahora ya tenía su conflicto con lo cual, existía conclusión o moraleja. Vamos a por ella.

Me dio por pensar en la jirafa. Le dijo la verdad al mono, pero un poco… (no sé cómo llamarle sin decir ningún taco, así que lo dejo a tu elección) sí que era. 

Ella era, como mínimo, diez veces más alta que el mono. 

En vez de «Me llega el agua por el cuello», le podía haber explicado que debido a su tamaño para ella no era un problema la profundidad, pero si no sabía nadar si que podía tener alguna dificultad.

La jirafa era un «mal bicho». A partir de ahora, no me fiaré nunca de las jirafas.

En ese momento pensé en el mono. ¿No sabía cómo es de grande una jirafa? Me imagino que sí, entonces: ¿Por qué se tiró al agua si no sabía nadar? ¿En qué estaba pensando? Igual pensó que si a la jirafa, a ese bicho tan estrafalario y raro no le cubría y no tenia problemas, él tampoco los tendría, al fin y al cabo, era más ágil que ella.

En ese momento me bloqueé.

Ya sé que lo importante no es saber quién es el culpable (a no ser que se trate de un delito), lo importante es encontrar la solución, pero ¿y lo divertido y tranquilizador que es encontrar a quien echarle la culpa? Siempre me ha encantado el dicho «Cuando veas a alguien sonreír, es que ha encontrado a quien echarle la culpa» y como esa mañana tenía tiempo, me apetecía sonreír un rato.

La culpable es la jirafa por… (ese adjetivo calificativo en forma de taco que has pensado).

Aunque pensándolo un poco mejor…

El culpable es el mono, por no pensar e interpretar lo que realmente le había dicho la jirafa y creerse igual que ella.

Otro bloqueo y sin poder sonreír.

Esto nos pasa un montón de veces; Preguntamos, nos dicen y nos lanzamos al agua sin pensar realmente que nos han querido decirnos y si ni siquiera plantearnos las consecuencias.

Después, claro, es el momento de buscar culpables si en la zambullida ha habido algún problema.

Y tú ¿Qué piensas? 

¿Le echas la culpa a los demás por que te dicen su verdad o crees que si ellos pueden tú seguro que también podrás sin pensar en si estás capacitado o no?

Ya sabes: «si sonríes…»

 

 

Alejandro Híjar Fatás
Formador Habilidades Personales (Soft Skills) Comerciales | Escritor | Conferenciante en Fuertes de Mente

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