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9 septiembre 2024

De la Casa de Ganaderos a la nube de Amazon

La economía aragonesa vivió una profunda transformación a lo largo del siglo XX y, en la actualidad, su músculo industrial, de servicios y humano ofrece diversas ventajas como su posición estratégica, su estabilidad y su tamaño.

Desde 1218 ya han pasado, exactamente, 805 años. Es el periodo que separa la actualidad de la fundación por el monarca aragonés Jaime I de la considerada como primera empresa de España, la Casa de Ganaderos. Esta cooperativa todavía sigue en pie, con 270 socios, y es buena muestra del legado económico de la Comunidad, un territorio eminentemente agrícola y ganadero hasta bien entrado el siglo XX. Sin embargo, en la última centuria experimentó profundos cambios que han llevado, ya en los últimos tiempos, a que se sitúe en la vanguardia tecnológica con, por ejemplo, la llegada de tres centros de datos de Amazon Web Services (AWS), centrados en los servicios en la ‘nube’ del gigante tecnológico.

Como explica el catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Zaragoza, Marcos Sanso, la economía aragonesa seguía siendo “predominantemente agrícola” a principios de siglo XX pero, de ahí, “ha ido evolucionando mucho”.

Un planteamiento que comparte el decano del Colegio de Economistas de Aragón, Javier Nieto, quien observa que, en el último siglo, “ha habido una profunda transformación de la economía”. Así ha sido porque “se ha pasado de una economía que se basaba en el sector primario, fundamentalmente, en la agricultura y la ganadería, a otra en la que domina el sector servicios y en la que el peso de la industria se ha mantenido”.

Un campo que se vacía y una ciudad que crece

Haciendo un repaso histórico por el anterior siglo, el XX, Sanso observa cómo se atravesaron situaciones políticas complejas como la segunda república, la guerra civil o la postguerra, hasta que se alcanzó en los años sesenta un periodo “de mayor modernidad económica”. “Hasta, digamos, los años 50, era una economía -la aragonesa- realmente atrasada, donde había un predominio de la actividad agrícola y una industria muy incipiente”, relata. “Fue a partir de los años sesenta, básicamente, cuando, sobre todo, en torno a Zaragoza, empezó a desarrollarse la industria”, continúa.

Pastoreo de ovejas en Aragón.
Pastoreo de ovejas en Aragón.

Así lo ve también Nieto, quien observa cómo hace un siglo existía “un porcentaje de Producto Interior Bruto (PIB) industrial importante”, pero toda esa actividad secundaria estaba “relacionada con el sector primario”.

A partir de los años sesenta, pues, Zaragoza se convirtió en un polo económico que “fue absorbiendo muchísima población” del mundo rural, afirma Sanso acerca de una situación de desequilibrio demográfico en la Comunidad que, actualmente, se mantiene. “Hubo una enorme migración de las zonas rurales de todo Aragón, no solo de la provincia de Zaragoza”, señala sobre un fenómeno que llevó también aparejado el desarrollo de la construcción en la ciudad.

Ese éxodo poblacional, destaca Nieto, “fue exageradamente agudo” en el caso aragonés, donde “se desarrolló muchísimo la capital” a la vez que existía un proceso de despoblación paulatino en el ámbito rural.

Tal giro del campo a la ciudad vino derivado del Plan de Estabilización que llevó a cabo el franquismo en España a partir de 1959, cuando el régimen quiso dejar de lado la autarquía y abrirse al exterior. Todo ello se manifestó en un desarrollo “enorme” del país, con un crecimiento hasta el año 1974 (cuando llegó la crisis del petróleo) del 7% anual. “No se ha vuelto a crecer nunca como entonces“, apostilla el catedrático.

De hecho, de esa época datan gigantes actuales de la economía aragonesa como Balay -ahora, integrada en el grupo BSH- o, fundada unos años antes, la papelera Saica, una de las más importantes de Europa en estos momentos.

El crecimiento continúa en los ochenta

A partir de aquellos años, la economía aragonesa se fue especializando “en algunos aspectos industriales”, cuestión que encontró un hito con la instalación de General Motors en 1982 en Figueruelas. Esa especialización en la automoción, que continúa en tiempos presentes bajo el membrete de Stellantis, conllevó a que, además, se generara una industria auxiliar “muy importante”, destaca Sanso.

Muestra del peso de esas empresas auxiliares se manifiesta en que la factoría, que comenzó con 10.000 trabajadores, ahora mantenga 5.000, pero que el sector de la automoción en la Comunidad sume más de 25.000 empleos.

Cadena de montaje en la factoría de Stellantis, en Figueruelas.
Cadena de montaje en la factoría de Stellantis, en Figueruelas.

Ese crecimiento de la industria conllevó también un fuerte desarrollo del transporte y la logística, sectores que, por cierto, también son “característicos” actualmente de la economía aragonesa, afirma el profesor de la Universidad de Zaragoza.

Todo ello, sin olvidar la importancia de la agricultura, que ha permitido que exista en la actualidad una industria agroalimentaria “importante”. “Digamos que serían los tres sectores –automoción, logística y agroalimentación– en los que más se ha crecido y donde más se ha especializado Aragón”, añade Sanso.

De esta manera, y como resumen de lo visto hasta el momento, “la economía aragonesa a partir de los años sesenta se ha ido tercializando”, de manera que, progresivamente, los servicios también “han ido creciendo muchísimo”, afirma el experto.

Sobre esta cuestión, Nieto mantiene un planteamiento muy similar al considerar que, dentro del sector industrial, en Aragón destacan subsectores como el de la automoción, el de los bienes de equipo y el de la industria alimentaria. Esta, por cierto, “se está desarrollando en los últimos años, especialmente, en cuanto a la transformación del producto del sector primario”. De hecho, el agroalimentario ya se sitúa alrededor del 10% del PIB de la Comunidad.

Volviendo al recorrido por el siglo XX que ha desembocado en la actual estructura económica del territorio, en los 80 también se vivió otro momento de especial relevancia con la integración de España en la, entonces, Comunidad Económica Europea (hoy, Unión Europea), en 1986.

Este paso propició que hubiera un periodo de crecimiento “muy bueno”, durante casi una década que se manifestó, sobre todo, en términos de productividad y empleo, en la consolidación de la industria y los servicios y en un incremento de las exportaciones.

Así, la instalación y el desarrollo de transatlánticos como la GM “generó una cultura industrial muy importante que se difundió en el resto del tejido industrial y potenció mucho todo el sector”, apunta Sanso.

Crisis y recuperación

Tras ello, desde mediados de los años noventa y hasta la crisis de 2008, se vivió una época de crecimiento y de cambios estructurales “muy importantes”, observa el catedrático, como la incorporación de la mujer al mercado de trabajo y el aumento de la inmigración, este rasgo, especialmente, desde que comenzó la actual centuria.

El pabellón puente, uno de los iconos de la Expo 2008 recuperados recientemente. FOTO: Ibercaja
El pabellón puente, uno de los iconos de la Expo 2008 recuperados recientemente. FOTO: Ibercaja

De este periodo, Sanso argumenta que, aunque hubo un crecimiento, sobre todo, en términos de renta per cápita y del sector terciario, también resultó “muy engañoso”, no solo en Aragón, sino en todo el país.

Lo fue porque, aunque crecía el empleo y, en consecuencia, la renta per cápita, la productividad no lo hacía, sino que “prácticamente, disminuía”. En un escenario en el que el entorno cercano sí que la mantenía o aumentaba, esto llevó a que la economía española -y la aragonesa- dejara de ser competitiva y con unos “niveles insoportables” de déficit comercial, alcanzando hasta el 10% del PIB.

Tras ese periodo traumático en términos económicos, la recuperación en Aragón fue avanzando en la consolidación de las líneas que ya tenían peso en la Comunidad y en un esfuerzo por parte del tejido empresarial a la hora de vender fuera de las fronteras autonómicas y nacionales.

También, esa recuperación “tuvo mucho que ver con lo que se llama una devaluación del mercado de trabajo”. Esta cuestión, y a pesar de sus connotaciones negativas, en el fondo, “ayudó a recuperar la productividad porque el paro aumentó muchísimo y revirtió en lo que había ocurrido antes”, reflexiona Sanso acerca de esa carencia de competitividad.

De esta manera, el camino de la recuperación pasó por mantener la especialización que ya existía, pero con actividades “más competitivas” y recuperando el comercio internacional “con unos superávits muy importantes”, sobre todo, en los sectores principales del territorio y de algunas empresas instaladas en las últimas décadas.

Entre ellas, puntualiza Sanso, Inditex, cuya actividad de almacenamiento y distribución en PLAZA “ha contribuido mucho a que las exportaciones aumenten” y a que el aeropuerto de la capital aragonesa sea el segundo en España en mercancías.

Atractivos y retos

Ya en el presente, el catedrático observa que la importancia de la logística y del comercio exterior “ha hecho muy visible a la economía aragonesa”, lo que está permitiendo que acudan al territorio “muchas iniciativas de inversión”. Proyectos como, por ejemplo, el de la planta de BonÀrea en Épila, o el de AWS, en Huesca, Villanueva de Gállego y El Burgo de Ebro.

Hay muchos proyectos de inversión muy interesantes”, recalca sobre un escenario en el que también menciona el “éxito” del aeropuerto de Teruel, especializado en el estacionamiento y mantenimiento de aeronaves, “que está siendo un ejemplo a nivel mundial”.

Un avión, en el hangar de la empresa Tarmac, en el Aeropuerto de Teruel. FOTO: Marcos Díaz.
Un avión, en el hangar de la empresa Tarmac, en el Aeropuerto de Teruel. FOTO: Marcos Díaz.

Nieto coincide en destacar el sector logístico y el agroalimentario en el panorama actual, aunque también subraya el de las energías renovables, que encuentran en la Comunidad “una zona muy puntera” que va a conseguir “pronto” una autosuficiencia energética “envidiable” para otros territorios del país.

Pero, ¿por qué están eligiendo los inversores de fuera de Aragón esta zona para instalarse? Para Sanso, los atractivos de la Comunidad pasan, en primer lugar, por “una sociedad bien formada”, con un influjo “muy positivo” de la Universidad de Zaragoza. “El inversor sabe que va a tener una oferta de personal cualificado importante”, asevera. Aspecto que comparte con Nieto, quien indica que el capital humano está “muy bien formado” y con un porcentaje de titulados universitarios “superior a la media”.

Sanso también destaca que Aragón sea tradicionalmente “un lugar acostumbrado al pacto” y a la concertación social, aspecto en el que vuelve a coincidir con Nieto, quien subraya esa “paz social” y el hecho de que la Comunidad sea un lugar en el que “no es habitual que haya conflictividad laboral o en otros ámbitos”.

Su emplazamiento estratégico es otra de las cuestiones que observa el catedrático, ya que Aragón se sitúa equidistante entre algunos de los territorios más poblados del país: Valencia, Madrid, Barcelona y Bilbao; “de ahí su importancia logística”, añade. Un punto en el que Nieto abunda al destacar que, alrededor de Aragón, un territorio “muy bien comunicado con las dos ciudades importantes de España”, se genera “el 60% del PIB nacional”.

Además, el decano de los economistas aragoneses observa aspectos físicos como el tamaño de la Comunidad, que aglutina “casi un 10% del territorio de la península”, o la abundancia de recursos naturales como el sol y el viento -propicios para las renovables- y el agua.

En estos aspectos positivos de Aragón para el inversor también incluye Sanso la buena cualificación del empresariado y los ejecutivos del territorio, así como el nivel de los costes que supone instalarse en la Comunidad en comparación con otros territorios como Cataluña, el País Vasco o Madrid, en el que el nivel de vida, la mano de obra o los precios del suelo pueden ser más altos.

Igualmente, Nieto incorpora a estas razones “unos niveles de seguridad muy elevados”, como también un grado de calidad de vida “muy alto”. “Tenemos también unas zonas de atractivo turístico muy importantes”, apostilla.

Ahora, y de cara al futuro, el catedrático de Análisis Económico observa que Aragón deberá afrontar retos, muchos de ellos que no son propios de una comunidad autónoma, sino que se manifiestan en el tablero global. Por ejemplo, la guerra de Ucrania y cómo van a evolucionar los mercados internacionales y la globalización a partir de los fenómenos que se desarrollan en la actualidad. “Realmente, hay unas incertidumbres importantes”, asevera.

Pero lo que sí considera un reto particular del territorio es el consolidar aquellos proyectos de inversión que han elegido Aragón para instalarse en los últimos tiempos; “que no se frustre ninguno y que empiecen adecuadamente”, concluye.

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