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17 mayo 2024

La póliza de crédito y la póliza de préstamo dos herramientas de financiación muy diferentes

La póliza de crédito y la póliza de préstamo son dos herramientas de financiación bancaria a las que habitualmente acuden las empresas para desarrollar su política financiera. Aunque ambas ofrecen soluciones para cumplir con los compromisos de pago, son operaciones conceptualmente distintas y pensadas para necesidades de financiación diferentes. 

Cuando se suscribe una póliza de préstamo, la entidad bancaria entrega, en un único acto, un capital concreto. De aquí surge la obligación de devolver este importe a la entidad financiera mediante una serie de cuotas periódicas que incluirán una carga financiera o interés bancario. Por su parte, la póliza de crédito no implica la entrega directa de capital alguno. Al formalizar una cuenta de crédito, la entidad financiera pone a disposición de la empresa un límite máximo, que podrá emplear, total o parcialmente y en cualquier momento, según sus necesidades de tesorería. La carga financiera de esta póliza viene determinada por el capital empleado y resultará exigible según las liquidaciones periódicas que la entidad bancaria practique a lo largo de la vigencia del crédito. Una vez llegado el vencimiento de la póliza, la empresa quedará obligada a devolver la totalidad del capital empleado en ese momento.

Por tanto, el préstamo bancario implica una inyección directa de fondos que la empresa recibe en el mismo momento de su formalización. La diferencia con la segunda opción es notable, ya que en el caso de la póliza de crédito la entidad facilita un límite o “colchón” monetario que la empresa podrá utilizar, en cualquier momento, según sus necesidades de tesorería. 

 

En términos generales, el vencimiento de la póliza de préstamo excede del año, lo que la convierte en un instrumento de endeudamiento a largo plazo, mientras que las operaciones de crédito suelen acotarse a un plazo de 12 meses. Ello nos permite identificar la idoneidad de cada una. Parece bastante razonable pensar que la finalidad del préstamo bancario sea la adquisición de activos inmovilizados, cuya vocación de permanencia en la empresa se sitúa, precisamente, en el largo plazo. Esta lógica nos lleva a concluir que el contrato de crédito resulta muy interesante para financiar necesidades puntuales de tesorería como es el caso del pago de facturas de proveedores o de nóminas. La póliza de crédito supone un “colchón” con el que hacer frente a pagos corrientes ante situaciones imprevistas.

Una vez introducidas estas dos herramientas de financiación, dedicaremos sendos artículos monográficos en los que profundizaremos en ellas.

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