Un toro y una estrella. Son los dos elementos componen la bandera de Teruel, con los que se hace referencia a su leyenda fundacional. Esta cuenta que, allá por el siglo XIII, un toro se detuvo debajo de una brillante estrella, lo que se interpretó como un buen presagio para ubicar ahí la nueva ciudad. Leyendas aparte, lo cierto es que, ahora, Teruel sigue mirando al cielo con un aeropuerto de mantenimiento y estacionamiento de aviones que se erige como uno de los motores económicos de la ciudad. También, gracias a las óptimas condiciones de la provincia para la observación astronómica. No en vano, en Teruel tiene su sede el Centro de Estudios de Física del Cosmos de Aragón (CEFCA). Todo ello, sin olvidar la riqueza mudéjar que atesora, reconocida como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
Un patrimonio que Teruel ha acumulado desde su fundación, en el año 1171. La ciudad, en la que confluyen los ríos Alfambra y Guadalaviar para dar paso al Turia, se encuentra rodeada de los contornos montañosos del Sistema Ibérico, con una elevación superior a los 900 metros sobre el nivel del mar. Esta particular ubicación marca el carácter de una ciudad acostumbrada al frío en invierno y a una orografía que le lleva a contar con dos elevadores en sus calles, a los que se espera próximamente sumar uno más.
Su peculiar superficie se suma, pues, a tesoros patrimoniales de arte mudéjar que posee, como la catedral de Santa María o las iglesias de San Pedro, de San Martín y del Salvador. A estas construcciones, consideradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, hay que añadir el legado renacentista de la ciudad, con elementos como sus murallas, y un modernismo que tiene excelentes representantes en, por ejemplo, las casas El Torico y La Madrileña.
El torico, todo un símbolo
El torico, precisamente, es uno de los elementos más representativos de la capital turolense. Ubicado en la plaza Carlos Castel -popularmente llamada, cómo no, del torico- la célebre escultura de bronce de la res culmina una fuente que fue renovada en 1858 y acumula una historia con no pocos avatares, como su desaparición en la guerra civil o la caída que sufrió en 2022, por la que tuvo que ser restaurada.
También es el icono de las populares fiestas del Ángel -o de la vaquilla– que se celebran durante la primera quincena del mes de julio. Miles de personas, muchas, de territorios limítrofes como Zaragoza o Valencia, acuden cada año a Teruel a disfrutar de una de las celebraciones más carismáticas de España. En ellas, una de sus imágenes más características es cuando a la estatua le colocan el tradicional pañuelo festivo.
En el campo del ocio, Teruel también destaca con la celebración de las Bodas de Isabel de Segura, declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2016, en las que la ciudad retrocede hasta la Edad Media con la recreación de la leyenda de Los Amantes de Teruel, otro de los símbolos de la ciudad.
Las fiestas y estas bodas, pues, son algunos de los elementos más característicos de la ciudad, aunque no los únicos. También destaca el potencial de atracción turística del parque temático Dinópolis que, desde su apertura en 2001, ya supera las 3,5 millones de visitas. Su sede principal en la capital de la provincia y sus otros seis centros repartidos en el territorio turolense resultan una apuesta por el turismo y la ciencia en un territorio rico en yacimientos paleontológicos.
Dinosaurios y cohetes
La apuesta por este parque sigue vigente, como muestra la ampliación que ha experimentado este 2023, en la que se invirtieron 12 millones de euros y que se tradujo en la creación de un espacio que muestra cómo eran los océanos remotos.
El turismo es, en resumen, uno de los elementos destacados de la economía turolense. Su patrimonio, sus fiestas y este parque temático ofrecen al visitante una propuesta variada y de calidad para disfrutar del territorio. Sin embargo, no es su único motor económico.
En ese campo, destaca el aeropuerto de Teruel (PLATA) como un elemento dinamizador de la economía de la zona, que desde su construcción ha crecido y se ha erigido como un espacio líder en Europa en el estacionamiento, mantenimiento y desmantelamiento de aeronaves.
Así, y aunque no pasen pasajeros por sus instalaciones, sí que lo hacen cientos de aviones que aterrizan en Caudé para que empresas como Tarmac cuiden de ellos o los pongan a punto. Entre las instalaciones más destacadas se encuentra un hangar que puede acoger al avión de pasajeros más grande del mundo, el Airbus A380.
Pero, aunque es la principal, esta no es la única función de la instalación aeroportuaria. También es el lugar donde la empresa italiana PLD Space ha desarrollado el cohete Miura 1, que recientemente despegó con éxito desde la base militar de Moguer, en Huelva. Con ello, de nuevo, Teruel mira al cielo.
Y, mirando al futuro, es la mezcla de estos dos elementos antes citados, un parque temático y el mundo del aire, una de las iniciativas que maneja la ciudad. Se trataría de una instalación con un planteamiento similar al de Dinópolis, combinando ciencia y ocio, pero centrada en la carrera espacial y la aeronáutica, que se ubicaría en una ampliación de PLATA.
Los retos
Proyectos futuros que también encuentran acomodo en el campo de la educación, pues Teruel también espera ampliar su campus universitario y los estudios que oferta, como también proyecta hacer la capital oscense.
Estos son algunos de los principales rasgos de una ciudad que, aunque solo acumule cerca de 36.000 habitantes, resulta un espacio único en Aragón y en España gracias a su arte, sus fiestas y, por supuesto, su gastronomía, en la que el Jamón de Teruel es bandera.