La coordinadora de Responsabilidad Social y Proyectos de Educación de la Fundación Ibercaja, Carmen Campos, repasa en una entrevista con GoAragón la importancia de conocer bien el mundo financiero en sectores como la juventud o la tercera edad. La responsable de la entidad también aborda el recorrido del programa de Educación Financiera de Ibercaja, que el año que viene cumplirá su primera década.
El programa de educación financiera funciona desde el año 2013, ¿qué conclusiones extrae desde su puesta en marcha?
Que cada día es más necesaria. Que, a pesar de llevar ya casi 10 años con el programa, detectamos que cada vez es más necesaria. Por supuesto, en los jóvenes, que además tienen una falta de interés por todo lo relacionado con lo financiero, por lo menos en sus inicios, y luego en la población adulta. Cada vez salen más recursos, plataformas y noticias y tenemos que estar actualizados para gestionar nuestras finanzas. Sí que es verdad que parece que, después de 10 años de estar sembrando, a lo mejor podría decaer un poco el interés. Y para nada, creemos que cada vez es más necesario.
¿Uno de esos nuevos recursos podrían ser las criptomonedas, que sí que han captado el interés de muchos jóvenes?
Despiertan mucho interés. De hecho, este año ya hemos empezado a programar actividades relacionadas con las ‘cripto’. Ellos tienen mucho interés, pero tienen un desconocimiento brutal. Intentamos traer personas que manejen muy bien los términos, pero que también se lo sepan explicar en un lenguaje que a ellos les resulte comprensible. Y pedimos que les muestren las luces y las sombras de las criptomonedas; las ventajas, pero también los riesgos. Como en cualquier producto de inversión, está la obligación de informar de cuál es el riesgo; a mayor riesgo, mayor rentabilidad, pero en las ‘cripto’ parece que solo hay ventajas. Hay que explicarlo bien.
Para los más jóvenes es una forma de salirse de la bancarización, pero tienen que conocer también qué intereses hay detrás. Como todo el programa, se hace con marca blanca, sin venta de productos y sin marcar tendencias. Intentamos que se les informe de la mejor forma posible, de una manera muy práctica en la que ellos pueden crear un ‘token’, comprar una criptomoneda… de forma gamificada para que ellos puedan experimentar todo ese mundo, que la verdad es que es muy amplio.
Entiendo que, en ese campo, se enfrentan a diversos riesgos…
Nosotros insistimos mucho en que todos los productos financieros tienen que estar regulados y supervisados, en el caso de España, por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y el Banco de España. Este mundo de las criptomonedas, que a lo mejor no está tan regulado de momento, tienen que ser ellos los que tengan espíritu crítico y busquen a quién dan fiabilidad y a quién no. Sí que es verdad que hay personas con determinado prestigio entre los más jóvenes que están haciendo flaco favor porque solo cuentan las ventajas, que son muchas, pero que deberían informar de forma compensada también de los riesgos y de la poca rentabilidad, en algunos casos.
Las personas que participan en este programa, ¿qué comentan sobre su experiencia?
Este año hemos revisado y actualizado todos los contenidos que dirigíamos a escolares y la verdad es que hemos tenido muy buena acogida, porque la realidad cambia y los ejemplos también tienen que cambiar. Antes poníamos el ejemplo de un emprendedor y, ahora, ponemos el de un ‘influencer’, porque creen que los ‘influencer’ monetizan enseguida todo lo que hacen. Vemos cómo pueden empezar a monetizar, qué hacen con ese dinero… intentamos adaptarnos a su lenguaje y a sus necesidades, y la verdad es que la experiencia es muy positiva. Creo que su desinterés no es una forma de rebeldía, sino que simplemente no lo encuentran un mundo atractivo.
El interés por el mundo financiero, ¿puede estar fomentado actualmente por la situación económica de los últimos años, marcada por diversas crisis y la incertidumbre?
Creo que los intereses cambian. Sí que es verdad que, después de la crisis del 2008, se potenció bastante el ahorro, pero ahora hay un consumo brutal en todas las edades y estamos intentando vincularlo al tema de la sostenibilidad. Hemos hablado de finanzas responsables y de finanzas sostenibles, que no son solo la parte de inversión y de producto, sino también el equilibrio entre reducir el consumo y evitar la producción; ya no solo el consumo de dinero, sino de bienes, sobre todo, naturales. En las generaciones jóvenes tiene más acogida cuando hablamos de lo natural, pero en cuanto hablamos de lo que ya está producido, ahí ya no interesa tanto.
Hay en un tema en el que redundamos, que es la compra en línea, que tiene muchas ventajas pero que también tienen muchos inconvenientes, más allá de los riesgos de las plataformas. Hemos hablado muchísimo de la seguridad, de vigilar bien la web en la que compramos, de utilizar pasarelas de pago seguras… pero también estamos introduciendo el mensaje de pararse a pensar si es necesaria esa compra, sobre todo, porque la compra en línea no satisface de forma inmediata, no da ese subidón que causa el comprar de forma física y satisfacer ese ansia del ‘quiero algo, lo compro y me lo llevo’. Incidimos en plantearse el reducir un poco el consumo y comprar en comercio de cercanía, intentar mitigar la huella de todas las compras… no solo hablamos de finanzas, sino que les decimos que la sostenibilidad no es solo medio ambiente, sino que tiene una parte económica muy importante.
¿Qué tipo de actividades desarrollan para escolares?
Hemos montado un programa para escolares que se llama ‘Cómo sobrevivir en una isla’ con fundamentos de economía. Sobrevivir sería más fácil si se tratase de hacerlo como persona; sobreviviría el más fuerte. Pero se trata de sobrevivir como grupo y, entonces, tienen que empezar a gestionar muchas cosas. Intercambios, producción… ahí se les empieza a complicar y los fundamentos de la economía son útiles para poder mantenerse como grupo.
Y, ¿en el caso de las personas mayores?
Tenemos un programa específico para mayores de 65 años, sobre todo, en el medio rural. También les hablamos de estos conceptos. por ejemplo, para ellos, la compra o la banca online tiene múltiples aplicaciones a problemas que tienen al vivir en un medio rural y no tener, a lo mejor, posibilidades de desplazamiento. Por supuesto que las compras online son positivas, vertebran territorio porque puedes mantenerte en tu localidad sin tener que irte a vivir a otro sitio. Pero les estamos formando, primero, para acceder a todas esas plataformas, porque la tecnología avanza más rápido que lo que ellos son capaces de aprender. Y, por el otro lado, a aprender a gestionar esa banca y esa compra online.
¿A qué amenazas específicas se enfrentan las personas mayores?
Creo que hay dos mundos que se nos escapan; uno, la obligatoriedad de que todo sea online, que les dificultan la petición de citas, trámites… esa remisión de todo a la web sí que está creando un ‘gap’ que, al final, si no tienen una persona de apoyo, va a hacer que se queden fuera. Por eso insistimos en que sigan formándose todo lo posible. Por un lado está esa obligatoriedad y, por otro, que hay personas que viven ajenas a la digitalización. Hay que explicárselo, pero en la población senior hay muchísimo interés por estar actualizado.
En cultura y educación financiera, ¿dónde lo están haciendo bien? ¿qué países o culturas son referencia?
Hay distintos modelos. Nos fijamos mucho en los países nórdicos. En España se está haciendo bien porque hay muchas entidades que están trabajando por hacerlo bien. Pero, por ejemplo, en países como Noruega se habla de dinero con los niños mucho antes. Aquí creo que sigue habiendo cierto reparo al hablar de dinero y, en cambio, hay otras sociedades, como la noruega, que lo hablan abiertamente con los niños; saben lo que cuestan las cosas, los hacen partícipes de la economía familiar, que es fundamental.
Yo les digo muchas veces a los niños que hablar de ahorro es hablar de sueños, porque es lo que te permite llevar a cabo ese sueño. En España sí que es verdad que no lo hemos hecho, yo me siento parte de una generación que no lo estamos haciendo bien con los niños porque les damos demasiado y, si se rompe, lo reponemos.
¿Habría que incentivar en los programas lectivos la educación financiera?
La economía es una asignatura que ha ido yendo y viniendo según las distintas leyes de educación y parecía que en esta LOMLOE la iban a dejar fuera. Y, aunque sí que es verdad que no es obligatoria, es una optativa preciosa. El contenido es muy bonito e interesante para los escolares. Habla de sostenibilidad, emprendimiento, fundamentos de la economía, de vincular los valores con la economía… de hecho, se llama Economía Social. Es un contenido muy bonito y creo que se le puede sacar mucho partido. Y creo que las entidades que hacemos educación financiera para esos escolares que están dando esa asignatura podemos aportar muchos contenidos y actividades complementarias. Creo que tiene un contenido precioso y ojalá la vayan eligiendo cada vez más los alumnos.
Este año, el 22 de octubre, Día de la Educación Financiera, se dedicó a la seguridad, ¿cuáles son los principales riesgos a los que se enfrenta un usuario?
Los malos (ríe). Hay malos muy inteligentes que desarrollan software increíbles y que lo utilizan para hacer daño. Todos los días hay atentados contra las plataformas de pago, todos los días hay ataques contra la seguridad de las entidades financieras, todos los días hay ‘phishing’, todos los días se reciben estafas… contra eso podemos blindar cada vez más las plataformas, pero lo que no falla es formarnos nosotros.