Javier Sierra Albert nació en Teruel el 11 de agosto de 1971. Es escritor y periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. Hasta el momento ha publicado varias novelas, ensayos, relatos y numerosas colaboraciones en prensa y revistas, además de colaborador, presentador y director de espacios en radio y televisión en España. Ahora invierte su tiempo en investigar misterios de la Historia y escribir sobre ellos.
Fue Premio Planeta en el año 2017 con El Fuego Invisible. Es el único autor español contemporáneo que ha logrado situar sus novelas en el top ten de los libros más vendidos en los Estados Unidos. Sus obras se traducen a más de cuarenta idiomas. y fue cofundador de la revista mensual Año Cero en 1990, director de la revista Más Allá de la Ciencia durante siete años.
¿Qué es Ocultura?
Desde hace años vengo defendiendo la idea de que estos temas que a veces reciben etiquetas, y se han convertido en despectivas. Lo misterioso, esotérico, paranormal, lo raro, en realidad forma parte indisociable de nuestra cultura. Grandes artistas lo han utilizado como fuente de inspiración, por no hablar que muchas de estas historias han servido para plantar semillas de religiones, de movimientos filosóficos, incluso de corrientes políticas. Lo que ocurre que tendemos a despreciar lo que no entendemos y lo que se escapa un poco de los dominios de la razón, y preferimos despreciarlo a estudiarlo. Encontré una definición que podía ayudar a cambiar ese estado de la cuestión, y es el neologismo que sirve para los encuentros de Zaragoza que es Ocultura.
El que se hable de una cultura que está oculta, o una cultura de lo oculto para reivindicar una aproximación, estudio, crítica sobre estas cuestiones. A partir de ese neologismo que había visto en publicaciones internacionales, quise ayudar a que se incorporara al vocabulario hispano-parlante. Los encuentros son una parte de ese proyecto intelectual mío, pero también lo es una colección de libros que lleva el título de Ocultura, o unas columnas y colaboraciones periodísticas. Se trata de un término que poco a poco va calando, se va aceptando y que creo puede contribuir a convertir estos temas que a mí me interesan, me inspiran y me fascinan en algo de estudio e interés social.
¿Cuál ha sido el balance de esta edición?
Ha sido muy positivo. El ciudadano ha respondido muy bien. La primera sesión que se hizo en la sala Mozart llenamos el cuerpo central del salón con unos 800 asistentes, y el resto de sesiones fue en la sala Galve. Allí se colgó el cartel de completo todos los días. Ha sido un éxito de público y aceptación. Y creo también de programación con conferencias muy heterogéneas. Ha servido para atraer a visitantes de otras provincias, como gente de Valencia, Alicante, Murcia, Madrid, Barcelona e incluso Canarias.
Además este encuentro nos ha obligado a innovar en algunas cosas, como la utilización cada vez más de recursos electrónicos. Tuvimos algo muy novedoso este año y emotivo para los asistentes, que fue una conexión con Saqqara, una región de Egipto donde se construyeron las primeras pirámides, y allí conectamos con un corresponsal nuestro que nos estuvo contando que se estaba haciendo allí, como se habían abierto algunas pirámides al público , y pudimos verlas por primera vez en pantalla. Ese momento fue muy bonito, y quiero seguir trabajando en los recursos de la tecnología para asomarnos a cualquier lugar del mundo para mostrar lo que está sucediendo.
¿Ya tenéis pensada la temática para el próximo año y el lugar donde se celebre?
Mi intención es que siga en Zaragoza. Nos sentimos muy a gusto en la ciudad, y como lugar de encuentro y punto accesible es magnífico, y hay pocas ciudades que puedan ofrecer esto. Si el Ayuntamiento quiere y nosotros podemos, así será. Estamos estudiando la temática que no está definida del todo, pero me tienta mucho todo lo relacionado con la exploración del espacio. Se acaba de lanzar el Artemis 1, que es el nuevo proyecto de la NASA para poner un hombre en la Luna, va a ser la primera misión espacial de la NASA desde 1972, y con este vuelo se va a inaugurar una nueva era en la conquista del espacio. Creo que ese tema va a estar muy presente a lo largo del año que viene y en décadas siguientes, y me gustaría que lo pudiéramos abordar, porque también tiene muchas facetas ocultas, muchas cosas que no se han contado, y sería bonito poderlo compartir con este tipo de encuentros.
¿Desde cuándo te gusta el misterio, lo oculto?
Te diría desde que tengo uso de razón. Cuando eres niño todo lo que hay a tu alrededor es un misterio que tienes que explorar. Lo que ocurre que a diferencia de muchos adultos yo no me he quitado la mirada de sorpresa. Llego a mi casa con más preguntas que respuestas, y esto hace que me siga apasionando el misterio, pero entendido como herramienta de conocimiento. No es un entretenimiento, no es una excusa para estremecerse o pasar miedo. Es un estímulo intelectual de primera magnitud.
¿Cuándo comenzaste a escribir y por qué?
Antes que escritor, fui y sigo siendo lector. Leía mucho, y me gustaban los libros de Julio Verne que tenían ese punto de sorpresa entre lo tecnológico, los avances en ciencia, conocimiento y exploración geográfica, y eso se me quedó dentro. De ahí pasé a adolescente que conecté con la novela de intriga histórica. A raíz de cruzarme con El nombre de la rosa de Umberto Eco, vi como una fórmula para contar historias.
Los primeros relatos los escribí con 8 años con la máquina de escribir de mi madre, lo ilustraba yo, lo encuadernaba con grapas. Empezó como un juego. Al final el conocimiento no deja de ser un juego. En concreto mi primer relato, se titulaba El triángulo de la muerte, y está inspirado en la historia del triángulo de las Bermudas del que tanto se hablaba en aquella época.
Después publicaría mis primeros escritos sobre la década de los 90. En mi época universitaria empecé a publicar en revistas mensuales, hacer monografías, libros de pequeña tirada, y fue en 1995 cuando publiqué mi primer libro. Ahí se inició una carrera que empezó siendo de ensayista, porque me interesaba viajar, investigar y contar los grandes misterios de la Historia, pero terminó derivando en la novela, porque me permitía algo que el ensayo me prohibía, que era pensar libremente sobre los enigmas. Proponer soluciones sin entrar en el terreno de la especulación. De esta manera, sí puedo plantear una respuesta a un enigma, a una gran pregunta. Decidí saltar a la novela porque tenía mis propias ideas, y en clave literaria podía expresarlas, y esa herramienta me resultó muy provocativa y muy útil.
Luego descubrí un hallazgo para mí muy importante, que la Literatura se había inventado para eso. Hace 5.000 años, la primera novela de la que tenemos constancia que es la Epopeya de Gilgamesh se escribe para tratar la de responder a la pregunta de por qué hemos de morirnos, y el autor inventó una historia para responder esa pregunta. La literatura se inventó al principio para responder a las preguntas para las que la razón no tiene respuestas, y me parece muy bonito ese hallazgo, y es lo que estoy haciendo en mi obra. Intento generar una literatura que ayude al lector a hacerse preguntas y a encontrar sus propias respuestas.
¿Cómo es el proceso de creación de una novela?
Primero necesito detectar una pregunta importante. Por ejemplo la novela que ganó el Premio Planeta en 2017, El Fuego Invisible, parte de la pregunta de dónde vienen las ideas. Recojo la pregunta y empiezo a construir. Primero creo a los protagonistas para que sirvan al intento de resolver esa pregunta, y busco los escenarios reales. También busco una razón emocional que vincule a los protagonistas, busco algo que obligue a los protagonistas a moverse. Porque el ser humano se mueve por necesidad. Necesita que haya un problema, un drama, un trauma, un anhelo, algo que lo empuje. Es uno de los puntos importantes el encontrar un motivo que movilice a los protagonistas.
¿Alguna que sea más especial?
Todas lo son, pero tengo una pequeña querencia con la primera novela, que se tituló La dama azul. Fue la novela que me convirtió en novelista. No pensaba ser novelista, pero tenía entre las manos una historia tan increíble que ningún editor quería publicarla. Era la historia de una monja contemporánea de Velázquez, que decía que podía estar en dos lugares a la vez, y esa mujer, María de Jesús de Ágreda, se le atribuyó la cristianización de miles de nativos americanos en Nuevo México, Arizona y Texas, a 10.000 km de su convento. Hubo informes oficiales, el rey de España Felipe IV mandó imprimir alguno de estos informes sobre las bilocaciones de esta mujer, y yo quería escribir un ensayo sobre la historia de esta mujer que me parecía muy interesante. Un editor me propuso como reto convertirlo en novela. Lo hice y en ese momento me convertí en novelista, y descubrí la potencia y las posibilidades de la literatura. Por eso a esa novela La dama azul, publicada hoy en día en más de 20 países, le tengo un cariño especial por lo que hizo conmigo. También descubrí que una novela puede cambiar el mundo. Como El Quijote lo ha hecho. La dama azul al publicarse en los Estados Unidos, el gobernador del Estado de Nuevo México, al darse cuenta de los vínculos de su territorio con España, y en particular con Ágreda, el pueblo de esta monja, decidió hermanar el Estado de Nuevo México con Ágreda en la provincia de Soria. Es el único caso en la Unión Europea en el que un Estado de los Estados Unidos está hermanado con un pueblo de 3.000 habitantes como es Ágreda, y eso lo consiguió la novela. Ahí descubrí el enorme poder que tiene la literatura.
Para cuándo tu próxima novela? ¿se puede saber algo?
En realidad no, porque estoy en el proceso de maduración. Creo tener la pregunta, me faltan algunos protagonistas. Como estoy en esa fase, prefiero no hablar porque para un escritor la palabra compromete, y como no estoy en esa fase de atarme, prefiero guardar un respetuoso silencio.
¿Algún proyecto que tengas en marcha o para un futuro?
Siempre he sido muy inquieto. Aparte de escribir novelas, siempre me ha gustado contar historias en diferentes soportes, y me sigue gustando. Y termino articulando proyectos que trasciendan lo meramente literario. El último, que lo presentaré a finales de año, es un podcast. Recupero el espíritu de las antiguas novelas para contar una historia. Ha sido un trabajo de unos meses muy intenso y bonito.
Otro proyecto es el que terminé el año pasado, un proyecto audiovisual llamado Otros mundos, que es una serie que rodé con Movistar. Es una especie de autobiografía reportajeada, donde hablo de cosas de mi vida.
¿Qué premio ha sido el más especial para ti?
Los premios son efectos colaterales de la actividad. Nunca los he perseguido. Quizá el único premio al que he optado es el Premio Planeta, pero el resto de premios han venido. Quizá el más emotivo es el recientísimo Premio de las Letras Aragonesas y se me entregará a finales de este mes de noviembre. Es un premio de trayectoria en el que se reconoce una serie de años y de trabajos en pro de la cultura, también de la cultura aragonesa y me resulta muy reconfortante. Un poco antes en 2019, se me dio mi nombre a la Biblioteca Pública de Teruel. Soy el único autor vivo que tiene una Biblioteca con su nombre de las Bibliotecas de la red nacional del Estado. Y fui muy emocionante, porque fue justo la Biblioteca donde aprendí a leer. Saqué mis primeros libros, mis primeros tebeos, guardo un vínculo afectivo muy grande, y con la Dirección de la Biblioteca estamos construyendo un proyecto muy bonito, que esa Biblioteca sea la sede donde se guarden todas las ediciones, todos los formatos, las traducciones, la actividad audiovisual, como articulista, todo lo que genero para que pueda estar al alcance de todo el mundo. Lo hemos llamado el Legado Javier Sierra. En estos momentos tiene ya más de 300 libros y material audiovisual de hemeroteca.
¿Qué te gustaría descubrir o qué misterio desearías descifrar?
Hay un misterio que descifraremos todos, porque estamos condenados a ello, que es lo qué hay después de la muerte. La gran pregunta que ha transformado a la Humanidad. Por culpa de esa pregunta nos hemos hecho criaturas sociales, hemos construido religiones, hemos levantado monumentos al pensamiento, hemos escrito, hemos dibujado… Pero esa pregunta me gustaría resolverla antes de cruzar el umbral, y es el anhelo que tenemos muchos, pero entiendo que va a ser muy complicado. Y una que sí me gustaría un día poder convertir en un titular y dar esa noticia, es que no estamos solos. Entiendo que es la segunda pregunta del ranking. Creo que no estamos solos, que la Humanidad no es una excepción, y que hay otras inteligencias ahí fuera. Es más, tiendo a pensar que la inteligencia al igual que la vida es algo que se transmite de planeta en planeta, como la polinización va yendo de planta en planta, y algún día descubriremos quién es el jardinero de esa vida. Esa es la otra gran pregunta que me gustaría resolver. Luego siento una atracción innata por todo aquello que no se puede pesar, medir, encerrar en una caja. Me refiero a cuestiones como el amor, o los sentimientos humanos. Siento atracción por estas cosas porque me dan libertad. En el momento que algo se puede medir, pesar, clasificar, ya has dejado de tener la libertad para manejarlo. En ese sentido soy un poco anarquista, que me dejen espacio libre. Quiero pensar por mi cuenta, quiero equivocarme por mi cuenta igual que quiero acertar y que el acierto sea mío. Eso hace que me sienta tan atraído por lo desconocido.
¿Qué personaje histórico te habría gustado conocer?
Hay muchos, pero hay uno que me fascina por encima de todos, y es Leonardo Da Vinci. No era tanto lo que hacía, sino lo que le interesaba, y le interesaba todo. Desde la estructura de la hoja de un arbusto, a la forma de una pluma del más sencillo de los pájaros, a cómo el agua gira en torbellino. Esa capacidad de observación muy de niño me tiene totalmente hechizado. Un paseo con él al lado del Arno, que es el río de Florencia, sería maravilloso.
¿A qué época te teletransportarías?
Me trasladaría al futuro. Me gustaría saber en qué vamos a estar dentro de 500 años, qué va a pasar en el 2.600. Si vamos a tener colonias en Marte, si vamos a estar pensando en saltar a otras estrellas, si habremos conseguido domesticar el furor nuclear, si habremos sido capaces de no destruir nuestro planeta. Me inquieta, y más desde que tengo hijos, e intuyo que los hijos tendrán hijos y otros hijos. Me gustaría prepararles algún escrito sobre esa época.
¿Hacia dónde crees que nos dirigimos como especie?
Estamos en un momento peculiar. Hay un factor que no ha existido nunca en la historia, y que creo que nos va a condicionar el futuro, y que es la comunicación. La capacidad que tiene el ser humano de comunicarse con otros seres humanos de cualquier rincón del mundo está aumentando exponencialmente, y esto lo va a terminar de transformar todo, entre otras cosas, las lenguas. Creo que en ese hipotético futuro, a lo mejor ya sólo hay un idioma, y eso por un lado es bueno, pero por el otro nos va a empobrecer como cultura, porque un idioma no es solo un conjunto de palabras para comunicarse, sino que es la expresión de un modo de pensamiento, y eso me preocupa. Pero vamos hacia eso, y de cabeza. No hay vuelta atrás. Eso nos implica que nos mezclemos cada vez más. Las razas terminarán disolviéndose, vamos hacia un futuro en el que el ser humano va a ser el habitante del planeta Tierra, pero no va a haber muchas distinciones de donde viva en cada parte del mundo.
¿A qué tienes miedo?
Tengo miedo al dolor personal, físico, creo que es un miedo instintivo. Pero más allá de ese miedo que tenemos todos, tengo miedo de la estupidez humana. Es algo que me preocupa, que le demos importancia a cosas que no la tienen, que elijamos mal a nuestros líderes que nos representan, que no meditemos las decisiones importantes que hay que tomar en determinados momentos de la vida, que se nos empuje de manera casi borreguil a hacer, decir y pensar cosas que no están dentro de nosotros, sino que reproducimos lo que otros han pensado por nosotros. Que perdamos el espíritu de independencia y creativo que tiene que estar en cada ser humano me da miedo, porque eso nos puede llevar a situaciones muy difíciles en lo colectivo.
¿Cómo fue la experiencia por la noche en la Pirámide de Keops? ¿Qué sentiste?
Es una experiencia dura, porque me enfrenté por primera vez a la muerte. La muerte es disolución, creo que es integrarse con la oscuridad, y no sabes si hay algo después de ese velo. En aquella noche de la gran pirámide, me enfrenté a eso. Estaba en una cámara sepulcral de 4.500 años de antigüedad vacía a oscuras, sin posibilidad de salir, en donde tenía que domesticar mis sentidos, porque de repente había perdido la vista, pero mi oído, olfato se habían hiperdesarrollado en aquellas horas y me tenían en estado de alerta. No tuve ningún encuentro sobrenatural ni se me apareció ningún espíritu ni nada, y creo que la experiencia más impactante fue cuando vinieron a sacarme de la pirámide. Cuando de repente me arrancaron de la oscuridad y me condujeron al exterior en la meseta de Guiza, sentí en la cara el viento de la mañana. En ese instante me di cuenta de lo que era la vida, es muy difícil de definir. Es una experiencia inefable, es indescriptible, si le tienes que contar a alguien qué es la vida es muy complicado, pero en aquel momento yo lo sentí, no era un automatismo. Me di cuenta que me habían arrancado del mundo de los muertos, y me habían dado una segunda oportunidad, y estaba vivo. Fue muy impactante. A nivel psicológico me costó años procesar todo aquello, y cuando empecé a hacerlo me dediqué a tratar de construir una historia con esas sensaciones que pusiera orden al caos de emociones y sentimientos que tuve aquella noche, y de ahí surgió La pirámide inmortal, esa novela que hoy tiene también su adaptación al cómic.
¿Has tenido alguna experiencia sobrenatural?
Soy persona de poca experiencia paranormal. No es algo que yo tenga como muy en mi vida. He tenido intuiciones como todo el mundo, he pensado en alguien y me ha llamado en ese momento, ese tipo de cosas de la vida cotidiana, o sueños de particulares con algún destello que se cumple al día siguiente, creo que como todo el mundo, pero nada extraordinario. Aunque sí he tenido una experiencia que no he sabido interpretar. En 1987 con 16 años en la montaña de Monserrat junto con otras dos personas vi un ovni. Era una luz muy cercana a mí, a unos 100 metros de nuestras cabezas y que ninguno supimos interpretar y a que mí de alguna manera que en aquella época ya perseguía ovnis, me confirmó que había un enigma que había que resolver, no sé de qué tipo, si es de naturaleza extraterrestre, meteorológica, psicológica o cualquier otra, pero hay un fenómeno. Pero aparte de eso que sí me impactó mucho no he tenido ningún gran tropiezo con lo sobrenatural.
¿Crees en Dios, en un ente, en la energía…? ¿En qué crees?
Creo que Dios es la palabra que hemos inventado para enmascarar nuestra ignorancia. Para mí, Dios viene de la respuesta que te he dado antes, y sería la propia vida, y que es una etiqueta más, pero no lo personalizo. No me parece que el Dios de los judíos sea mejor que el Dios de los musulmanes, más verdadero que los Dioses egipcios o todas esas divinidades surgidas. Todas ellas son etiquetas para enmascarar nuestra ignorancia. Tenemos que ponerle nombre para intentar dominarlo y tener un cierto control, pero en realidad no controlamos nada. Somos tan tontos a veces. Matamos por una etiqueta, por una palabra que nos hemos inventado. Es descorazonador a veces.
¿Qué significa la muerte para ti? ¿qué crees que hay más allá?
La muerte es el fin, es un callejón aparentemente sin salida, pero este es un recurso que usamos mucho los novelistas. Conducir a nuestros personajes a callejones sin salida, y después cuando pasas página descubres hay un punto en el que se puede salir. Creo que de la muerte se puede salir y hay que buscar ese punto como el novelista que tiene que resolver ese atolladero.
Creo que la vida lo es todo. Está antes de que nazcamos y después de morir. La vida es el universo. Por lo tanto después de la muerte hay más vida. La muerte es parte de la vida, pero quien manda es la vida, no la muerte. Eso es lo que cuenta. La muerte está englobada en la vida, no al revés, y esa perspectiva es la que da esperanza. Después de la muerte creo sigue habiendo vida, de diferente forma, en átomos, en energía de tu alma, no lo sé, pero que algo pervive y continúa su camino en otra forma, apostaría por ello.
¿Qué te hace feliz?
Me hace feliz mi familia, mi mujer y mis hijos, un buen libro, poder pasear por un parque, me hace feliz hacer planes de viaje, comprar un cuaderno de notas nuevo, vacío en el que volcar a futuro mis historias. Me hace feliz tener esperanza.
¿Y qué te desagrada?
Me desagrada tener que empezar una novela, porque de alguna manera es empezar a elegir en un universo de ideas y dejar fuera muchas cosas. Me desagrada terminar esa novela, porque es el momento que dejo de ser el señor de un universo y ya no mando, ya va a mandar el lector, y se acabó mi reinado. Me desagrada la mentira, que me engañen, me desagrada que no me traten como persona, las injusticias. En el fondo me desagrada cuando apartamos la humanidad de lo humano.
Has realizado el Camino de Santiago varias veces. ¿Qué significa para ti?
Veo el Camino de Santiago como una metáfora de la vida. Nace en los Pirineos, creo que en Somport, no en Roncesvalles. Nace en lo verde, el agua, lo fresco, transcurre poco a poco hacia Castilla que se angosta con territorios más desarbolados, secos, y luego cuando llegas a las puertas de León, ahí ya estás muerto simbólicamente. Sin embargo cruzas los montes de León, los montes de Oca, y entras en lo verde, lo maravilloso, en el territorio de Galicia. Es una metáfora de lo que es el nacimiento, el crecimiento, la muerte, y luego la resurrección. Galicia sería el lugar del mas allá. Yo lo veo así. Cada vez que hago el camino de Santiago, para mí es una metáfora de ello, el proceso eterno de la vida. Es mi manera de entenderlo. Cada vez que lo recorro es como si me quisiera comprometerme con el ciclo de la vida.
¿Alguna serie o película que te guste?
Una serie que me encanta es Expediente X. Hicieron 11 temporadas, la serie más larga de la historia de la televisión, una serie a la que tengo mucho cariño desde que se estrenó en España en el año 1995, cuando publiqué mi primera novela. Y de películas una que he visto muchas veces es Encuentros en la tercera fase de Steven Spielberg en 1977. Contrariamente a lo que la gente cree, no es una película de extraterrestres, es de terrestres que cree ver cosas extraordinarias y se deja llevar por ello. Ese relato me parece una metáfora genial de una vida intensa, escuchar una voz que uno lleva dentro y hacerle caso, no traicionarla, me parece interesante y te lleva muy lejos. No me quedaría en lo superficial, me iría al sentido más profundo.
Y libros imagino será muy difícil, pero ¿podrías citarnos alguno?
Sí, hay muchos, pero por ejemplo antes mencionaba el nombre de la rosa de Umberto Eco. En esa época el ocho de Catherine Neville, y de autores españoles me sorprendió en busca del unicornio de Juan Eslava Galán. También lecturas filosóficas como en los oscuros lugares del saber de Peter Kingsley, un libro sobre los orígenes de la filosofía clásica que es una delicia.
Naciste en Teruel. ¿Qué es para ti?
Es la arcadia feliz, ese lugar en el que viví mis primeros 15 años de vida y donde aprendí a hacer preguntas, ese lugar en el que todos los olores, sensaciones, todo era nuevo y fulgurante, interesante. Cada vez que vuelvo recupero esa mirada del pequeño. Teruel es muy importante para mí, es el lugar donde me refugio mentalmente. Cuando tengo miedo o quiero hacer algo, o cuando necesito un poco de fuerzas. Es un lugar más mental que físico. Teruel va dentro de mí, y es fundamental, es mi arcadia.
¿Cómo recuerdas tu infancia?
Uno muy importante es el de la libertad. Teruel es una ciudad pequeña, y mis padres desde muy niño me dieron libertad de movimientos. Recuerdo cuando con 7 u 8 años me dieron las llaves de casa y me dejaron que entrara y saliera cuando quisiera. No había la preocupación que se tiene hoy en día en las ciudades. Entraba y salía a mi voluntad. Cogía la bicicleta e iba a pasear por las afueras de la ciudad. También cumplía con mis estudios, era responsable, y me concedieron esa responsabilidad y tuve esa autoconciencia muy pronto. Eso fue la gran aportación de esa época.
¿Qué lugar o lugares de Teruel capital te gustan más?
Aprovechaba los sábados por la mañana en Teruel para coger un álbum de dibujo y quedarme sentado en un rinconcito para pintar. De la Torre de San Martín que es mi lugar favorito, pero pinté también la escalinata, los arcos, el arquillo de la calle del Carrel, pinté el viaducto. Esos lugares que pinté de pequeño son los lugares que se han convertido en lugar al que ir. Uno de ellos la Ollería del Calvario, que eran hornos para cocer arcilla. Hoy no se usan, pero esa Ollería es donde iba con la bicicleta en busca de dragones. Hoy ese lugar tiene un parque de columpios para niños y bancos, y los vecinos le han puesto mi nombre. También es de esos lugares que le tengo especial cariño en la ciudad.
¿Qué lugares de Aragón recomendarías visitar?
Recomendaría el Monasterio de Piedra, es algo que no te esperas. También hacer la carretera transpirenaica, que atraviesa de lado a lado los Pirineos se van a encontrar con muchas sorpresas. Por ejemplo Yebra de Basa, un sitio espectacular donde pasear hasta un monasterio que lo cubre una cascada de agua. Es un lugar fabuloso. Recomiendo Jaca para pasar unos días, un sitio estratégico como centro para recorrer esa parte del Pirineo, recomiendo Albarracín, también el nacimiento del río Tajo es un lugar muy interesante. Y hacer mucho campo. Aragón ofrece paseos y recorridos por la naturaleza en toda época del año. Otro lugar que me gusta mucho es el Monasterio de Veruela, donde Bécquer escribió cartas desde mi celda, ahí a los pies del Moncayo, y me parece un sitio importante para conocer la historia que hay alrededor de brujas y herejes. Un epicentro para pasar unos días fantásticos.