En la exposición recientemente inaugurada en el palacio de la antigua Capitanía zaragozana, se revelan detalles adicionales sobre los desafíos y sacrificios que Santiago Ramón y Cajal enfrentó durante sus dos años como militar en Cuba, un período que dejó una huella indeleble en su vida y carrera.
En 1874, Ramón y Cajal fue destinado a Cuba “por sorteo”, recibiendo el grado de capitán debido al paso a Ultramar, lo que conllevaba un ascenso militar inmediato. Su servicio en Cuba, sin embargo, estuvo marcado por dificultades significativas. Diagnosticado con “caquexia palúdica grave”, Cajal abandonó el servicio el 30 de mayo de 1875 y regresó al puerto de Santander unos días después. Sorprendentemente, las adversidades no terminaron con su retorno, ya que se revela que recibió una remuneración insuficiente por su servicio en Cuba, con solo 125 pesos oro en comparación con lo que legítimamente le correspondía, posiblemente tres veces más.
La lucha de Cajal por recibir una compensación justa no solo puso de manifiesto la corrupción existente en España en ese momento, sino también su inquebrantable carácter. Según relata el coronel, con el dinero que le quedó, Cajal adquirió un microscopio y otros materiales para establecer su primer laboratorio en la casa de sus padres en Zaragoza. Estos años en la ciudad antes de opositar e irse a Valencia fueron fundamentales para su formación y marcaron el inicio de su extraordinaria carrera científica.
Luis Alfonso Arcarazo, contextualizando la lucha de Cajal contra el paludismo, revela que el científico se curó sin medicación, ya que en ese momento no existían tratamientos efectivos. Sin embargo, se le trasladó fuera de la zona endémica de mosquitos, permitiéndole recuperarse parcialmente gracias a su juventud y una alimentación adecuada, incluso en las difíciles condiciones de Cuba.
A su regreso a Zaragoza, Santiago Ramón y Cajal fue atendido en el antiguo Hospital Militar de San Ildefonso, donde su padre dirigió el tratamiento, enfocándose en el reposo y la tranquilidad. Este período fue doloroso para Cajal, quien vivió el amargo episodio de la pérdida de las colonias españolas en Cuba, un lugar donde casi perdió la vida en un ataque inicial y luego luchó contra el paludismo.
Esta exposición no solo ilustra la faceta militar de Cajal, sino también los desafíos personales y profesionales que enfrentó durante ese tiempo crucial en su vida. Su tenacidad y determinación en situaciones adversas sirven como testimonio de la extraordinaria fuerza de carácter que caracterizó tanto su carrera militar como su posterior carrera científica.