De los primeros fotógrafos ambulantes que llegaban a Aragón cruzando los Pirineos a la actualidad han pasado más de 150 años. Si el daguerrotipo vio la luz en 1838 en Francia, pocos años después llegarían estos profesionales con el nuevo invento a las fronteras aragonesas y, algunos más tarde, ya se instalarían con estudios fijos. Mientras, nombres de pioneros como el del zaragozano José Ramos Zapetti están directamente asociados a los orígenes de la técnica fotográfica, incluso antes de que Daguerre alcanzara la fama con su invento. Desde esos primeros años, en pleno siglo XIX, esta tierra y sus diversos paisajes han sido escenario de miles de fotografías -actualmente, serán millones cada año las que captan los dispositivos móviles- y de ella han surgido reconocidos profesionales de la imagen, un universo siempre asociado a Aragón.
Como recuerda el fotógrafo y expresidente de la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza Julio Sánchez Millán, ya en 1855 se podían identificar fotógrafos ambulantes en las fiestas del Pilar. A la cita acudían con sus garitas Madame Senges, Anatole, Lacaze o Dubois, entre otros. “La fotografía, como en casi todos los países, pero más en España, llega con fotógrafos ambulantes de fuera; alemanes, italianos y, principalmente franceses, porque era el país más cercano”, afirma Sánchez Millán.
En ese contexto incipiente, Mariano Júdez monta su estudio en 1856, en el entorno del Coso y la plaza España de Zaragoza. Un ejemplo que luego replicarán otros fotógrafos y en el que técnicas como la de placas al gelatino-bromuro de plaza llegan ya a principios del siglo XX. Nombres como el de Coyne, también asociado al cine, o los de profesionales como Enrique Dücker, Carlos Skogler y el alemán Gustavo Freudenthal destacan en los inicios de la centuria.
Tiempos de cambio
“A principios de siglo es cuando aquí llega, más o menos, con 20 años de retraso, el desarrollo industrial y es cuando viene la fotografía en serio; también, la electricidad”, contextualiza el fotógrafo. “Eso tiene mucho que ver porque empieza a haber industriales, comerciantes, gente que empieza en la fotografía porque tiene un poco de dinero. Son los burgueses, con poder adquisitivo. Era gente ilustrada”, relata.
Unos primeros compases del siglo que tuvieron hitos como la celebración de la Exposición Hispano-Francesa de Zaragoza en 1908, cita que “da un gran impulso” a la fotografía, según Sánchez Millán. En esos momentos, añade, “ya empieza a haber establecimientos de venta de material fotográfico, como puede ser la casa Photos, que estaba en la calle Alfonso”.
También aparecen nombres destacados a este nuevo fenómeno de la imagen, nada menos que el del posteriormente premio Nobel de Medicina Santiago Ramón y Cajal. Sobre él, cuenta que, en su estancia en el Hospital Provincial de Zaragoza, “empezó incluso a fabricarse las placas fotográficas de cristal, con emulsiones que hacía con Lucas Escolá, que también era uno de los importantes de principios de siglo y profesor de la Escuela de Artes”. Se trataba de placas, especifica, más rápidas que las que había por aquel entonces y que desarrollaron en Francia las firmas Pathé y Lumière, pues necesitaban una mayor velocidad para el cine.
El nacimiento de una sociedad centenaria
Y, en la década de los 20 es cuando también surge un puntal para que la fotografía se extendiera en el territorio, la Real Sociedad Fotográfica de Zaragoza (RSFZ), que ahora acaba de cumplir 100 años. Una sociedad que, además, celebra su salón internacional desde 1925, lo que la convierte en una verdadera rareza mundial por la longevidad de esta convención.
Asociado a la creación de la RSFZ está, por cierto, el nombre de Manuel Lorenzo Pardo, presidente de la Confederación Hidrológica del Ebro (CHE) y que expendió el uso de la fotografía “incluso en su trabajo”, apostilla Sánchez Millán. En ese sentido, precisa que utilizaba la foto en la planimetría del terreno para la construcción de embalses.
Pero no solo en Zaragoza había movimiento alrededor de la fotografía, pues, como recoge en un artículo para Artigrama la profesora de la Universidad San Jorge y doctora en Historia del Arte y Comunicación Pilar Irala, en Huesca aparecen galerías como la de F. Preciado y, en Jaca, la de Francisco de Las Heras. A su vez, Teruel daba al mundo fotógrafos como José Antonio Dosset, mientras que Felipe Castañer fotografió el Bajo Aragón hasta la tercera década del siglo XX.
En su recorrido por la historia de la fotografía en Aragón, el fotógrafo recuerda nombres como los de Rafael Navarro, Pedro Avellaned, Jalón Ángel, José Luis Pomarón, Joaquín Halcón o la saga de los Coyne. También, décadas después, se detiene en José Antonio Duce o José Luis Álvarez, este último, fundador de la histórica sala Spectrum Sotos, que cerró sus puertas el año pasado.
El Pirineo, puerta de entrada y escenario de lujo
Además de su historia, Aragón también ha sido un escenario privilegiado en los visores de los profesionales de la fotografía. De hecho, uno de sus paisajes más paradigmáticos, el de los pirineos, fue el preferido de buena parte de los pioneros de la foto en la Comunidad, cuyo intercambio con el ámbito de la montaña fue muy destacable.
Eduardo Cativiela, Lorenzo Almarza o el mismo Manuel Lorenzo son algunos de estos fotógrafos que también eran aficionados a la montaña. De hecho, Sánchez Millán recuerda que el propio Almarza fundó Montañeros de Aragón en 1927 y Cativiela, el Sindicato de Iniciativa y Propaganda de Aragón (SIPA) en 1925 “y eso da mucho desarrollo a la región y a Zaragoza”.