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29 abril 2024

Bosque Sonoro: El primer fruto de OCRE

Después del confinamiento de 2020, la música muchas veces estaba reservada para nuestros cascos o para nuestros altavoces en nuestras casas. En directo se podía disfrutar a través de retransmisiones por Youtube o por Instagram. No obstante, la industria musical necesitaba volver a organizar conciertos. De esta necesidad surgió OCRE (Organización Cultural en el Entorno Rural) y su primera creación: Bosque Sonoro.

Varios vecinos de Mozota (Zaragoza), frustrados por estar entre cuatro paredes, decidieron comprar un terreno para montar su propio festival. Esta primera edición fue un éxito y ahí se dieron cuenta de que la cultura podía ser aliada de las reivindicaciones del medio rural. Siguieron creando eventos en diferentes pueblos: Brizna Festival, Al Arba Festival, Doña Festival, El festival de música clásica más pequeño del mundo, Film-Nic, Danza Mínima…

OCRE: Reivindicar el mundo rural desde el arte

Unos de los signos distintivos de OCRE es su interés por otras artes. Danza Mínima consiste en una visita guiada por un teatro en el que en cada rincón te encuentras un concierto o una actuación de danza contemporánea. Film-Nic lleva el cine de verano a varios municipios de Comarca Central de Zaragoza junto a música y un picnic vecinal.

Los integrantes de OCRE fueron vestidos con un mono negro en la 1ª edición de Bosque Sonoro
Los integrantes de OCRE fueron vestidos con un mono negro en la 1ª edición de Bosque Sonoro | Foto: Javier Rosas

Estos eventos en ocasiones surgen de una llamada del propio pueblo, que empezaron a llamarles visto el modelo de El Bosque Sonoro para hacer eventos seguros. Otras veces investigan qué tipos de proyectos encajan en una determinada zona. Se estudia sus características y su tradición y se tienen en cuenta para programar el festival.

En Mozota ni hay servicios ni alojamiento para acoger a la gente. Por ello, tuvieron que pensar en un horario que permitiera ir y volver en el mismo día con el propio coche de los asistentes. Mientras, en el Brizna Festival el paradigma es distinto. En el municipio oscense de Ayerbe se puede montar un cartel de tres noches porque es una zona turística, y, por ello, hay hoteles para hospedarse y campings.

Todas estas decisiones respecto a lo que sería más adecuado -estilo de la música, diseño de festival, imagen, localización…- se las presentan al ayuntamiento correspondiente. Cuando estas son aceptadas, el proyecto sale adelante. El primero en darles el sí fue el alcalde de Mozota, así surgiendo en un momento complicado Bosque Sonoro.

El Bosque Sonoro: Mimetismo con la naturaleza

Este festival tiene sus raíces en el bosque del pueblo zaragozano. Allí los espacios se van adaptando a la flora como si fueran unas trepaderas. Cada año, llegado el verano, crecen de cero los escenarios, las barras y las instalaciones. La carpa principal está asentada en un paisaje idílico de fácil acceso con una trasera llena de olmos. Luego, hay rincones más pequeños conectados por unos caminos que adecúan en cada edición.

El evento se mimetiza con el bosque de Mozota | Foto: Javier Rosa

En 2020 se realizó la primera entrega. Les indignaba que, según Olmo Peña, “en un sitio con mucha gente se pudiera comprar, pero si alguien tocaba un guitarra en ese mismo sitio, la gente se tenía que ir o sentarse”. Consultaron a Sanidad qué normas debían cumplir y ellos les respondieron.

Olmo Peña es sedonimo de El Bosque Sonoro, para despersonalizar el proyecto (solo del bosque) y darle importancia a lo realmente importante. Por eso vamos con mascaras y monos negros.

OCRE le presentó varias medidas a esta institución, entre ellas, asientos de dos en dos separados por un metro y medio y una app de móvil para pedir consumiciones que luego las traían los camareros. Estas fueron aceptadas, dando rienda suelta al único festival que se celebró en España en 2020.

Ya llegado el momento, se hizo un trabajo de concienciación a los asistentes y a los habitantes de Mozota, por el cual pasaron de tener miedo a confiar en ellos. Los foráneos y los vecinos no se cruzaron en ningún momento: entraban, permanecían y salían por zonas distintas.

Allí eran atendidos por los integrantes de la organización, que decidieron vestirse con monos negros y máscaras para que se viera bien quién era el trabajador. Así formaron un “ejército de cultura” para demostrar que el sector cultural era uno de los más preparados para planear eventos seguros. Controlar a muchas personas en un sitio cerrado había sido el pan de cada día para estos profesionales.

Los asistentes tuvieron que estar sentados durante todo el evento | Foto: Javier Rosa
Los asistentes tuvieron que estar sentados durante todo el evento | Foto: Javier Rosa

Todo salió a pedir de boca, porque los asistentes cumplieron las medidas a rajatabla. 2.500 almas pudieron disfrutar del acústico de Coque Malla, la banda Pantocrator, Stay Homas y Artistas del Gremio, entre otros. Olmo Peña recuerda que durante esos cuatro días, las actuaciones cerraban con “un gran aplauso de emoción”.

En 2021 la situación sanitaria había mejorado. Sin embargo, retornaban a la casilla de salida. En este caso la organización se quejaba de que “cuando había música, ya no se podía estar de pie”. Volvieron a reunirse con Sanidad, les pusieron unas condiciones para que el público pudiera bailar y a ellos como solución se le ocurrió la idea de “nidos”.

Estos eran cuadrículas hechas de esparto y estacas, donde de cuatro a seis personas podían permanecer de pie y bailar. Se mantenían los caminos divididos y la app para consumir. Estas reglas también fueron aceptadas por Sanidad. Se enorgullece Olmo Peña: “Fuimos el único evento en España donde se pudo bailar de manera legal”.

En 2021 había tanto asientos como
En 2021 había tanto asientos como “nidos” en los que poder bailar | Foto: Javier Rosa

Ese año pudieron bailar con la música de Habitación Roja, Viva Suecia, Novedades Carminha o La Pegatina. La tercera edición contó con menos limitaciones. Ampliaron los escenarios y apostaron por la gastronomía sostenible. 3.600 personas gozaron de lo mejor del pop indie con artistas como Los Planetas, Zahara, Xoel López o Sen Senra.

De 23 al 25 de junio se celebrará la cuarta edición de Bosque Sonoro. Por sus escenarios mimetizados con el bosque de Mozota pasarán el viernes La Costa Brava, Iván Ferreiro y Leon Benavente, y el sábado Amaia, Miranda! y La Casa Azul. El pueblo vecino, Muel, acogerá el domingo un concierto gratuito de Lord Sassafras, Liniker y Fajardo. Travis Bird y Mario Beni actuarán en la presentación el 17 de junio en la Plaza de Mozota.

El target va dirigido a la población adulta entre los 25 y los 50 años, porque se pueden permitir ir y venir todos los días al festival. Olmo Peña confiesa: “Me encantaría que la cultura fuera mucho más económica”. No lo ve posible en su caso, porque no cuentan con un gran aforo y deben montar y desmontar todos los años, lo que supone un coste adicional.

La tercera edición de Bosque Sonoro ya no contó con ninguna limitación | Foto: Javier Rosa

Aun así, mantiene ese espíritu de festival sostenible. Todos los productos son reciclables, cuidan el bosque a cambio de ocupar su espacio y por cada entrada plantan un árbol. Ya llevan 8.560 plantados. Tanto OCRE como Bosque Sonoro buscan un objetivo claro: crear eventos respetuosos con el medio ambiente y con la tradición de los pueblos para apoyar al medio rural.

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