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20 abril 2024

La pintura aragonesa del siglo XX: grupos y nombres en una tierra fértil

El territorio aragonés fue la cuna de movimientos de calado en el ámbito pictórico del siglo pasado, como los grupos Pórtico y Trama y el movimiento Pintura-pintura. También dio nombres al mundo como los de Antonio Saura, Santiago Lagunas o José Manuel Broto.

La llegada del siglo XX trajo consigo profundos cambios que, irremediablemente, también tuvieron su reflejo en la pintura. Como citaba el pintor Eduardo Laborda, hacia los años 20 de esa centuria es cuando, gracias a la proliferación de nuevas formas de comunicación y de transporte, comienza un potente intercambio de ideas que, a sus ojos, supone los inicios de la globalización, cuyos efectos, obviamente, también se notaron en Aragón. “Todas las corrientes que han sido importantes fuera han tenido su reflejo aquí”, afirma el crítico de arte Alejandro Ratia. Para este experto, además, este territorio “ha tenido un protagonismo muy especial dentro de la pintura española” y algunos de los movimientos más importantes del país tuvieron protagonistas aragoneses.

En su repaso a la anterior centuria, Ratia destaca cuatro focos “fundamentales”: el surrealismo, los grupos Pórtico y El Paso y el movimiento Pintura-Pintura. Y, en momentos más recientes, nombra la “explosión de individualidades” y la dispersión que se produce ya en tiempos posmodernos.

Pero, en un recorrido cronológico, el experto comienza con lo que llama la generación del 28 en Zaragoza. “Es el grupo de los primeros vanguardistas aragoneses, que empiezan a darse a conocer más o menos en la época en la que se celebra el centenario de la muerte de Goya, cosa que es muy significativa”, relata.

“Esta figura de Goya termina siendo recogida por los nuevos artistas, por las vanguardias del siglo XX, como un referente, como el padre verdadero de la vanguardia”, cuenta acerca del influjo que tuvo el genio de Fuendetodos un siglo después de morir en artistas de su tierra.

Es en esa época cuando se levanta “una de las obras más importantes de la arquitectura española del siglo XX, el Rincón de Goya“, de Fernando García Mercadal, que resulta “pionera” dentro del movimiento racionalista. Precisamente, allí se ven las exposiciones de dos de los pioneros de la vanguardia aragonesa, José Luis González Bernal y Ramón Acín”.

'El hombre encadenado', de González Bernal.
‘El hombre encadenado’, de González Bernal.

También encuadrado en esta misma época se puede situar a Federico Comps, que murió fusilado en 1936 “siendo todavía muy joven, con apenas 20 años. Era otra gran promesa del surrealismo aragonés”, explica Ratia, quien también nombra en su repaso a Alfonso Buñuel.

“Este grupo marca el primer punto de interés de la pintura de vanguardia en Aragón, al que sumaría otro pintor, que tuvo una vida más larga, afortunadamente, que es Javier Ciria“, apostilla.

Zaragoza, tierra de vanguardias y nuevas expresiones: el grupo Pórtico

Después de la guerra civil, el crítico de arte afirma que Zaragoza “se convierte en uno de los sitios donde resucitan las vanguardias y donde la pintura nueva empieza a tener protagonismo”. Ese nuevo escenario es en el que se mueve, por ejemplo, el grupo Pórtico, “con Santiago Lagunas como cabeza y con Eloy Laguardia y Fermín Aguayo“, pintores de los que destaca su importancia en el siglo XX.

'Composición en rojo. Niñas', obra de Santiago Lagunas.
‘Composición en rojo. Niñas’, obra de Santiago Lagunas.

“Al margen de que el influjo de Goya va mucho más allá de Aragón, todos estos artistas asumieron esta figura, más que nada como un ejemplo de valentía o de ruptura con los modos del pasado; una invitación a hacer la revolución a través de la pintura”, explica.

Sobre este importante grupo, Ratia explica que contaba con la presencia “de una persona muy informada como Santiago Lagunas, que conocía muy bien la pintura francesa de ese mismo momento”. De la misma forma, destaca el peso que tuvo la obra de Picasso en Lagunas y en todo el grupo.

Más allá de este movimiento, el crítico también apunta a la importancia de figuras que propiciaron la llegada de las vanguardias anteriores a la guerra, como el galerista Tomás Seral y Casas, “que fue uno de los faros de la vanguardia en España” y que también “sirvió como correa de transmisión entre las vanguardias de antes y las de después de la guerra”. Además, recuerda que Seral y Casas “tuvo que ver con la creación de una galería muy importante en la ciudad, que fue la galería Libros“.

De hecho, al nombrar Libros, Ratia se detiene en el “papel crucial” de los galeristas en esta historia. “La percepción de Libros es muy importante para el arte en Aragón”, asevera. Además de a Seral y Casas, nombra a Víctor Bailo, su sucesor en la dirección de una galería en la que “suceden muchas cosas”.

“La primera exposición de Antonio Saura, surrealista en aquel momento, no el Saura del grupo El Paso que llegará después, se hace en Zaragoza, en la sala Libros”, destaca el crítico, que ve cómo este espacio es que acoge “primicias de muchos artistas” y “crea un caldo de cultivo importante en la ciudad“.

El peso pictórico y en la vanguardia artística de la capital aragonesa se manifiesta también en que esta ciudad acogió la primera exposición oficial sobre arte abstracto en España, el I Salón Aragonés de Pintura Moderna, que se expuso el palacio de La Lonja, “apadrinada por la gente de Pórtico”.

De esta época, Ratia también destaca la importancia de nombres como el del profesor Federico Torralba, creador de la cátedra Goya, y el del crítico de arte catalán Juan Eduardo Cirlot, muy vinculado con Aragón y alguien “a tener en cuenta en la historia del arte aragonés y español”.

El relevo del arte nuevo, el grupo El Paso

Una vez repasada la importancia de Pórtico, el experto sigue su repaso pictórico del siglo XX con el grupo El Paso. Sobre ambos movimientos, explica que, si el primero fue “pionero en la abstracción del arte en la postguerra”, el segundo fue “el que tomó la bandera del arte nuevo en el país”, además de ser el que salió por primera vez de las fronteras nacionales, fue conocido en todo el mundo y configuró “el prototipo de arte abstracto y expresionista español”.

Dentro de este grupo, afirma, “el protagonismo de los aragoneses fue decisivo”, con Antonio Saura como fundador. “En este mismo grupo teníamos a Manuel Viola, a Pablo Serrano y a un crítico de arte, José Ayllón, que también era aragonés. En el grupo El Paso, la presencia de los aragoneses era crucial y tuvo visibilidad desde Zaragoza”, añade.

'Pelea de gallos', de Manuel Viola.
‘Pelea de gallos’, de Manuel Viola.

Y, más allá de grupos, Ratia también se detiene en las figuras femeninas dentro del arte aragonés del siglo XX. “No era lo habitual, era un mundo bastante cerrado para las mujeres, pero tuvimos figuras como Julia Dorado, que participó en el grupo que llega justo después de Pórtico, el grupo Zaragoza (cuyo líder fue Juan José Vera, discípulo de Santiago Lagunas)”, explica, a la vez que cita otros nombres como el de María Pilar Burges o Maite Ubide. “En esos primeros momentos, basta decir que no son demasiadas, pero sí que tuvieron un papel interesante”, resume.

Igualmente, considera que le hecho de hablar de grandes movimientos de los grupos más influyentes “hace olvidar a figuras un poco más escondidas, más raras, pero muy interesantes”. Es el caso de la altoaragonesa Mari Cruz Sarvisé, “una mística de la pintura y un personaje a reivindicar”, afirma el crítico.

En ese sentido, también cita a José Orús, artista que, aunque vinculado al grupo El Paso, “no deja de ser uno de los referentes importantes en la pintura informal y la experimentación pictórica”. Recuerda también a Salvador Victoria, “un artista aragonés que se vincula muy temprano con movimientos madrileños” y que muestra dos vertientes, “la vinculada con el informalismo” y otra cercana a las tendencias espacialistas y de abstracción geométrica.

Volviendo al recorrido cronológico, Ratia ya llega a los años 60. En esta década se detiene en la importancia del grupo Azuda y en “las primeras inquietudes del pop en Aragón, cuyo protagonista fundamental fue la Hermandad Pictórica, conformada por los hermanos Ángel y Vicente Pascual Rodrigo. “Empiezan con ese estilo pop y terminan en un arte muy vinculado a las filosofías zen, a la contracultura que en esos tiempos es tan importante dentro del mundo”, explica el experto.

Repensar lo pictórico: movimiento Pintura-pintura

Ya en los años 70 “se produce un nuevo punto crítico” en el ámbito pictórico, que vuelve a tener “un protagonismo aragonés importante”. Lo centra en el movimiento Pintura-pintura, “que parte de la propia crítica de la pintura como hecho” y que “plantea el repensar la forma, la propia esencia de lo que es la pintura, muchas veces, reduciéndola a sus elementos mínimos”.

Sobre este movimiento, Ratia añade que “muchas veces se confunde con el minimalismo”, pero esto resulta “algo solo aparente”. “La Pintura-pintura es una pintura pensaba sobre sí misma y sus bases”, recalca.

Acerca de este grupo, el crítico relata que fue liderado por pintores aragoneses que residían en Barcelona, “una ciudad efervescente en esa época”, que también configuran “la masa crítica del grupo que se llamó Trama“, que surge alrededor de la revista de idéntico nombre. También se asocia a este movimiento a José Luis Lasala que, aunque no formó parte de Trama, sí que se le puede encuadrar dentro de Pintura-pintura.

“Es curioso que el editor de Trama, Pepe Alcrudo, está vinculado con Pórtico. Alcrudo es el dueño de la Librería Pórtico, que dio nombre al grupo, y esa misma librería, ya sería más bien su hijo, es la que patrocina al grupo Trama en los años 70″, relexiona Ratia sobre esta “curiosa continuidad”. Sobre Trama, nombra los tres artistas aragoneses que la conformaban, además de al catalán Xavier Grau: José Manuel Broto, Gonzalo Tena y Javier Rubio.

'La vida de las piedras', de José Manuel Broto.
‘La vida de las piedras’, de José Manuel Broto.

En la siguiente década, el experto relata que “algunos de estos artistas que protagonizaron el movimiento de pintura-pintura en los años 70 continuarán siendo un factor importante en los años 80”.

De hecho, y en lo que se refiere a importancia dentro del ámbito de las galerías, destaca a José Manuel Broto. “Es el pintor que tuvo una repercusión mayor fuera de las fronteras aragonesas y que tuvo un mayor éxito”, cuenta Ratia sobre un artista “que estaba al nivel de popularidad de José María Sicilia o Miquel Barceló“.

También de la década de los 80 subraya el peso del galerista y pintor Miguel Marcos. “Su trabajo se vinculaba al grupo Pintura-pintura como artista y crea en Zaragoza una de las galerías más importantes del momento, en la que todo el público zaragozano pudo conocer lo mejor de la pintura española”, explica.

Acerca de esta época, Ratia considera que “fue un tiempo, los años 80 y comienzos de los 90, en los que Zaragoza tuvo un cierto peso en la escena nacional, tanto en galerías como en salas públicas, cosa que ahora, lamentablemente, no podemos decir lo mismo”. En este periodo se puede encuadrar a Víctor Mira, trágicamente desaparecido y “que se ve a sí mismo como hijo de Goya”.

La postmodernidad, nueva ruptura

A partir de ese momento, la postmodernidad se alza, “los modelos explosionan” y empiezan a ser contemporáneas “muchas tendencias”. “En el mismo tiempo cohabitan formas de pintar, de trabajar, muy diversas”, describe. De este periodo señala que, a partir de los 90, “la pintura dejar de ser el medio hegemónico y pasan a tener un protagonismo mayor otros medios” como la fotografía, la performance, las instalaciones o el vídeo.

“Zaragoza y Aragón se convierten, de algún modo, en un reducto de la pintura y algunos de los artistas que siguen apostando por la pintura e innovando en ese medio los tenemos aquí”, afirma Ratia, que destaca nombres como los de Enrique Larroy, Vicente Villarrocha o Luis Marco.

También cita a la turolense Charo Pradas, “que es un modelo muy importante de cómo se vincula hoy en día la pintura con la nueva visión de la mujer, una sensibilidad femenina que habla del cuerpo de otras maneras, que se vincula con lo orgánico y con lo visionario”.

'Serpiente', de Charo Pradas.
‘Serpiente’, de Charo Pradas.

Igualmente, el crítico añade los casos de Alicia Vela y Teresa Salcedo, “que representa este retorno de la pintura contemporánea hacia el misticismo y los influjos orientales”.

Otro nombre que destaca Ratia es el de Javier Peñafiel, que se ubica en el grupo de artistas “que combinan la práctica de la pintura con otros procedimientos”. También se refiere a figuras como la de Teo Fernández, residente en EEUU “pero que posiblemente se encuentre entre los mejores de los pintores actuales”. Sobre este artista, cuenta que “practica una pintura tremendamente minuciosa, que se basa en pequeñas gotas de pigmento que van cubriendo una cuadrícula de forma exhaustiva y casi alucinatoria”.

Ya en la situación actual, Ratia considera que Aragón cuenta “con una pléyade de artistas jóvenes que siguen expresándose a través de la pintura”, como Cristina Silván, Lina Vila, Fernando Romero o Fernando Martín Godoy, cuya repercusión fuera de las fronteras de la Comunidad resulta “importante”.

Para terminar, el experto destaca la importancia que mantiene la pintura en Aragón: “No vamos a decir que sea el reducto que mantiene viva la pintura viva, pero es posible que, por un motivo u otro, el peso de lo pictórico siga teniendo una relevancia mayor que en otros lugares“.

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